El tiempo sucede a otro tiempo sin detenerse en el presente,
ni augurar el futuro. Nosotros sí lo hacemos en cualquier momento de la vida
para hacer realidad la memoria viva de algo, que nos ha marcado, dejándonos
huellas indelebles, como en la nostalgia del vapor La Palma, matriculado en
Santa Cruz de La Palma. Ese correíllo de casco negro y color blanco en su parte
superior de su estructura metálica con una hermosa silueta, mostrando a los
cuatro vientos una estampa de postal. A todos le despertaba la curiosidad y
satisfacción de verlo en plena singladura, cuando lentamente se acercaba a
puerto, dejando atrás una estela gris de humo, que salía de su alta chimenea,
roja y amarilla con el anagrama habitual de la compañía concesionaria y dominio
de sí mismo a imitación de los grandes colosos del mar.