Jamás me imaginé que la vieja ermita de San José en Breña
Baja reabriera sus puertas para el culto y mostrara el esplendor de antaño. Lo
hizo en la víspera de la onomástica del santo Patriarca del presente año. Un
pasado olvidado por el tiempo y que es digno traerlo a la luz de la memoria
histórica, que se ha hecho longevo. Espacio castigado por tragedias naturales,
que ha permanecido fiel a su acervo patrimonial, cultural y social muy bien guardado
en su interior sacro.