El tiempo sucede a otro tiempo sin detenerse en el presente,
ni augurar el futuro. Nosotros sí lo hacemos en cualquier momento de la vida
para hacer realidad la memoria viva de algo, que nos ha marcado, dejándonos
huellas indelebles, como en la nostalgia del vapor La Palma, matriculado en
Santa Cruz de La Palma. Ese correíllo de casco negro y color blanco en su parte
superior de su estructura metálica con una hermosa silueta, mostrando a los
cuatro vientos una estampa de postal. A todos le despertaba la curiosidad y
satisfacción de verlo en plena singladura, cuando lentamente se acercaba a
puerto, dejando atrás una estela gris de humo, que salía de su alta chimenea,
roja y amarilla con el anagrama habitual de la compañía concesionaria y dominio
de sí mismo a imitación de los grandes colosos del mar.
No voy a comentar sus datos técnicos u otros, porque demostró
tener durante su dilatada actividad marinera entre las Islas Canarias y el continente
africano, a través del Protectorado español. Su elegante línea se vio amenazada
por su longevidad, que trajo factura a su confort y modernidad, en la evolución
del transporte marítimo de pasajeros y mercancías. Sin embargo, se pudo salvar
del desguace por unos intereses políticos y privados y se convirtió en
patrimonio sociocultural, demandado por la historia de navegación insular.
Compartiendo con otros de iguales características, con
determinadas frecuencias, visitaba la bahía capitalina de La Palma. Realizaba
sus operaciones programadas en perfecta maniobrabilidad. La gente, entonces,
recibían y despedían a aquellos que regresaban o se iban, familiares y amigos, que
se convertía en un gran evento.
Su periplo por las
aguas azules del denso océano fue habitual en las pupilas de miles de isleños
canarios, que como yo viajamos en esos años con la esperanza de mejorar en los
estudios o trasladarnos de una isla a otra.
Hoy en día ha sido reparado minuciosamente, aunque aún faltan
muchas iniciativas burocráticas y otras decisiones sobre su cometido inmediato,
habiendo estado durante décadas en total abandono, para ser museo o biblioteca
que lleve a todos la cultura, recuerdos, progreso… y sepa trasladar al corazón
de los estudiosos e interesados en la conservación naval la búsqueda de lo
transformable en cuento o leyenda.
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