(Mientras hagamos la lectura vais a
saber, que el Pregón se desarrolla sobre tres grandes bloques con respecto al
barrio de San Telmo:
1º.- La situación del barrio en el perímetro de la ciudad de Santa Cruz
de La Palma.
2º.- Su arte, arquitectura y sentimientos efímeros como patrimonio.
3º.- Sus costumbres, personas y acontecimientos importantes en el tiempo
y ámbito local.
Lectura del Pregón. 7 de septiembre |
Al socaire del Risco de la Concepción marcando las diferentes
estaciones del año, la ciudad pone sonido y música propia a cada una, y en
tiempo pasado cuando las casas se alongaban al mar y los vecinos saludaban y
despedían a los barcos semanales, cuando crecía la hierba entre el empedrado,
corrían los barrancos…, Santa Cruz de La Palma se recreaba de sus fiestas y
costumbres en un marco incomparable por ser una ciudad muy antigua, tranquila y
silenciosa. Conserva todavía edificios contemporáneos a su fundación, tiene muy
airoso emplazamiento, que no es raro dado lo abrupto de su topografía, toda
ella aparece construida como en anfiteatro, de manera que ya llegando desde el
barco no nos es posible abarcarla en su extensión, nos lo diría Dulce María
Loynaz, prestigiosa escritora cubana que mereció el Premio Miguel de Cervantes
de Literatura en 1992, ello unido a las torres y espadañas de sus muchas
iglesias que les prestan un singular encanto.
Santa Cruz de La Palma o, como la llaman invariablemente por
toda la isla, la “Ciudad”, como describiera la británica Olivia Mary Stone,
durante su visita a nuestra isla en 1883, en su obra literaria “Tenerife y sus
seis satélites”, se encuentra sobre una ladera inclinada, con sus casas
blancas, de azoteas, elevándose unas sobre otras, agrupadas al pie de las
montañas…
Santa Cruz de La Palma. Vista parcial |
La ciudad nació de la bahía y esta realidad fundacional ha
marcado su historia con un sello indeleble en el transcurso de los siglos.
Desde siempre Santa Cruz de La Palma vivió para el mar y gracias al mar, que
teje perennemente sus encajes de espuma a sus orillas y la acaricia con dulces arrullos con un encanto
indescriptible, y a través suyo la isla toda se propagó por los mares y las
tierras conocidas. Adentrarnos en el mundo de la navegación desde la existencia
del hombre es constatar con nuestra historia marinera a partir de varias
centurias, que han dejado huellas para la gloria y conocimiento de la
construcción naval en La Palma.
En los astilleros a nivel de playa surgió una industria
floreciente de competición y vanguardia, que en la carrera de Indias cosechó
grandes éxitos. Sus barcos, construidos por fabricantes locales, carpinteros de
ribera y por armadores, surcaban los mares y unían puertos tan distantes como
los de La Habana y Amberes. Para comerciar con Indias la Corona de Castilla
creó en nuestra capital, si bien por breve tiempo, el primer y único Juzgado
Oficial de la Contratación de Indias en las islas Canarias, muy al principio de
1564, al tiempo que las naves isleñas transportaban vinos y brea, principalmente,
a los puertos de Hispanoamérica, y traían de estos mismos puertos y de Flandes
pieles, barcos, plata y objetos suntuarios, especialmente de estilo religioso.
Esta cultura marítima de Santa Cruz de La Palma se traduce en
el establecimiento de verdaderas dinastías de maestres, fabricantes y pilotos,
como las que ejemplifican las sagas de los Cano, Díaz Pimienta, Arozena Lemos y
Henriquez, Casas Lorenzo, Rodríguez González, Fernández y otros tantos más, sin
dejar de mencionar a los armadores como Manuel Yanes, artífices de la
ingeniería naval, que constituyeron auténticas familias de constructores y
navieros. Se trata de una transmisión marinera que, con altibajos, llega a los
albores del novecientos, con gran arraigo en la memoria colectiva de los
palmeros, cuando la construcción de barcos de vela decayó a favor por la
competencia de los grandes vapores que monopolizaron el comercio y el tráfico
nacional e internacional.
Plaza de La Luz. Acondicionamiento |
Tengo el orgullo de hacer realidad, desde el comienzo del
presente pregón, el agradecimiento a todas las personas que, de una forma u
otra, han contribuido al engrandecimiento y embellecimiento del barrio de San
Telmo, que en medio del mar y de las montañas, a los pies de la majestuosa
Caldereta, se alza risueño con sus pendientes calles y sus viejos caserones, y
de todo aquello que constituye su patrimonio, acervo social y cultural. Sea
como fuere y aunque aún sigan algunos detalles en la incertidumbre, la fortuna se
ha multiplicado, enriquecido y matizado con testimonios fieles y fiables a la
tradición, arquitectura, escultura, devoción y costumbres ancestrales y
populares, tan lleno de emoción y de arrobamiento poético, que difícilmente
tiene cabida en el marco, siempre estrecho, de las palabras, y el haber nacido
y desarrollado mi niñez, infancia, juventud, vida familiar y profesional en el
barrio, que se halla enclavado en el extremo sur de Santa Cruz de La Palma.
Recito aquellos versos míos editados en “EL DÍA” de Tenerife
el miércoles, 5 de febrero de 1997, y en el programa de 1998, titulados:
“Barrio de San Telmo”.
-A mi barrio de San Telmo,
con su Virgen de La Luz
y San Telmo marinero,
recito con plenitud
unos versos pregoneros:
¡Viva la Virgen del Risco,
que llevan el mismo nombre,
balcón del barrio costero!
A San Telmo yo le pido
certera Fe y singladura
por el mar de la amargura,
que es un gozo compartido.
En septiembre la oración,
en mi barrio de San Telmo,
se convierte en el Pregón
de la Fiesta de la Virgen
y de su Santo Patrón.
Esta singularidad con diferencias se reproduce en muchos
detalles arquitectónicos, artísticos y religiosos integrados en un ámbito local
y reconocido con la debida documentación y señalización. Esto sirva de memoria
para rendir un sincero homenaje a los hombres de la mar, vecinos y
bienhechores, devotos de las veneradas imágenes, que supieron atesorar y
conservar un bagaje de conocimientos o noticias de incalculable valor e
inolvidables en el transcurso del tiempo, apostando por la cultura, que es la
mejor herramienta para construir el futuro.
Calle de San Telmo. El Cabo |
Sus edificios
se distribuyen hacia el interior por su escarpada situación geográfica mirando
al Atlántico y pregonando su vocación marinera, que tanto nos ha dado y seguirá
dándonos. Se asoma al mar por esta atalaya del Risco de La Luz, recibiendo la
suave brisa que arranca sonidos y perfumes embalsamadores, y posee rincones muy
pintorescos, como recoletos y peculiares. En sus entrañas tenemos los aledaños
del templo, El Tanquito, El Cabo, Timibúcar y El Galión. En ellos se armonizan
el papel popular de las viejas plazas y, actualmente, las nuevas de Quisisana, Periodista
Juan Francisco Pérez y un parque frente al colegio Anselmo Pérez de Brito. Las
calles de San Telmo, Virgen de La Luz, callejón Espino y Guanil, Rosario, Navarra,
Pintado, Álamos, Tanquito, Tres de Mayo, Teneguía, Pintor Francisco Concepción,
antes Vendaval, Sol, Párraga, Morales, Nogales y otras aportan el tipismo tanto
en la arquitectura y en la idiosincrasia de sus moradores.
Tiene el privilegio de contar con un pasado rico en
acontecimientos y con un aspecto animado, laborioso, cristiano, señorial, agradable
y generoso que ofrece la suprema manifestación de fe y de arte con la belleza
de sus rincones en una admirable armonía de colores, fragancias, religiosidad y
de amor al celebrar su gran fiesta del año. Es el balcón sobre el puerto, desde
donde se divisa un amplio horizonte y unas bellas panorámicas paisajísticas del
municipio, desde el que se observan unas vistas espectaculares de gran parte de
Las Breñas y Villa de Mazo.
Ermita de San Telmo |
Muchas veces pienso que con la construcción de la ermita, que
presenta una concepción unitaria y una grata simetría, entre sus partes, nos
identificamos sin tener necesidad de dar ninguna contraseña. Su fachada
presenta amplia balconada y en un mismo eje la espadaña. La puerta principal en
arco de cantería de medio punto, llama la atención los esgrafiados en torno a
esta y a las laterales, figurando el símbolo del ancla. Se parece a la proa de
una nave que surca firme y gallardamente la pauta del tiempo y los páramos
esperanzadores del acontecer cotidiano, abriendo surcos innovadores para sembrar
la semilla fructífera de lo económico, político, cultural y del progreso social,
que si se hace con fe y se cuida con perseverancia, solo será cuestión de
tiempo recoger sus frutos.
El nombre del barrio, proviene al crearse la Cofradía de
Mareantes de San Pedro González Telmo, en 1591, para ayudar a los caídos
prisioneros y esclavos de los moros en Berbería con el producto del uno por
ciento de lo que ganasen en los viajes y con las limosnas obtenidas en los
barcos de pescar u otras tareas benéficas, y haciéndose cargo de la edificación
del actual templo.
No ha faltado el dilema de llamar indistintamente el sagrado
recinto como iglesia de Nuestra Señora de La Luz o, simplemente, de La Luz, no
reviste la menor importancia. La dedicación al santo Patrón se atestigua en
numerosos documentos antiguos.
Se celebraba la fiesta del santo Patrón y se hacía lo mismo
con Nuestra Señora de La Luz, 8 de septiembre, que una devota mujer pagaba por
cuenta propia y que a partir de 1890 se celebran conjuntamente la festividad de
ambos patronos.
Nuestra Señora de La Luz |
En el programa de
1976, se halla un soneto del recordado poeta don Gumersindo Galván de las
Casas, titulado: “La Virgen de La Luz”.
-Está puesta la Virgen en su altura
frente al arrullo del cercano mar.
Y los vientos le dan en su cantar,
alabanzas de amor y de ternura.
Por santa y venerada su figura
en cada corazón tiene un altar;
que no pueden sus hijos olvidar
el auxilio que dio a su desventura.
Hacen Fiesta mayor. Y hay contento;
siendo objeto de honor y sentimiento
la bella imagen, con poder divino.
Por Ella van las almas a Jesús.
Y en la vida se encuentra el buen
camino
implorando a la Virgen de La Luz.
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