La cultura tradicional, heredada de nuestros antepasados, es
un gran legajo, un tesoro hermoso e inconmensurable, misterioso y arraigado en
el corazón de todos los amantes del terruño, la patria chica, que tanto mimamos
con mucho tacto. Es lo que nos identifica y diferencia como pueblo. Un pueblo
amante de lo suyo con nombre propio, con documento testimonial de un signo,
simbólico en el tiempo y espacio natural que, después, se convierte en emblema
o estandarte comunicativo. Una ciudad, un barrio, una comunidad, un entorno
social, etc. constituye un almacenamiento de creaciones, recuerdos, sabiduría…
sobre todo, el ingenio de saberlo guardar inteligentemente para la posteridad y
disfrutarlo. Eso es lo que da valor a las cosas, continuando y luchando por
algo que merece la pena. Preservar la pureza de las tradiciones, que ha sido
siempre motivo de orgullo para la gente de estas islas canarias, por encima de
todo lo alto por La Palma, y de una constante en las múltiples manifestaciones
populares que se suceden a lo largo de toda la geografía insular.