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domingo, 29 de agosto de 2021

SANTA CRUZ DE LA PALMA: RINCONES CON NOMBRE (VII)

                              CALLE VIRGEN DE LA LUZ: Pintoresco e interesante el itinerario que hacemos de sur a norte, paralela a la homónima de San Telmo. Posee un tipismo encantador con deseo de desentrañar un pasado lleno de inconvenientes, que ha desarrollado de la cultura y lo social, abriendo nuevos horizontes de amplitud en pro de sus moradores. Como todas las vías del casco urbano no ofrece ninguna variedad destacable en su extensión y riqueza arquitectónica, sólo, una desigual sintonía en sus construcciones, tradiciones con total independencia de cómo se hagan en el marco costumbrista e histórico, años tras años, con entrega al buen servicio de los demás, mejorando lo presente e imponiendo un sello de identidad.

                              Habiendo recorrido un cuarto de su longitud penetramos en “El Espino”, singular caserío en la cima del risco, constituyendo el enlace con la carretera de Timibúcar, en donde hubo un horno de cal, y que hoy lo hace con la escalera de Gredos a los pies de la Prisión Provincial. Mas allá está el mirador de La Luz, haciéndolo con elegancia y miradas panorámicas hacia unas aguas azules oceánicas, parte de nuestro litoral.

                              Con la ermita a nuestras espaldas, contemplamos la ciudad que nació de la bahía y esta realidad fundacional ha marcado su historia en el transcurso de los siglos. En los astilleros a nivel de playa surgió una industria floreciente de competición y vanguardia, que en la carrera de Indias cosechó grandes éxitos. Sus barcos construidos por fabricantes locales, carpinteros de ribera y por armadores, surcaban los mares y unían puertos tan distantes como los de La Habana y Amberes. Para comerciar con Indias la Corona de Castilla creó, si bien por breve tiempo, el primer y único Juzgado Oficial de la Contratación de Indias en Canarias, muy al principio de 1564, mientras que las naves isleñas trasportaban vinos y brea principalmente a Hispanoamérica y traían de esos otros lugares y de Flandes pieles, plata, oro y objetos suntuarios, etc., especialmente de estilo religioso.

                              Esta cultura marítima se traduce en el establecimiento de verdaderas dinastías de maestres, fabricantes y pilotos, como las que ejemplifican las sagas de los Cano, Díaz Pimienta, Arozena Lemos y Henríquez, Casas Lorenzo, Rodríguez González, Fernández y otros tantos más, artífices de la ingeniería naval, que constituyeron auténticas familias de constructores y navieros. Se trata de una transmisión marinera que, con altibajos, llega a los albores del novecientos, con gran arraigo en la memoria colectiva de los palmeros, cuando la fabricación de barcos de vela decayó a favor por la competencia de los grandes vapores que monopolizaron el comercio y el tráfico nacional e internacional.

                              El nombre del barrio, proviene al crearse la Cofradía de Mareantes de San Pedro González Telmo (1190-1246) en 1591, para ayudar a los caídos prisioneros y esclavos de los moros en Berbería, con el producto del uno por ciento de lo que ganasen en los viajes y con las limosnas obtenidas en los barcos de pescar u otras tareas benéficas, y haciéndose cargo de la edificación del actual templo.

                              No ha faltado el dilema de llamar indistintamente el sagrado recinto como iglesia de Nuestra Señora de La Luz o, simplemente, de La Luz. No reviste la menor importancia, porque la dedicación al santo Patrón se atestigua en numerosos documentos antiguos. 

                Se muestra el cariño a unas imágenes de candelero. La Virgen fue esculpida alrededor de 1718 y atribuida a Juan Manuel de Silva Vizcaíno (1687-1751), anteriormente se veneraba en la parroquia Matriz de El Salvador con la advocación de Nuestra Señora del Carmen. Mientras, el santo dominico, anónimo, procedente, probablemente, del convento de dominicos de San Miguel de las Victorias, después de la desamortización, protector de mareantes y pescadores, recorría en su festividad, 15 de abril, los aledaños a hombros de fervorosos marinos.

                               Seguimos transitando el siguiente tramo y encontramos la vivienda de Diego Felipe Afonso (1906-1981), conocido por Felipe. Fue autodidacta en la pintura y en el dibujo. Impartió clases en un estudio privado, ubicado en su domicilio. Cultivó el retrato, bodegones, marinas y temas religiosos.

                             Sobrepasamos los límites de la homónima Sol y volvemos a detenernos ante la fachada de la que fue mansión familiar de Manuel González Méndez (1843-1909). Una placa conmemorativa puesta, en noviembre de 2009, por el Excmo. Cabildo Insular de La Palma nos recuerda en donde nació y vivió.

                              Fue el más universal de los pintores canarios del siglo XIX. Después de tantas cualidades, la interpretación del paisaje es también fundamental en su obra. Fue uno de los primeros realizadores del paisaje pleno de las islas con un cromatismo de amplia escala. Su vehemente deseo de fidelidad a la naturaleza le conduce a una interpretación justa y equilibrada de las formas. En los óleos que conocemos recoge parajes tanto de Europa como de Canarias, concretamente de Tenerife y La Palma, con una factura minuciosa de los primeros a una soltura inusitada en los más recientes.

                              Damos unos pasos y al volver la mirada hacia atrás nuestra imaginación nos produce un orgasmo de sensaciones vividas en ese minúsculo punto del trayecto, trasladándonos al Domingo de Ramos en medio de cánticos y algarabía de los niños, jóvenes y mayores a una marcha presurosa siguiendo al Señor de la Burrita; en el Martes Santo nos sirve de puente el dolor sostenido de la mirada del Señor de la Columna y la Virgen de la Esperanza conteniendo sus lágrimas, y al día siguiente, traspasando la barrera de la incomprensión, el Nazareno solemne y ansioso de encontrarse con su madre y el discípulo amado, bajan por Blas Simón (Cuesta de Matías), abriendo paso tras la estela del aromático incienso y las voces de los cautos cofrades, paladines de un ayer con olor a añejo sometidos a modificaciones de centurias.

                              A continuación, encontramos la Casa Van de Walle, inmuebles con los números 13 y 15. En ella Luis Vandeval el Viejo, comerciante flamenco, nacido en Brujas, se estableció en la primera mitad del siglo XVI, donde destacó como uno de los personajes relevantes de la incipiente sociedad de entonces. Fundó un pósito para pobres, dejando constancia de que, como es público y notorio, hizo escritura con el Concejo en que se obligó de emplear en cada año quinientas doblas en trigo y de que se hizo donación para este efecto.

                              Dicha edificación fue saqueada e incendiada por los piratas hugonotes, protestantes de doctrina calvinista durante las guerras religiosas, al mando de François Le Clerc (¿?-1563), apodado Pata de Palo, al igual que el vecino convento de San Miguel de las Victorias. Habiendo exhibido durante muchos años el estado de ruina, se reconstruyó a principios del XVII, formando dos fincas diferenciadas. La situada en la parte sur, con el nº 15, correspondió a la descendencia de Jerónimo Vandeval, Maestre de Campo de las Milicias y Regidor del antiguo Cabildo de La Palma, y la otra, parte norte, con el nº 13, correspondió a la descendencia de Tomás Vandeval, Capitán de Infantería y asimismo Regidor.

                              Para acentuar más lo dicho anteriormente, la que permanece en pie fue levantada por el capitán Gregorio Roberto de Montserrat, Hijo del mencionado Jerónimo y de María Dalmau Roberto de Montserrat, en el primer tercio del XVII, sobre la mitad, aproximadamente, del primitivo solar del linaje Vandewalle. La vivienda se distribuye a la manera portuguesa: zaguán en la entrada principal, escalera de acceso a la segunda planta a la izquierda, decorada con cerámica de Delft (Holanda), lo mismo que la cúspide de la torre campanario de la iglesia de Santo Domingo, lonja a la derecha y huerto trasero, entre cuya vegetación sobresalen los magníficos ejemplares de palma canaria y drago.

                              El actual Museo de Arte Contemporáneo, que contiene el Centro de Interpretación de la Bajada, está levantado, precisamente, en el otro solar después del pavoroso siniestro ocurrido el domingo, 5 de abril de 1970, a las diecinueve horas, siendo Gabriel Duque Acosta (1930-1987) alcalde de la muy Noble y Leal Ciudad de Santa Cruz de La Palma, cuando había actividad laboral en la fábrica de tabaco La Rica Hoja, ubicada en dicha casona.

                              Al lado, está el domicilio ecléctico del Colegio de Arquitecto, frente a las escuelas municipales en el desaparecido colegio de educación Sector Sur, ocupando el sitio del monasterio de las Madres Catalinas.

                              La Biblioteca Municipal de Teatro Antonio Abdo es la única especializada en teatro que existe en Canarias. Cuenta con un fondo de casi 3000 volúmenes en materias como técnica actoral, textos teatrales, historia y teoría del teatro, dramaturgia, teatro infantil… Desde 2011 cuenta con una sede estable en la que periódicamente se organizan actividades para el fomento de la lectura teatral y divulgación de las artes escénicas, incluyendo encuentros con actores y autores, premios de escritura, actuaciones, club de lectura, proyecciones, etc.

                              En sustitución de la plaza y capilla del cenobio religioso de Santa Catalina de Siena se admira el encanto del Teatro Circo de Marte, que debe su nombre a los coliseos clásicos, y alusivo al dios romano de la guerra. Mediado el XIX se propiciaron las riñas de gallos y en 1918 se convirtió en un espacioso espacio, que vino a cumplir en grande medida las expectativas dramáticas y otras escenificaciones que ansiaba desde el ochocientos el público. Fue entonces, en 1914, cuando Silvestre Carrillo Massieu (1857-1931), quien había logrado ser el único propietario, que colmó una buena parte de las ansias culturales en el tránsito de los siglos XIX y XX, definiendo como una época fructífera, descrita así por Juan Régulo Pérez (1914-1993), que se llamó Edad de Oro de La Palma, opta por adaptarlo mediante nueva estructura, englobando la anterior planta y cubierta con proyecto atribuido al maestro de obras Eladio Duque Batista (1869-1929), entre 1914 y 1918 coincidiendo con la Primera Guerra Mundial.

                              En 1888 hasta 1889 sirvió como hospital improvisado para acoger a los enfermos afectados por la fiebre amarilla. Pasada la epidemia, como medida profiláctica se procedió a quemar el piso del mismo que fue repuesto al año siguiente.

                              Fabricado fue el centro cultural y social de todos. En él se celebraron históricas veladas literarias y políticas, y allí también se llevaba a cabo la esperada temporada de bailes que abarcaba desde el día de la Inmaculada Concepción hasta la fiesta de Carnaval, actos todos ellos que tuvieron amplia difusión en la prensa de los distintos años.

                              Al traspasar el umbral del nuevo milenio, la sociedad palmera reclamaba justamente la restitución de un espacio que, como antaño, encauzara sus inquietudes intelectuales y enriqueciera su acervo cultural a través de las artes escénicas y la música en unas condiciones de exhibición sobresalientes, alzando de nuevo el telón en respuesta a esta demanda.

                              La causa fue simplemente por el paso de numerosas compañías de espectáculos con giras por América. El interior guarda una igual distribución al referente de la isla caribeña de Cuba y el exterior de aspecto circular con uso común de la madera en la cúpula y en otros elementos decorativos. Al someterse a su nueva misión, se le dio la actual estructura encerrando la anterior. Fue un diseño del constructor naval Sebastián Arocena Lemos (1823-1900).

                              Desde 1931 lo regentaba la saga de los Baudet, recayendo en el acuarelista Mario. En 1982 lo compra el ayuntamiento a los herederos mencionados, siendo alcalde Antonio Sanjuán Hernández (1930), acometiendo una restauración pronunciada en el tiempo y mejoras.

                              Hagamos un sencillo historial de cuanto se ha instalado en sus distintas dependencias y celebrado en él, aparte de lo ya relatado: fábrica de alcoholes y aguardientes (1897-1902), Imprenta (1966-1987), taller de taxidermia, duelo de sables (1904), zarzuelas, operetas, cine, mítines, fiestas de arte, veladas de magia, actuaciones de divos, bailes, peleas de gallos, recitales, conciertos, festivales escolares, capilla ardiente…

                              Después de 21 años volvió a ser referente cultural, siendo su cierre en 1987 y produciéndose su apertura el 25 de octubre de 2008, cuando era alcalde Juan Ramón Felipe San Antonio (1962). Cuatro días más tarde, miércoles, por motivo de la jornada de puertas abiertas se exhibió pasquines y carteles antiguos originales, que repasa una etapa de este recinto desde sus comienzos.

FUENTES CONSULTADAS:

               Pregón de las fiestas en honor a Nuestra Señora de La Luz y San Telmo. Santa Cruz de La Palma. Domingo Cabrera Pérez. 7 de septiembre de 2016.

               Manuel González Méndez. Biblioteca de Artistas Canarios. Viceconsejería de Cultura y Deportes. Gobierno de Canarias. Manuel Ángel Alloza Moreno. 1991.

               Santa Cruz de La Palma: recorrido histórico-social a través de su arquitectura doméstica. Jaime Pérez García. 2004.

               El Bernegal. Blog. Domingo Cabrera Pérez. 23 de septiembre de 2018.                       

              Otros documentos y procedencias.                                      

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