La satisfacción conseguida después de mucho esfuerzo e ilusión, concebida durante algún tiempo, el Viernes Santo, 22 de abril, se plasmó con el nuevo Paso de las Tres Marías, que desfiló en la Magna Procesión del Santo Entierro. Pertenece a la Cofradía de El Santo Sepulcro, fundada en 1957, de la Parroquia Matriz de El Salvador de Santa Cruz de La Palma y desde ahora formará parte del contingente patrimonial artístico-religioso de la Semana Santa. Se convirtió en una realidad palpable y elogiada desde el día de su bendición, 12 del mes mencionado. Es un peculiar conjunto escultórico considerado elegante y que ha venido a enriquecer la imaginería pasional isleña. Domingo Cabrera (Domingo José Cabrera Benítez) (1971), licenciado en Bellas Artes, rama de Restauración, por la Facultad Santa Isabel de Hungría de la Universidad de Sevilla y discípulo del excelente diseñador, pintor e imaginero sevillano Antonio Joaquín Dubé de Luque (1943), es el autor de la nueva iconografía. Con un logro extraordinario supo recuperar y darle vida a dos simples tallas (cabezas), olvidadas en colecciones privadas, del siglo XVIII, convirtiéndose en un hallazgo único en Canarias. Su policromía acorde a la creación sigue los criterios propios del imaginero-restaurador, nacido en la ciudad capitalina, con un maravilloso estilo, que nos ha dado una lección de maestría en el conocimiento del arte sacro.
Manuel Poggio Capote (1969), Cronista Oficial, dice: “Una de las piezas perteneció a la colección del investigador y artista plástico Alberto José Fernández García (1928-1984), especialista de la Semana Santa palmera. Se trata del busto en madera de una de las imágenes pasionistas del Convento de San Miguel de las Victorias, […]. Cedida por su actual propietario, Fernando Leopold Prat, […].
Otro de los bustos, de origen desconocido, fue cedido por Pilar Pérez-Algarrada Lorenzo, heredera de su último propietario, Argelio Pérez Algarrada (Santa Cruz de La Palma, 1906-1983), animador cultural de la ciudad durante los años 40 y 50 y admirable coleccionista de arte antiguo […].
Ante la imposibilidad de recuperar ninguna otra obra original de las que integraban la citada escena, Domingo José Cabrera Benítez esculpió la tercera pieza, siendo su primera creación para la Semana de Pasión de Santa Cruz de La Palma que procesiona por las calles de la ciudad. Con anterioridad, no obstante, Cabrera ya había dado muestras de su arte en este género, realizando obras de pequeño formato destinadas a cubrir las demandas de la piedad doméstica contemporánea, (agregamos para mejor conocimiento, respetando lo dicho por el cronista, que en La Palma posee los ocho pequeños ángeles del Señor de la Caída de San Francisco de Asís, Nuestra Señora de la Asunción del Monasterio de la Santísima Trinidad-El Cister y la Virgen de Adviento de San Pedro Apóstol de Breña Alta, el misterio del portal en La Galga-Puntallana, un Niño Jesús en el Valle y, además, otras en El Hierro, Tenerife, Andalucía y Venezuela). La pieza que nos ocupa sigue el estilo habitual de Cabrera, que se inspira en la estela de Domingo Carmona: a su neoclasicismo formal contribuye la dotación de una actitud serena ante la muerte, que huye de las estridencias de la imaginería barroca”.
Se complementa con la adquisición de lo tradicional en una forma innovadora bella y fortalecimiento en la fe del fervoroso ciudadano. La emoción surgida en la contemplación y al deseo gestado ha sido recompensada con creces y con sabias decisiones en la conclusión acertada. Comenzó siendo una aventura sencilla y humilde para convertirse en el trabajo y tesón de muchos, considerado prometedor.
Comenzamos por la confección del boceto, presentado para su aprobación, desde la óptica de la amalgama de ideas y posturas, que, hoy, ha conformado la Pasión de Jesucristo. El misterio procesional se percibe en una situación frontal, huyendo de poses y actitudes muy afectadas. Las dos obras recuperadas forman un engranaje parcial dentro de la escena evangélica, cumpliendo el diseño de diferenciación en relación a la nueva esfinge, integrante en la composición , se halla en posición de genuflexión y un poco más adelantada del resto.
Las Santas Mujeres, llamadas así por ser protagonistas de esta historia, son conocidas popularmente por “Las Marías”:
En la primera, a la izquierda, se muestra a una mujer de avanzada edad, agotada por el dolor más hondo, cruel y desgarrador. Atribuida a Antonio Marcelo Gómez Carmona (1725-1791), de quien tenemos un hermoso ejemplo, Cristo de Las Siete Palabras, en el templo antedicho, y en Nuestra Señora de los Remedios, Los Llanos de Aridane, el Señor del Huerto. Se completó con el tallado de ambas manos siguiendo el razonamiento del clasicismo canario y con saya verde oscuro y manto marrón tostado.
La segunda, en el centro, se asigna a Domingo Carmona y Cordero (1702-1768), escultor de Nuestra Señora de La Soledad y de Santa Margarita de Cortona pertenecientes, respectivamente, a la iglesia parroquial del extinto convento de la Inmaculada Concepción y a la capilla de la Orden Franciscana Seglar, antigua Venerable Orden Tercera. Consciente de lo sucedido posee una expresión compasiva y cómplice al sufrimiento humano, ocupando el eje medio del cuadro plástico. Su acabado es de la misma manera que la anterior y con saya morada burdeo y manto azul marino.
Y, por último, la tercera, la más joven, configura el grupo. Presenta serenidad, fuerza interior y expresividad que mueve al recogimiento. Con su pierna izquierda en tierra irradia una perfección en su semblante, concediendo movimiento, globalización y mesura con una belleza inigualable incluida. Posee un ademán innato de sus años al inclinarse y a mirar a los fieles acompañantes, solicitando su compasión ante el féretro del Redentor, viste túnica rojo coral y manto azul añil.
Para la ejecución en candelero y el tallado de sus miembros superiores, incluso, de la imagen a nivel contemporáneo, y de escultores palmeros, se utilizó la madera de cedro. Con cuerpos proporcionados a cada una y con policromía acorde a la prescripción originaria de las esculturas.
En las vestimentas, con un toque especial de buen gusto y estilístico, con naturalidad y sobriedad su artífice, Juan Luis Curbelo Pérez (1945), se inspiró en los trajes de las Dolorosas del Archipiélago, seleccionando, fundamentalmente, paños y galones en seda y con distintas combinaciones cromáticas. Los pies (andas), artísticamente geniales, fue obra de un auténtico maestro, Pedro Daranas Alcaine (1939), hechas con la misma materia noble, si bien en sapeli, que el volumen que sustentaban, especie original de África.
Llegando a este punto, con toda honestidad nos referimos a las palabras del escultor pronunciadas en la solemne Bendición: “Comencé mi intervención partiendo de dos bustos o cabezas en madera, y de autores y épocas distintas, las cuales habría de integrar con una obra de nueva creación, pero sin perder en ningún momento la autonomía de cada una de ellas, por lo que decidí aplicar tres policromías diferentes, e incluso hacer algún guiño con la escala y proporciones de las esculturas, con el fin de dotar al conjunto de cierta perspectiva, y pensando en la posibilidad de que en algún momento se coloquen junto a la Imagen del Señor del Clavo, obra de poderosa anatomía y gran fuerza expresiva. De ahí que enlacé las dos piezas antiguas interrelacionándolas entre sí (ambas se sujetan por las manos), y separé la tercera, arrodillándola incluso para que estuviera más cerca del Cristo, y óptimamente más cerca del fiel espectador”. “Es por eso que, posiblemente, las tres obras carezcan de un detallismo exacerbado o de una perfección en su realización que pueda resultar fría o impersonal. Para mí es mucho más importante que estas obras tengan alma, y nos transmitan emociones, más allá de que sean esculturas para ser expuestas en un museo. No debemos olvidar que las imágenes religiosas han de ser un dedo que apunta a lo alto, y no un simple muestrario de técnicas artísticas”.
En jornadas posteriores y en la Prensa, concretamente, en la edición de uno de los periódicos que serán mencionados, señaló: “A partir de dos cabezas había que hacer dos figuras y darles sentido”. “Estoy satisfecho, aunque las obras no se terminan, se dan por terminadas, siempre se queda uno con las ganas de darle más matices”. “Lo que perseguía es que los rostros tuvieran expresividad, que transmitieran emoción a quienes los contemplan, que no fueran unas figuras estáticas”.
El miércoles, 13 del mes en curso, el Diario de Avisos (da) salió a la luz pública con el titular siguiente: “Las Tres Marías regresan a la pasión palmera”. “El conjunto, cuya recuperación se debe al impulso de la Cofradía del Santo Sepulcro, se bendijo en El Salvador”.
Canarias 7, viernes 15: “Las Tres Marías cobran vida”. “Santa Cruz de La Palma recupera una tradición procesional que se remonta al siglo XVII. El Viernes Santo saldrá de la iglesia de El Salvador una representación iconográfica que es única en Canarias”. Más abajo, en la misma edición, dice: “La Semana Santa de La Palma, considerada la más elegante del Archipiélago, recupera una tradición […] y saca a la calle un conjunto escultórico que fusiona piezas barrocas y contemporáneas […].
Y, por último, elapuron.com, periódico digital, redacta: “Recuperan la escena de las Tres Marías para la Semana Santa”. “El conjunto fue presentado y bendecido hoy en El Salvador”. “La iglesia de El Salvador acogió la presentación de un nuevo paso de la Semana Santa de la capital palmera que recupera una antigua escena conocida como las Tres Marías o de las Santas Mujeres, fruto del empeño de la Cofradía del Santo Sepulcro, que contó con la colaboración del Cabildo”.
Fuentes consultadas:
SUSPIROS DE ALIENTO. Boletín Informativo nº 4. Cofradía del Santo Sepulcro. Septiembre 2009, pp. 30-33.
ELAPURON.COM-edición digital.
DIARIO DE AVISOS (da). Miércoles, 13 abril 2011, p. 6.
CANARIAS 7. Viernes, 15 abril 2011, p. 21.
PROGRAMA SEMANA SANTA 2011. Santa Cruz de La Palma, pp. 11-12.
DOMINGO JOSÉ CABRERA BENÍTEZ (1971). Discurso de la Bendición de las Tres Marías. 12 abril 2011.
LOS CARMONA DE LA PALMA, ARTISTAS Y ARTESANOS. Jaime Pérez García (1930-2009), p. 56.
FASTOS BIOGRÁFICOS DE LA PALMA. Jaime Pérez García (1930-2009), pp. 177-178.
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