No es de extrañar la sorpresa del visitante cuando contempla
por primera vez la belleza de nuestra blanca ermita de san Telmo, que se erige
sobre un promontorio, Risco de La Luz, visible a la llegada al puerto de Santa
Cruz de La Palma por vía marítima y por los miles de transeúntes, que circulan
por esa zona de tránsito ciudadano, frente al Atlántico. La mirada puesta en
ella nos hace pensar en su construcción, que presenta una concepción unitaria y
una grata simetría entre sus partes, nos identificamos sin tener necesidad de
dar ninguna contraseña.(1)