Peldaño a peldaño subo por la escalera
del extenso pasillo
infinito
que me conduce a lo
más lejos
de la mirada
perdida.
Sinsabores encontré esparcidos
por los azules,
verdes y amarillos,
rojos, violetas del arcoíris.
Espirales terciopeladas se dibujan
en un plano
inclinado
y la lucidez de un
punto
que se deslumbra
con el dardo de tus
pies,
pisadas y nada más.
Subo… subo… subo…
y no termina.
Bajo… bajo y llego
al abrazo de la realidad
fundida, ahora cruza tus alas
el umbral de ayer,
de hoy y de mañana
en un abrazo sin
peros ni cómo.
Cuanto daría cuando
la aurora medita sentada
en su silla
y proyecta su sombra
sobre la zarza en
llamas
sellando las
pupilas.
Atraviesa en silencio el zaguán
pronuncia ceñida a
tu aliento
las palabras
que son signos de presencia.