Tomás Felipe Camacho (1886-1961), nació en Santa Cruz de La Palma
el lunes, 13 de septiembre del año referente. Estudió bachillerato en la ciudad
del Adelantado, San Cristóbal de La Laguna, isla de Tenerife, emigrando
posteriormente a la isla caribeña, la ‘Perla del Caribe’, Cuba, donde
desarrolla una intensa actividad literaria, tanto en prosa como en verso,
colaborando con distintos medios periodísticos como El Fígaro, La Lucha, El
Día, Diario de la Marina, El Mundo… y en la revista Carteles entre otros medios
cubanos. Destacando con un alto espíritu combativo en las Letras y Artes,
desarrollando un gran exponente en el mundillo de la Literatura
hispanoamericana. En 1906, es fundador de la Asociación Canaria, institución que
presidirá hasta 1945 y en donde dirigirá con Manuel Fernández Cabrera la
revista Cuba y Canarias, de dicha institución. En 1911, será redactor del
diario Cuba. En 1915, será concejal del ayuntamiento de Saua la Grande. Miembro
de la Asociación de Hacendados y Colonos, participa en la regulación del
cultivo y explotación del comercio azucarero, desde 1937.
Fue, también, un destacado político, apoyando
incondicionalmente al partido liberal, que haría presidente de la República a
Gerardo Machado, desde 1925 a 1933, llegando a ser asesor jurídico de la
campaña del mismo a la Presidencia cubana. Forma parte del grupo de abogados de
la universidad de La Habana que firma el manifiesto de 1930, en favor del
presidente, con cuyo gobierno llegaría a ser asesor de Obras públicas.
Sobresalió por su buena oratoria, principalmente notable,
siendo elogiado por tal cualidad como poseedor de un máximo rendimiento social
y cultural, admirable con una capacidad extraordinaria para hilvanar y
desarrollar debates y discursos grandilocuentes en extensión y distinción,
tanto políticos como académicos.
Fue una figura clave en la cultura cubana, desde vicepresidente
de la Asociación y del Ateneo Canario de La Habana, en 1927, hasta consultor
del actual Museo Nacional de Bellas Artes, pasando por fundador y
posteriormente presidente de la Asociación Canaria, haciéndose notar su
presencia en todo momento por su impecable canarismo.
Entre otros galardones recibidos en vida, sobresale la
concesión de la Encomienda de Número de la Real y Americana Orden de Isabel la
Católica.
Subiendo hacia el barrio de ‘La Canela’, San Sebastián, por
la calle Adolfo Cabrera Pinto, número 28, frente a la bifurcación con la de
Pedro Poggio, nos encontramos un inmueble, donde se halla expuesta en la pared
una placa conmemorativa de mármol blanco, que dice:
CASA
DONDE NACIÓ EL 13-9-1886
EL
DR. DON TOMÁS FELIPE CAMACHO,
TRIBUTO
DE ADMIRACIÓN
DEL
EXCMO. CABILDO INSULAR
DE LA
PALMA
AL
ILUSTRE HIJO DE ESTA CIUDAD
EXPONENTE
DE LA HISPANIDAD
Y
HONOR Y GLORIA
DE
LOS CANARIOS EN CUBA
17 DE JULIO DE 1955
Escritor y político en su isla
natal conoció de cerca la vida rural y el cultivo de la caña de azúcar. Fue un
poeta temprano con dotes intelectuales que le dieron cierta personalidad para
la rima de versos y estrofas. En 1905, se trasladó a Cuba, en busca de su padre
que había emigrado antes, siguiendo su actividad como vate.
Considerado entre los más
acaudalados hombres de Cuba, llegó a tener una formidable y admirada colección
de arte universal, reconociéndosele como uno de los filatelistas más
distinguido del archipiélago caribeño.
El poeta, narrador,
periodista, orador, político, coleccionista de arte y empresario fue una de las
personalidades más destacada e influyente de cuantos se forjaron en la
emigración canaria a Cuba, sobre todo, por ser librepensador.
Entre sus vínculos sociales
podemos resaltar la amistad personal mantenida con sus amigos el novelista
norteamericano, Premio Nóbel de literatura en 1954, Ernest Miller Hermingway
(1899-1961) y la escritora cubana Dulce María Loynaz (1902-1997), Premio Miguel
de Cervantes en 1992.
En carta enviada por su amigo
Antonio Perera, fechada el 11 de diciembre de 1991, a Yoya Gómez, trabajadora
del jardín botánico, informándole de la muerte de Tomás Felipe Camacho,
mientras visitaba la isla de Tenerife, con estas palabras: ‘[…] ahora lucía muy
bien y estaba lleno de esperanzas de pronto irse a reunir con sus hijos, todos
en los Estados Unidos, y volver a Cuba. ¡Pero no lo quiso Dios así!’.
Casi finalizando, nos referiremos a la visita de Tomás Felipe Camacho a la ciudad norteña de Los Realejos, cuna de su suegro, para conocerla in situ. Una vez recibido a las 12 horas del mediodía en la plaza de Viera y Clavijo, acompañado por Carlos González Martínez, cónsul de Cuba en Tenerife, José Clavijo, presidente del Cabildo, y de su amigo Antonio Perera, fue presentado a las autoridades locales ahí presentes al frente del alcalde y concejales del ayuntamiento. Una vez concluido el protocolo pertinente de visitas y almuerzo, la comitiva marchó hacia Icod el Alto y la Cruz Santa para contemplar la panorámica vista desde esa altura del Valle de La Orotava.
Excelente trabajo
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