Tengo el orgullo
de hacer realidad, desde el comienzo de la presente descripción, las palabras
de agradecimiento a todas las personas que, de una forma u otra, han
contribuido al engrandecimiento y embellecimiento de San Telmo y de todo
aquello que constituye su acervo social. Sea como fuere y aunque aún sigan
algunos detalles en la incertidumbre, la fortuna se ha multiplicado,
enriquecido y matizado con testimonios fieles y fiables a la tradición,
devoción y costumbres ancestrales y populares.
Esta singularidad
con diferencias se reproduce en muchos
detalles arquitectónicos, artísticos y religiosos integrados en un ámbito local
y reconocido notablemente con la debida documentación y señalización.
Con un solo
objetivo fue realizado este trabajo posible, sin lugar a dudas, a la
colaboración y apoyo de quienes son altruistas con los medios a su alcance.
Esta iniciativa la planteé, única y exclusivamente, para difundir el patrimonio
histórico y cultural del barrio. Para ello actué en una doble dirección. De una
parte, me documenté, indicando los fondos de la ermita, edificios que, por sí
mismos, ya son auténticos museos, y transmisiones orales de viejos conocidos y
amigos. De la otra, he reunido de manera armónica e informativa las piezas
sacras y civiles, esculturas, pinturas, orfebrería, literatura y textiles de
uso litúrgico que, conjuntamente, son los legados heredados más reveladores del
pasado.
Con esta
publicación que sirve de memoria deseo rendir un sincero homenaje a los hombres
de la mar, vecinos y bienhechores, devotos de las santas imágenes, que supieron
atesorar y conservar un bagaje de conocimientos o noticias de incalculable
valor e inolvidables en el transcurso del tiempo, apostando por la cultura, que
es la mejor herramienta para construir el futuro.
1.- Ecos de infancia:
Bienvenidos a la lectura
del presente trabajo, más que un estudio es una convivencia a lo largo de mi
vida. Orgulloso como ninguno de nacer en él y donde han transcurrido mis
experiencias humanas y familiares.
Se halla enclavado
en el extremo Sur de Santa Cruz de La Palma. Sus casas se distribuyen hacia el
interior por su escarpada situación geográfica, como si fuera un anfiteatro
mirando al azul Atlántico pregonando, así, su vocación marinera. Se asoma al
puerto por esa atalaya del risco, envuelto de pintorescos rincones, recoletos y
de peculiar tradición. En sus entrañas tenemos El Tanquito, El Cabo, Timibúcar,
Galión, La Portada y otros con sabor a historia y devoción mariana. En ellos se
armonizan el papel hegemónico de las plazas y las calles, que tienen
denominaciones propias a sus ubicaciones aportando tipismo y arquitectura
doméstica de cierto porte y cuentan con un pasado rico en acontecimientos.
Es laborioso en el
acontecer cotidiano, abriendo surcos para recoger la semilla fructífera de lo
económico, político, cultural y progreso social en el ámbito local e insular.
Su crecimiento demográfico ha variado de una manera notable a partir de los
sesenta. Desde entonces se ha edificado y ha aumentado su población, percibiendo
un cambio en su fisonomía urbana. La lenta transformación se consigue por sus
inquietudes de esplendor y por ofrecer unas condiciones inigualables en la
lucha por mantener sus privilegios. Es destacable lo burgués y popular,
quedando manifiesta la suntuosidad en la mayoría de las viviendas de estilo
canario y de una sola planta, surgiendo, después, las modernas y vanguardistas.
No hubo algo más
necesario, que los chorritos de agua para abastecer a los vecinos de tal apreciado
líquido, en las labores culinarias y de aseo, tanto corporal y de higiene.
Contó con tres de orden público situado en la calle del Tanquito, en Timibúcar,
existiendo ambos, y al comenzar una cuesta empedrada en El Cabo, desaparecido
con la vía indicada. Eran pocos los que poseían el servicio en propiedad, que
se registraban por medio de cajas adosadas a las paredes. En ellas se hacían
unas divisiones de acuerdo al suministro y consumo como ¼, ½, ¾ y una paja.
Motivado por las
largas colas que se formaban alrededor de los mismos, que a muchos le dieron
dolor de cabeza, se originaron numerosas anécdotas. Fui protagonista, porque
nos surtíamos de un bidón de bastantes litros de capacidad y con pequeños cubos
para cocinar y beber.
El día de la cruz,
tres de mayo, constituía la onomástica esperada con entusiasmo y con cierto
nerviosismo, porque era una prueba de competición en los distintos sectores.
Sólo hubo dos con arraigo ancestral, pero se han sumado otras. El nombre de
Llano de la Cruz proviene de la importancia dada al enclave.
En mayo la cruz se enrama
con joyas de plata y oro,
adornada luce el
tesoro
con ramas y florecillas.
Acompañada de un mayo
con maestría y gracia,
con fondo de color grana
a la plaza de tierra engalana.
Más tarde se
agregaron algunas más. Con exquisito gusto participan en el concurso de
embellecimiento. Todo un jolgorio familiar entre los vecinos en la noche de
víspera.
2.- La Quisisana:
Esa lejanía en el
tiempo nos ha hecho cicatrizar la tragedia, que nos conmovió y que, con énfasis
y frecuencia, circulaban de boca en boca. Tendría ocho años cuando contemplaba
la llegada de los cadáveres al muelle, subiendo los ataúdes por las escaleras
cercanas a la playa de la bahía.
Hemos querido
patentizar para siempre el recuerdo de los que fueron convecinos y de otros
lugares. En su memoria se inauguró (2001), la nueva plaza con alusión al hecho
para el disfrute de niños y mayores. Cuenta con una Casa de la Cultura y una
nueva Asociación de Vecinos “Luz Naciente de San Telmo” en constitución,
fundada el 22 de noviembre de 2010 con nuevos proyectos de trabajo para la
mejora del entorno.
En ese suceso se
recuperaron cinco de las diez personas, que viajaban en el motovelero. Los
otros jamás se encontraron.
Hermenegildo Brito San Fiel
(Merege), patrón, de 63 años, casado y con cuatro hijos.
Santiago Sánchez García (Pulido),
motorista, casado y con cuatro hijos.
Antonio Rodríguez Brito,
marinero, casado y con tres hijos.
José Miguel Rodríguez Pérez,
marinero, natural de Tazacorte, casado y con cinco hijos.
Buenaventura Díaz Fernández,
marinero, casado y con tres hijos.
Juan Felipe Toledo, marinero,
soltero, con once sobrinos huérfanos a su cargo.
Andrés Martín Brito, marinero,
soltero.
Bernabé Rodríguez García,
pasajero, de 43 años, natural de Garafía y padre de siete hijos.
Gregorio García Medina, pasajero,
de 46 años, natural de Garafía y con dos hijos.
Hilaria Rodríguez Fernández,
pasajera, de 52 años, natural de Garafía y madre de cuatro hijos.
La embarcación era
propiedad de sus tripulantes y de don Domingo Sosa, que fue el único dueño que
no embarcó en ese viaje. Casi toda la tripulación era del barrio y algunos de
ellos pertenecían a la misma familia. Hermenegildo era tío de Antonio y de
Andrés. Se da la paradoja de que el patrón no tenía previsto navegar, pero lo
hizo en sustitución de un sobrino, Santiago Álvarez Díaz, que se encontraba
indispuesto.
3.- Plazas y calles:
Mis años de
infancia me traen recuerdos de la plaza del Tanquito que era de tierra y
rodeada de una muralla de piedras con la cruz de madera en el centro encima de
una pilastra de mampostería, aunque algunas veces cambió de sitio, teniendo la
configuración actual.
El chorro de agua
tuvo su modificación en la situación, pero siempre cumplió la misión primordial
de su existencia. Enfrente hubo una muralla que separaba las fincas de plátanos
de la que guardo anécdotas inolvidables. La cogida de mangos entre el
barranquillo de Zamora y un estanque frente al Instituto, en el extremo de
Párraga.
La cruz en el centro de la plaza
y el
chorro de agua bajo el muro,
daba
sabor a barrio, a mi barrio
de
San Telmo, con la plaza del Tanquito.
Se jugaba con
pelotas de papel amarrada con hilo de bala. Por supuesto en la homóloga de La
Luz las hacía muy bien Suso el pescador, Jesús Hormiga Alonso, hoy residente en
Santa Cruz de Tenerife. Otros juegos eran el día a día de la muchachada. El
bullicio de entonces y la inactividad de la panadería artesanal de mis padres
me convierten en un ser nostálgico.
La vivencia en ella se fue apagando
como nubes que pasan,
dejando huellas convertidas en efemérides
recordadas y amadas por quienes
su
pasado anhelan.
De nuevo se puebla la plaza de tierra
de
chicos y chicas, de niños y niñas…
de
generaciones viejas y nuevas
para suplir los
ratos vividos por otros.
Hubo tabaquería,
zapatería… y otros oficios, que le daban renombre por razones de actividades
cotidianas. En plena Bajada de la Virgen de 1985 fue visitada por la Patrona y
en otras ocasiones por la Señora de Fátima (15-mayo-1990), la Virgen peregrina.
La de La Luz,
pequeña y almenada, entrañable rincón con vista al mar y balcón inigualable con
una contemplación del puerto capitalino y del litoral, desde Mazo hasta
Puntallana. Es un mirador donde se divisa la inmensidad de los pensamientos
humanos y la grandeza de lo que guardamos dentro de nosotros, que vamos
exteriorizando de acorde a los acontecimientos. Aparte de ser recoleta y llena
de historia en lo religioso y popular, contiene un bagaje de amenidades
curiosas e interesantes. Al sombrío calor del templo se organizan veladas.
Guarda su cruz y
en la memoria de todos se agolpan fechas y hechos efímeros como la llegada de
un hidroavión, el desembarco de los cadáveres del Quisisana, el regreso de los
Reyes de España y monarcas de distintos países del Roque de los Muchachos por
la inauguración del Astrofísico (29-junio-1985), buques y submarinos de guerra,
trasatlánticos y las transformaciones urbanísticas, que ofrecen lo mejor para
la contribución a enriquecer las posibilidades de reflexión hacia el futuro
esperanzador.
Con respecto al
cambio de fisonomía que Santo Domingo ha tenido a lo largo del tiempo es
esencial para la imaginación de un pasado floreciente en su contorno ciudadano,
religioso, cultural, social y festivo. Un marco bello por la fachada del ex
convento dominico de San Miguel de las Victorias, sólo nos conforta con la
iglesia y el IES Alonso Pérez Díaz.
Nos adentramos en
la adoquinada vía de San Telmo, típica y sugestiva zona de la ciudad, en la que
la arquitectura tradicional se mezcla con la ecléctica, fruto de las reformas
de las fachadas de sus viviendas, algunas de influencia portuguesa, realizadas
en muchas en el siglo XIX y principios del XX. Por ella el tiempo ha
transcurrido con mimo y lentamente. Se ha denominado como la del medio por su
situación en confrontación con las demás. Finaliza en El Cabo con singulares
construcciones cívicas como la Prisión Central (cárcel) y el cementerio (1871).
Pasaban todos los féretros de cualquier punto, siendo algunos multitudinarios
por el rango o la amistad que se guardaba con el difunto. Podemos citar hijos
ilustres, que vivieron en ella como Juan Bautista Lorenzo Rodríguez
(1841-1908), Cronista Oficial y alcalde constitucional en dos ocasiones (1900 y
1902-1904) de Santa Cruz de La Palma, aficionado a la investigación del pasado,
recopilando y transcribiendo gran cantidad de notas y apuntes de notable
interés para la historia de su isla natal. Por otra parte albergó en la Casa
Cabezola, número 24, el antiguo pósito de Camillón fundado en 1644, denominado
Arca de Piedad y Misericordia con la finalidad de socorrer a pobres
menesterosos, por el Licenciado Gaspar Hernández Camillón (¿?-1647), presbítero
y residente en esta misma zona, en instrumento público que pasó ante Tomás
González de Escobar, escribano, el 15 de noviembre de 1647. Y, María de San
José Noguera de Acosta (1638-1705), piadosa mujer de la orden tercera dominica
que dio muestras de sus revelaciones respecto a Nuestra Señora de las Nieves,
fomentando su devoción.
Tuvo y posee aroma
a incienso y en la brisa acariciante de su ámbito callejero se oye el bullicio
de procesiones, acordes musicales y fe. El silencio se transforma en el
escaparate de las pisadas del antaño ancestral, cuando la imaginería, conforme
a los cánones religiosos de la época, se dirigía desde la iglesia conventual
hasta la Sol. Su vieja y desgastada calzada despertaba cada lustro de ese
letargo obligado al pasar los carros del Minué y de la Virgen.
El recorrido por
el contorno me despierta la contumaz memoria de Virgen de la Luz, donde naciera
Manuel González Méndez (1843-1909) el pintor más destacado y representativo del
Archipiélago en el XIX, Tanquito, Navarra, Tres de Mayo, Pintado, Timibúcar,
Guanil, Álamos, Morales, Nogales, Espino, Vendaval (Pintor Francisco
Concepción) y otras con fisonomías distintas. Despierta en mi mente el
conocimiento de personajes del antaño glorioso y otros más modernos aportando
abolengo al entorno artístico, religioso y político.
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