Investigador aficionado de la historia de la isla de La
Palma, dedicó gran parte de su vida a recopilar y transcribir una ingente
cantidad de notas y apuntes de un inmenso interés para la crónica
historiográfica palmera. Precisamente, fue conocido por el cronista de La Palma
por excelencia. Amante de transmitir lo interesante y novedoso cuanto acaeciera
en el entorno insular. En la actualidad, no hay historiador y estudioso que le
hayan hecho un punto de referencia en la bibliografía consultada para sus obras,
relatos y comentarios de múltiples hechos documentados socialmente por reales y
sensacionales, como curiosos y populares de ese entonces. Es una fuente de
consulta con una información básica bastante completa, acerca del devenir
histórico-cultural de la isla, y, por ello, sin equivalente en la
historiografía canaria. Tenemos, es verdad, una larga tradición de series
biográficas, más o menos resumidas, de isleños y distintas índoles. En La Palma
siempre ha habido profundidad intelectual, desde los comienzos mismos de su
historia. Fue un personaje con proyección política, alcalde constitucional de
Santa Cruz de La Palma, en dos veces, en 1900 y de 1902 a 1904,
democráticamente e interino otras. Figura relevante en el entorno local
mejorando las condiciones socio-sanitarias de los vecinos de la ciudad capital.
Es cierto que en La Palma ha habido miseria, vicio, corrupción, pero, además ha
tenido, siempre, algo que no existe en otras partes, por lo menos en la dosis
en que aquí se da, han alternado la pasión y la razón. La vida humana ha fluido
en La Palma de un modo especial, como un símbolo, un espíritu de reencuentro, y
hasta de reconciliación, un movimiento coherente y solidario con La Palma, un
diseño de formas nuevas de convivencia entre la calidad y la diversidad de los
palmeros.