Fueron unas construcciones necesarias hasta bien entrada la
segunda mitad de la centuria anterior. Imprescindibles para el sustento de un
hogar, en donde se recogía el agua de lluvia, siendo hoy parte esencial de
valor etnográfico y paisajístico. Muchas de ellas eran depósitos privados,
propiedad de las clases más privilegiadas del entorno de una ciudad o pueblo
rural, aunque algunas servían para el abastecimiento público por pertenecer a
las corporaciones municipales o de la iglesia.