Hace años cuando la isla de La Palma se dispuso, así lo
hizo, no cabe la menor duda, a celebrar la Bajada de la Virgen de Las Nieves,
LXIX edición, cuando se ultimó todos los detalles, cuando crecía la ilusión en
todos los palmeros y palmeras, una pandemia paralizó los propósitos de
celebrarlo. La COVID-19 sembró el pánico de dolor, de pérdida, de fragilidad y
de miedo, privándonos de la posibilidad de hacer fiesta en honor de aquella a
quien los insulares invocamos como Madre. Nos contentamos con prometer
confiadamente las mismas cualidades, que se ha podido admirar en la vida de
Jesús, con la unción de la piedad y la ciencia, piedad no subjetiva sino
dogmática, que hace irradiar la belleza de una imagen mariana.
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