Portería y torre conventual |
Recientemente he visitado la capilla de la Venerable Orden
Tercera Franciscana (V.O.T.), hoy, denominada Seglar, hermandad fundada en 1633,
que fue restaurada para el disfrute, después de estar cerrada temporalmente,
cuando el campanario alarmó con su ruina inminente en 1969 y en marzo del siguiente año, se produjo el
derrumbe de dos techos lignarios, que se alzaban detrás de la espadaña y por
convenio firmado con el Cabildo Insular de La Palma en 1986 se finalizó las
obras, reabriéndose el 25 de abril de 2000. Así fue en una inolvidable tarde
para rememorar el tiempo pasado, transcurrido en mi juventud como miembro de su
apogeo espiritual y de convivencia. Es una satisfacción retomar un patrimonio,
que se había deteriorado.
Soy terciario franciscano y me encuentro obligado a relatar a
grandes rasgos la historia de este bello espacio, sencillo y recoleto, que
guarda un arte imborrable, poseyendo corazón y sentimiento en muchos eventos
cívicos y religiosos, creando huellas con humildad y aroma celestial a semejanza
de las del Fundador. Por mi mente pasaron recuerdos referentes a hechos
sociales relevantes y de estima a personas, que con su afán de servicio
realzaron la actividad de la congregación en Santa Cruz de La Palma y en el
resto de la isla.
Capilla Orden Tercera |
Se halla anexa al Real y Grande Convento de la Inmaculada
Concepción y junto a la portería, compartiendo el mismo espacio de entrada bajo
la torre. Después de haber habitado los frailes, que acompañaron al Adelantado
Alonso Fernández de Lugo (1456-1525), durante quince anualidades, en una pobre
casa pajiza, en torno a 1508, emprendieron la construcción del mencionado
cenobio, cuarto en Canarias y auspiciado por la reina Juana I de Castilla (1479-1555),
que, en señal del ilustre patronato, ostenta en la portada principal el escudo
del reino castellano.
No consta de una manera explícita el momento de su cimentación,
aunque, por razón del sitio en que se encuentra, debió de haber sido fabricada
conjuntamente con la anterior edificación en la fecha indicada. En 1737 fue
ampliada, siete varas y media, y ensanchada con sacristía, sala para las juntas
y un pequeño local, en virtud de la licencia concedida por el provincial fray
Tomás de Castro, en 1736, en la que dispuso dejar un tránsito de dos de la
mencionada medida de ancho, entre la fábrica y el recinto conventual, para
pasar a la huerta y, 21 de diciembre, fue bendecida dicha reforma.
Su retablo mayor se hizo en 1734 por Francisco Lorenzo (El
Rey), cuando el capitán Juan Massieu de Vandale y Monteverde (1671-1739) donó
diez de la indicada longitud de raso verde de España para los velos y cenefas
de tres nichos, que están en el mismo número de calles y constituye el ejemplo
más antiguo de La Palma con soporte de estípites en su versión de pilar
almohadillado, siendo Juan Manuel de Silva Vizcaíno (1687-1751) autor de su
dorado y de las pinturas Santa Casilda, abrazo del Crucificado con el Padre
Seráfico y Santa Isabel de Hungría, tres representaciones fundamentales, del
segundo cuerpo y en la cornisa el icono de la comunidad, ajustado en 1747 con
el hermano Claudio de Acosta y Lemos, cabo del castillo de Santa Cruz del
Barrio, y de otras curiosas decoraciones chinoiseries con escenas profanas de
las predelas, que le imprimen una excepcional belleza, pese a sus dimensiones
modestas.
La Dolorosa. Detalle |
Lignum Crucis |
A lo largo de las centurias se destacan distintas
celebraciones en honor a los patrones, el Santo italiano e Inmaculada Concepción; primer día de enero, festividad
de los Santos de la Suerte; jubileo de la Porciúncula, 1 de agosto; Tránsito
del Santo Fundador, 4 de octubre y Patrona General, 8 de diciembre. De manera
variable en el Calendario Tercero, primer tercio del XX, habían como la Cuerda,
segundos domingos de cada mes; Pascua de Pentecostés; procesión del Señor del
Huerto, Domingo de Ramos; Fiesta de las Llagas, septiembre; rezo de la Corona y
actos externos del Serafín, tercer domingo de octubre, y otras más.
San Francisco de Asís |
Cito el patrimonio vigente con una breve descripción de
conservación y deterioro. Comenzamos por Santa Margarita de Cortona, fechada en
1774, y San Buenaventura de Miyako, ambos de escuela canaria del XVIII y en
proceso de restauración. La santa, policromada, un metro de altura y mejor exponente
del barroco isleño, cercana al círculo de Domingo Carmona y Cordero (1702-1768),
se transformaba en la Verónica. Hoy, no cabe la menor duda, que se cuenta con
una efigie de calidad escultórica, al lado izquierdo del inmueble, del artista
madrileño Andrés Falcón San José, tamaño natural y patrocinada por la familia
de Felipe Antonio Massieu Tello de Eslava (1775-1847), saliendo en la Semana
Santa de 1961. En los laterales del primer cuerpo se haya San Francisco de Asís,
escuela montañesina, y San Francisco Solano, misionero en América y conocido
como el Taumaturgo del Nuevo Mundo, junto a San José, probablemente, de
tipología local. Existe, además, una escultura digna de interés de San Pedro de
Alcántara, que se contempla en la pared derecha, siendo su cráneo y parte
facial un magnífico estudio anatómico y su cuerpo fue elaborado con telas encoladas
y doradas, y pienso que sea el mismo relieve escultórico de finales del XVII,
ubicado en el muro del coro bajo del oratorio conventual, con un San Juan
Evangelista, totalmente recuperado, cuya cabeza atribuida a Nicolás de las
Casas y la policromía, manos y pies se debe al villero Jesús de León Cruz
(1959), incorporándose en 2006, ya que antes lo hacía en el Calvario con el
Crucificado de Manuel Díaz Hernández (1774-1863), para acompañar el cortejo
procesional de la obra de Benito Hita del Castillo (1714-1784). Enfrente,
sellada y resguardada en una pequeña hornacina, observamos la sagrada reliquia
del Lignum Crucis, donado en 1933 por el hermano Rafael de la Barreda Díaz
(1906-1963), acreditándolo documentalmente la cédula expedida en la ciudad de
Roma, 4 de abril de 1778. Perteneció a Pedro Quintero Núñez, natural de El
Hierro, capitán general y virrey de Manila, quien la envió a sus parientes y
por herencia recayó en las manos de la familia Barreda. Recibía culto en fechas
puntuales como celebridad del Patrón, noche del Amor Fraterno y en la tercera
semana de octubre. Entonces, hacía el recorrido, bajo palio, por la plaza y,
ahora, 14 de septiembre, Exaltación de la Santa Cruz, se traslada a la
parroquia para la veneración por los fieles en el transcurso de la Eucaristía y
viceversa. Y, por último, el lienzo de la Impresión de las llagas, óleo del
XVIII, que estuvo en la homónima del Monte Alvernia.
Son más de tres siglos de existencia. Se han escrito unas
páginas de gran hermosura en la historia de la iglesia. Debido a la capacidad
limitada del recinto para muchos actos de cualquier índole, el gobernador
eclesiástico del Obispado Nivariense, José Martín Méndez, en oficio de 25 de
mayo de 1864, cedió el templo parroquial para todas aquellas funciones propias
de su instituto. Se dice que eran tan numerosos sus miembros, que existían dos
secciones una para hombres y otra para mujeres.
Grabado de la Familia Franciscana |
Posee valiosos objetos de culto y el más rico archivo de
todas las fraternidades. En la sala capitular, transformada en museo, encontramos
joyas de extraordinaria importancia artística, social y cultural. Cuenta con un
busto masculino de madera en aceptable estado de conservación atacado por
insectos xilófagos, dalmáticas, capas fluviales, casullas, toisón de oro y
manto del santo, crucifijos, custodia, lámparas, cruz de guía con las
cantoneras e insignia de plata, al igual que las andas de baldaquino con el
mismo metal repujado de orfebres canarios, siendo la pieza principal de la
exposición, así como otros ornamentos y platería diversa. En la misma estancia
nos postramos ante el Grabado de la Familia Franciscana, magistralmente tratado,
siendo calcográfico a buril en cobre sobre un papel verjurado hecho a mano de
singular iconografía y excepcional tamaño, fechado en 1626. Su autoría se debe
al valenciano Fray Vidal de Alcira y está editado en Antuerpiae (Amberes).
Con este sencillo esbozo deseo colocar los eslabones de la
cadena, para que permitan enlazar con una tradición tan fecunda y pensar que su
lectura despierte en muchas generaciones la más generosa respuesta de continuar
su obra para practicar el mandato del Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario