La Semana Santa de Santa Cruz de La Palma con
austeridad en el transcurrir de la Cuaresma, con el silencio más
devocional de los pasos procesionales y de penitencia abre un hueco en el
devenir de la solemnidad, circunstancia sujeta a los acontecimientos de la
celebración de un hecho de fe e histórico, es ajeno a las manifestaciones
religiosas y artísticas. Manifestaciones públicas de hechos evangélicos, que
relata la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, conocido
entre los suyos como el ‘Maestro’. Es el Hermano que nos redime del
pecado que con su Santa Cruz alcanza la salvación del mundo y de muchos,
que hacen posible cumplir con el reencuentro anual las ciudades y pueblos que,
afortunadamente, han conservado esta tradición centenaria vuelven a sentirse
orgullosos de lo que con el esfuerzo de otros y con el cuidado de todos ha
llegado a nosotros. Creo no equivocarme si digo que este municipio está por
mérito de todos dentro de estas comunidades que desean y así mantienen cada vez
más sus tradiciones, siendo una de ellas, sin duda alguna, la que rememora el
motivo central de esta celebración con pleno recogimiento y asistencia en las
calles y templos, mostrando lo mejor de las sagradas imágenes y relevantes cultos.