Investigador aficionado de la historia de la isla de La
Palma, dedicó gran parte de su vida a recopilar y transcribir una ingente
cantidad de notas y apuntes de un inmenso interés para la crónica
historiográfica palmera. Precisamente, fue conocido por el cronista de La Palma
por excelencia. Amante de transmitir lo interesante y novedoso cuanto acaeciera
en el entorno insular. En la actualidad, no hay historiador y estudioso que le
hayan hecho un punto de referencia en la bibliografía consultada para sus obras,
relatos y comentarios de múltiples hechos documentados socialmente por reales y
sensacionales, como curiosos y populares de ese entonces. Es una fuente de
consulta con una información básica bastante completa, acerca del devenir
histórico-cultural de la isla, y, por ello, sin equivalente en la
historiografía canaria. Tenemos, es verdad, una larga tradición de series
biográficas, más o menos resumidas, de isleños y distintas índoles. En La Palma
siempre ha habido profundidad intelectual, desde los comienzos mismos de su
historia. Fue un personaje con proyección política, alcalde constitucional de
Santa Cruz de La Palma, en dos veces, en 1900 y de 1902 a 1904,
democráticamente e interino otras. Figura relevante en el entorno local
mejorando las condiciones socio-sanitarias de los vecinos de la ciudad capital.
Es cierto que en La Palma ha habido miseria, vicio, corrupción, pero, además ha
tenido, siempre, algo que no existe en otras partes, por lo menos en la dosis
en que aquí se da, han alternado la pasión y la razón. La vida humana ha fluido
en La Palma de un modo especial, como un símbolo, un espíritu de reencuentro, y
hasta de reconciliación, un movimiento coherente y solidario con La Palma, un
diseño de formas nuevas de convivencia entre la calidad y la diversidad de los
palmeros.
Juan Bautista Lorenzo Rodríguez (1841-1908), nacido y
fallecido en Santa Cruz de La Palma, vivió en el barrio de San Telmo,
domiciliado en una vivienda de la calle del mismo nombre, número 19. Muchas de
las anotaciones que fue compilando a través del tiempo fueron publicadas, en
forma de artículos, en la prensa local. Todo este material, debidamente
inventariado y clasificado, posteriormente, en varios tomos con el título de
‘Noticias para la historia de La Palma’, con el patrocinio del excelentísimo
Cabildo Insular de La Palma, propietario de toda la obra.
Aparte de las colaboraciones periodísticas, publicó ‘Notas
biográficas de palmeros distinguidos (1901-1905)’; ‘Memoria’, leída en la
sesión literaria celebrada por el Magisterio de Primera Enseñanza de la isla de
San Miguel de La Palma, 7 de mayo de 1905, con motivo del IV centenario de la
publicación del libro Don Quijote de la Mancha (1907), y ‘Apuntes biográficos
del Licenciado don Anselmo Pérez de Brito (1908)’.
Como cronista oficial de su ciudad natal por su enorme e
inapreciable labor en beneficio de la historia insular, resaltando en muchos
aspectos, los dotes intelectuales y políticos.
El escritor, Lorenzo Rodríguez, igualmente, formó parte de
la Logia Masónica Abora 91, siendo miembro activo de la misma, adoptando el
nombre simbólico de Guanarteme, llegando a ser Venerable Maestro.
Por otra parte, el excelentísimo ayuntamiento de Santa Cruz
de La Palma, ha perpetuado su memoria al crear, con carácter quinquenal, Bajada
de Nuestra Señora de Las Nieves, Fiesta Lustral, Virgen y Patrona de La Palma,
un Premio de Investigación Histórica con su nombre.
Hijo de José Manuel Lorenzo de Paz y de María de la
Encarnación Rodríguez, casó en esta ciudad, 15 de junio de 1870, con Rita Rodríguez
Silva, hija de Juan Antonio Rodríguez Pérez y de Hermógenes Silva Medina.
Suspicaz en sus actuaciones como escritor e intelectual amante de sus objetivos
personales en pro de los intereses de la isla y de su gente. Receloso de cuanto
le rodeaba, husmeó sigilosamente por todos aquellos indicios históricos, que hubiera
polvorientos en hemerotecas, privadas o no, y bibliotecas de igual origen y
públicas, en que principalmente se guardan y sirven al público diarios y otras
publicaciones periódicas y suelen estar sometidas, una y otra, y servir al
mismo régimen.
Sus historias contenían tantos sucesos históricos, hechos
contemporáneos a la vida del autor, leyendas y otras historias que podrían
deberse a creaciones del propio Juan Bautista. Entre esas historias se
encuentra la de una supuesta mujer de Tanausú, la princesa Acerina, que no está
recogida en ninguna fuente anterior y cuyo nombre no es ni siquiera indígena.
Sin duda, constituye un ejemplo del ascenso social de la
burguesía palmera, dado que un matrimonio ventajoso le situó en la sociedad
acomodada. La solvencia económica le permitió dedicar mucho tiempo a su pasión.
Su más anhelado deseo era hallar datos que arrojasen luz sobre la historia
palmera.
Nunca escribió una historia general de La Palma, tal vez,
porque en su sencillez no se viese capacitado para hacerlo. Tan solo, alcanzó
los mínimos contenidos de estudios primarios. Sin embargo, en opinión del
propio sujeto, ‘si estaba preparado’, siendo un magnífico
redactor-comentarista, a pesar de las lagunas suscitadas por otros. Su
conocimiento autodidacta de la historia insular era grande, su rigor erudito
impecable, su dominio de las fuentes era tal, que empequeñecía a sus coetáneos
y, además, no era mal escritor. Se encontró a su gusto en adquirir valiosos
documentos, muchos de ellos de capital importancia y no poco imposibles de
consultar en la actualidad, porque los originales se han perdido.
Concluyo la presentación de la biografía de Juan Bautista
Lorenzo, citando un sugerente texto de él, que dice: ‘La verdad histórica no se
debe ocultarse por nadie y por nada, la verdad histórica debe decirse y el
historiador a ello está obligado, aunque con ello lastime sus más sagrados
sentimientos’.
Esto no es un epílogo. Debiera escribir encabezando estas
líneas, con una afirmación que todavía nos envuelve, como un guiño cómplice,
porque bastaría mencionar una palabra, concedamos, más pocas palabras, que casi
es lo mismo y, después de apresarlas en las convencionales molduras que la
costumbre o el rito exigen: ‘no nos deje indiferentes, manteniéndose viva con
todos sus avatares a lo largo de un tiempo’.
Constituyen, fundamentalmente, una fuente de consulta, con
una información básica acerca del devenir histórico-cultural de La Palma y, por
ello, sin equivalente en la historiografía canaria. Centrado en poner en
relieve la historia, la vigencia de su tradición socio-cultural, mediante la
presentación de sus hijos más claros y hechos populares, desde el reinado de
los Reyes Católicos hasta nuestros días. Se trata, en resumen, de la historia
de La Palma a través de sus protagonistas, hombres y mujeres, más relevantes.
En la pequeña geografía palmera tuvimos nuestros Lorcas,
Machados, Meras… eminentes del Derecho, la Literatura, el Arte, la Historia.
Muchas más gamas, en el orden cultural, que en las demás islas y ciudades del
archipiélago en cada tiempo histórico. Pudiera decirse que Santa Cruz de La
Palma fue la Atenas de Canarias hasta comienzos de la guerra civil de 1936.
Deambulando
por los pueblos de La Palma, por sus calles y plazas, iniciando el diálogo con
la gente humilde, se halla más sabiduría que entre los doctores orgullosos que
profesan en nuestras prolíferas universidades, o en los congresos nacionales e
internacionales con que periódicamente y a ritmo acelerado nos castigan los
especialistas de nuestra época. Yo veo y quiero ver en Juan Bautista Lorenzo
Rodríguez, la reanudación de la mejor tradición cultural de La Palma, la
reanudación de inmanencia, de su permanencia en el ser, incita en la historia
de su pensamiento, en la idea del progreso, en la búsqueda de la libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario