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Fue una
institución popular en el marco adoquinado de la Calle Real de Santa Cruz de La
Palma, que una vez trazó la distancia máxima fronteriza con el mar. Calle Mayor
por excelencia y el reencuentro de paisanos y forasteros, aunque para algunos
sea la primera vez. Amigo de sus convecinos se prestaba a la tertulia y a la
simple presencia caracterizada por su semblante. Amante de lo anecdótico con la
grandeza de ser sencillo en lo cotidiano y personal.