Tenía que irse como lo hace todos los años, después de buenos
propósitos y esperanzas de ser felices en el 2016, que se presenta con el afán
de aliviarnos las penurias económicas. El deseo de amistad perdure en el
corazón como broche. Benditas fiestas que nos convierten en más altruistas
y hermanos en el amor y caridad, pero sí
acérrimos consumidores.