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domingo, 26 de enero de 2025

POLÍTICO, JURISTA, DIPUTADO Y SENADOR EN LAS CORTES

                      Nacido en Santa Cruz de La Palma, según la fuente de información consultada, el jueves, 8 de enero de 1863, o en 1865, hay una dualidad de fecha, pero me inclino por la primera como cierta. Fue diputado o senador en las Cortes en numerosas ocasiones, por circunscripciones distintas canarias y director general de Bellas Artes. Hizo gala de manera altruista de la filosofía de su partido conservador, obteniendo el apoyo de sus compatriotas, compañeros, de forma incondicional a toda regla y de ocasiones presentadas, dentro y fuera, de los hemiciclos o cámaras legislativas. Poseía múltiples ocupaciones, que ejercía indistintamente siempre cuando el tiempo se lo permitía, como la de pintor, abogado y coleccionista. Además, fue miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación del Cuerpo Facultativo de archiveros, bibliotecarios y arqueólogos, desde 1895.

                              Pedro María Poggio Álvarez (1863-1929), que fue el primer director general de Bellas Artes, cargo para el que salió designado, en 1915, falleció en la capital de España, Ciudad de Madrid, el miércoles, 8 de mayo de 1929. Una calle del centro de la capital insular, ciudad natal, cercana a la parroquia matriz de El Salvador, entre las homólogas de Pérez Volcán y Cabrera Pinto, lleva su nombre.

                              Siendo Diputado y orador sobresaliente con un excelente currículum, que le valió el más notable reconocimiento entre sus paisanos, amigos y destacadas figuras de alto nivel en la política española de ese entonces, esparcidas por todo el país que, por lo tanto, logró decisivas obras para la isla canaria de La Palma.

                              Haremos una descripción de la vía mencionada para tener memoria de tal ilustre personaje palmero, que destacó con maestría y buen quehacer en cualquier sentido de la vida social, labrándose para sí una extensa y valiosa reputación.

          En relación del primer callejero de la capital, en 1865, conservó su nombre tradicional hasta que se le cambió por Pedro Poggio, en 1900, a fin de perpetuar la memoria del político, que nació en un inmueble de la presente calle que se está historiando y, también, Los Llanos de Aridane le ha dedicado otra arteria urbana en reconocimiento por haber conseguido la creación del partido judicial y categoría de ciudad.

                              Realizó sus estudios en el colegio de Segunda Enseñanza Santa Catalina, continuando En el Instituto General y Técnico de la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, isla de Tenerife.

                              Cursó la carrera de Derecho y se doctoró en la universidad Central de Madrid, ingresando seguidamente en el cuerpo de archiveros, bibliotecarios y arqueólogos.

           Fue diputado a Cortes por La Palma, permaneciendo en el Parlamento, prácticamente, las dos primeras décadas del siglo XX. Orador elocuente y de verbo fácil, se dio a conocer en su isla natal, actuando en muchas ocasiones, sobre todo, en la Sociedad La Unión. Colaboró, igualmente, en varios periódicos de tirada nacional de la capital del país, abarcando todos los géneros literarios y estilos como, por ejemplo, en prosa en el que se le editó el trabajo ’50 académicos’, en 1887, todo un campo de semblanzas. Otras ediciones fueron: ‘El hombre ante el progreso’, un poemario titulado ‘Enseñanzas y desengaños’ y ‘En defensa de Canarias’, discurso, en 1911.

                              Gracias a su gestión, se continuó decisivamente con la carretera general del sur; la instalación del faro de Fuencaliente de La Palma; con la ampliación del puerto y la creación del museo de Bellas Artes capitalino.

                              Fue distinguido con varias condecoraciones, entre ellas destacan la de Caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos III y la de Isabel I de Castilla, La Reina Católica y, por último, el Excmo. Cabildo Insular de La Palma le honró, nombrándolo Hijo Predilecto, en 1912.

        Paseando por ese corto y céntrico trazado ciudadano nos encontraríamos con un inmueble, número 5, que fue vivienda en donde nació Pedro Poggio, y que, posteriormente, existió una fábrica de tabacos La Africana, cuyo solar, actualmente, lo ocupa un moderno edificio de instalaciones telefónicas, que fue propiedad de Juan Cabrera Martín (1838-1916). La vitalidad y genio del célebre comerciante en el ámbito comercial isleño, dice uno de sus muchos biógrafos, se han manifestado en el terreno industrial.

      Un poco más arriba, encontramos otro inmueble, número 10, en el lado opuesto de la calle, tratándose de una casa doméstica, burguesa o señorial, del XIX, de estilo canario en la que predomina la madera de tea en puertas, ventanas, pavimentos y estructuras de cubierta. Se dispone de una vivienda de tres plantas con un pequeño patio interior, galería perimetral al patio, un balcón que da a un homólogo del anterior, anejo a la construcción que debió ser terreno o huerta de la misma. Las ventanas de guillotina en cuyo antepecho y por la parte interior dispone de asientos de forma de riñonera, así como una bella escalera de pino-tea, que permite el acceso desde la planta baja a las altas o a las de arriba. Su edificación se realizó por Pedro Díaz del Castillo, utilizándose originalmente, con material tradicional, como residencia familiar y, posteriormente, fue de uso público, instalándose en ella los Juzgados, Correos y la Academia de Enseñanzas Libres Pérez Galdós, hasta que fue adquirida por el Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos, en 1988, para destinarla a sede colegial y delegación en La Palma. Una vez acabada las reformas fue inaugurada el domingo, 21 de marzo de 1999.         

                              Hijo de Félix Poggio Lugo, pintor autodidacta, y de Josefa Álvarez Massieu. Su padre impulsó en La Palma el cultivo del tabaco y estableció la primera fábrica para su elaboración, promoviendo el fomento de la exposición de conservas como medio de incrementar los recursos industriales de la misma. Contrae matrimonio con María Concepción Lobón en la villa y ciudad de Madrid, capital del país, en donde se avecinaron definitivamente y dejaron sucesión.

        Con motivo de su fallecimiento el Diario de Avisos (da), decano de la prensa de Canarias, el lunes, 24 de noviembre de 1924, decía al respecto, lo siguiente: ‘El dominio de su amor a las bellas artes, sus preciosos cuadros y magníficos retratos eran por su técnica, colorido y exactitud, sumamente apreciados’. Tanto su padre y él fueron referentes como pintores vocacionales, vagamente ubicados en un determinado estilo pictórico, cuyo trato dado en la historia de la pintura a los presentes, padre e hijo, no ha sido justa en el estudio de su personalidad artística hallada en el movimiento post impresionista (M. Tarquis, en 1949).

                              A su incondicional gestión se debió el Museo Provincial de Bellas Artes en Santa Cruz de La Palma, en 1913, por el que se trasladó una serie de cuadros en depósito de los museos de arte moderno de Madrid y el del Prado. Hay que reseñar, además, la donación de más de 200 cuadros de su propiedad.

                              Político, preocupado por la cultura y el arte, entre sus actuaciones sobresale la creación de una biblioteca pública en villa de Mazo, en 1897, municipio para el que consiguió, además, la construcción de un faro. Por las diversas actividades realizadas, Mazo le nombró Hijo Adoptivo.

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