En esta época del año, ya que nos acercamos a la celebración de la Navidad, que para el cristiano significa un tiempo de venida o de espera, es de buena esperanza para compartir el amor con el allegado o con el que está más lejos. En el ambiente flotan los mejores deseos de regalar o recibir con alegría lo inesperado. Ese obsequio que hemos visto y no hemos podido adquirir y el color rojo de la flor de pascua, que nos seduce y apasiona, nos afloran en cualquier instante los sentimientos humanos que llevamos en el corazón. A la gente de la calle le intranquiliza la sociedad de consumo que nos envuelve en el alto índice de ofertas programadas.