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domingo, 19 de enero de 2025

ORADOR BRILLANTE Y RELEVANTE POLÍTICO

           Sin demora, me pongo a escribir una biografía de un gran orador palmero y brillante en su locución personal, dirigida a todos los públicos, que se prestaban a escucharle, ansioso y de un elevado nivel cultural, selecto y único en cualquier estamento en el saber y madurez intelectual, en los círculos sociales. Fue una figura clave en la sociedad canaria y cultura de Cuba. Una mente privilegiada para la época en que le tocó vivir, sobre todo, de un elenco particular digno de tener en cuenta en un momento determinado. Prestigioso conferenciante, siempre a la altura de sus conocimientos, fiel reflejo de un bagaje adquirido a través de sus estudios.

Tomás Felipe Camacho (1886-1961), nació en Santa Cruz de La Palma el lunes, 13 de septiembre del año referente. Estudió bachillerato en la ciudad del Adelantado, San Cristóbal de La Laguna, isla de Tenerife, emigrando posteriormente a la isla caribeña, la ‘Perla del Caribe’, Cuba, donde desarrolla una intensa actividad literaria, tanto en prosa como en verso, colaborando con distintos medios periodísticos como El Fígaro, La Lucha, El Día, Diario de la Marina, El Mundo… y en la revista Carteles entre otros medios cubanos. Destacando con un alto espíritu combativo en las Letras y Artes, desarrollando un gran exponente en el mundillo de la Literatura hispanoamericana. En 1906, es fundador de la Asociación Canaria, institución que presidirá hasta 1945 y en donde dirigirá con Manuel Fernández Cabrera la revista Cuba y Canarias, de dicha institución. En 1911, será redactor del diario Cuba. En 1915, será concejal del ayuntamiento de Saua la Grande. Miembro de la Asociación de Hacendados y Colonos, participa en la regulación del cultivo y explotación del comercio azucarero, desde 1937.

     Paralelamente estudia la carrera de Derecho en la universidad de La Habana, doctorándose en 1912, con excelentes cualidades de buen estudiante y amante de compartir el aprendizaje adquirido con verdadera pasión de transmitir lo aprendido. Tarea ejercida con plena responsabilidad, ejemplo de una maravillosa labor en todas sus facetas, que lo consagran al más alto nivel del reconocimiento universal. Fue tan grande su fama y nombre en su profesión de abogado u hombre de leyes que abrió varios bufetes en diferentes sitios de La Habana, hasta que alquiló la tercera parte de las oficinas del edificio sito en O´relly, número 108, por más de 20 años, consiguiendo así reunir en un solo punto su empresa de abogacía.

                              Fue, también, un destacado político, apoyando incondicionalmente al partido liberal, que haría presidente de la República a Gerardo Machado, desde 1925 a 1933, llegando a ser asesor jurídico de la campaña del mismo a la Presidencia cubana. Forma parte del grupo de abogados de la universidad de La Habana que firma el manifiesto de 1930, en favor del presidente, con cuyo gobierno llegaría a ser asesor de Obras públicas.

                              Sobresalió por su buena oratoria, principalmente notable, siendo elogiado por tal cualidad como poseedor de un máximo rendimiento social y cultural, admirable con una capacidad extraordinaria para hilvanar y desarrollar debates y discursos grandilocuentes en extensión y distinción, tanto políticos como académicos.

                              Fue una figura clave en la cultura cubana, desde vicepresidente de la Asociación y del Ateneo Canario de La Habana, en 1927, hasta consultor del actual Museo Nacional de Bellas Artes, pasando por fundador y posteriormente presidente de la Asociación Canaria, haciéndose notar su presencia en todo momento por su impecable canarismo.

     Miembro de la Sociedad Cubana de Orquídeas, afiliada a la American Orchid Society y a la Eastern Orchid Congress, tras la muerte de su hija en un complicado parto. Su  gran pasión era la enorme cantidad de orquídeas, cultivando muchísimas variedades, que le hizo ser reconocido como gran maestro en el maravilloso mundo vegetal, florístico ornamental, pero de manera inesperada sufrió una transformación por lo que tras la muerte de su hija Pilar, en 1943, y de su esposa, en 1946, se refugió en las Lomas de Soroa, al oeste de La Habana, dentro del territorio de la Reserva de la Biosfera Sierra del Rosario, donde las aguas del río Manantiales se precipitan a 22 metros de altura formando un bello salto o cascada. concibiendo un fantástico Jardín Botánico de Orquídeas y plantas exóticas, que se convertiría en uno de los más importantes de la ciudad habanera y del mundo. Esta colección de decenas de miles de plantas solo pudo sobrevivir hasta que triunfó la revolución comunista de Fidel Castro (1926-2016), en 1959, ya que antes de ver confiscado y perdido su vergel, lo cedió al nuevo régimen antillano con el fin de que se conservara en lo posible, poco antes de su salida del país con destino a las Islas Canarias. Noviembre, es el mes en que las orquídeas florecen con todo su esplendor. Visten sus mejores galas para homenajear a su padre y mecenas. 

           Felipe Camacho falleció en Santa Cruz de Tenerife el viernes, 17 de noviembre de 1961, según la fecha de referencia, que consta en el expediente de defunción en los distintos estamentos judiciales, municipales y parroquiales, sin antes sufrir en su propia desolación la separación de lo más deseado y cautivador de su existencia terrenal, alejado de su ´patria chica’, visitando su isla natal en el año lustral de 1955, disfrutando de las fiestas de la Bajada de la Virgen de Nuestra Señora de Las Nieves, Patrona palmera.

                              Entre otros galardones recibidos en vida, sobresale la concesión de la Encomienda de Número de la Real y Americana Orden de Isabel la Católica.

                              Subiendo hacia el barrio de ‘La Canela’, San Sebastián, por la calle Adolfo Cabrera Pinto, número 28, frente a la bifurcación con la de Pedro Poggio, nos encontramos un inmueble, donde se halla expuesta en la pared una placa conmemorativa de mármol blanco, que dice:

CASA DONDE NACIÓ EL 13-9-1886

EL DR. DON TOMÁS FELIPE CAMACHO,

TRIBUTO DE ADMIRACIÓN

DEL EXCMO. CABILDO INSULAR

DE LA PALMA

AL ILUSTRE HIJO DE ESTA CIUDAD

EXPONENTE DE LA HISPANIDAD

Y HONOR Y GLORIA

DE LOS CANARIOS EN CUBA

17 DE JULIO DE 1955

                              Escritor y político en su isla natal conoció de cerca la vida rural y el cultivo de la caña de azúcar. Fue un poeta temprano con dotes intelectuales que le dieron cierta personalidad para la rima de versos y estrofas. En 1905, se trasladó a Cuba, en busca de su padre que había emigrado antes, siguiendo su actividad como vate.

         Logró reunir una valiosa colección de obras de arte y ayudaría a cursar estudios superiores a varios artistas cubanos. Fue vicepresidente del Patronato Pro-Música Sinfónica y primer presidente del Patronato Pro-Museo Nacional. Por este tiempo ostentaba el cargo presidencial y propietario único de la empresa urbanizadora Prados Altos S. A.

     Considerado entre los más acaudalados hombres de Cuba, llegó a tener una formidable y admirada colección de arte universal, reconociéndosele como uno de los filatelistas más distinguido del archipiélago caribeño.

                              El poeta, narrador, periodista, orador, político, coleccionista de arte y empresario fue una de las personalidades más destacada e influyente de cuantos se forjaron en la emigración canaria a Cuba, sobre todo, por ser librepensador.

         En ese entonces conoció a su esposa y su futuro suegro, Domingo León González, rico tinerfeño, le exige obtener unos estudios universitarios como requisito ineludible para contraer matrimonio con su hija. Así lo hizo a los 27 años con Pilar Demetria León Toledo, teniendo cuatro hijos.

          Entre sus vínculos sociales podemos resaltar la amistad personal mantenida con sus amigos el novelista norteamericano, Premio Nóbel de literatura en 1954, Ernest Miller Hermingway (1899-1961) y la escritora cubana Dulce María Loynaz (1902-1997), Premio Miguel de Cervantes en 1992.

                              En carta enviada por su amigo Antonio Perera, fechada el 11 de diciembre de 1991, a Yoya Gómez, trabajadora del jardín botánico, informándole de la muerte de Tomás Felipe Camacho, mientras visitaba la isla de Tenerife, con estas palabras: ‘[…] ahora lucía muy bien y estaba lleno de esperanzas de pronto irse a reunir con sus hijos, todos en los Estados Unidos, y volver a Cuba. ¡Pero no lo quiso Dios así!’.

          Visitar el jardín ‘Pilila’ en noviembre es encontrar la figura de Felipe Camacho desde que escuchamos el cantar de las aves hasta que nos envuelve la atractiva belleza de una orquídea o las historias de Agapito, su eterno ayudante y guardián de aquellas flores, que permanece vigilante en lo alto de una roca, donde reside, pendiente del ir y venir, del más mínimo detalle, de aquella hermosa región occidental que, según dijera Camacho, es la más parecida de Cuba a su querida isla de La Palma.

                              Casi finalizando, nos referiremos a la visita de Tomás Felipe Camacho a la ciudad norteña de Los Realejos, cuna de su suegro, para conocerla in situ. Una vez recibido a las 12 horas del mediodía en la plaza de Viera y Clavijo, acompañado por Carlos González Martínez, cónsul de Cuba en Tenerife, José Clavijo, presidente del Cabildo, y de su amigo Antonio Perera, fue presentado a las autoridades locales ahí presentes al frente del alcalde y concejales del ayuntamiento. Una vez concluido el protocolo pertinente de visitas y almuerzo, la comitiva marchó hacia Icod el Alto y la Cruz Santa para contemplar la panorámica vista desde esa altura del Valle de La Orotava.

                              Un canario ilustrado del siglo XX. Un poeta que hizo su poema más bello inspirado en los árboles, las flores y las piedras en recuerdo de su esposa e hija. Honor a quien honor merece: Aniversario del fallecimiento.     

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