fecha

 

martes, 8 de enero de 2013

LAS MONJAS CATALINAS EN SANTA CRUZ DE LA PALMA

Ex-convento de Santa Catalina de Siena. Santa Cruz de La Palma
                             Contar las vivencias acaecidas en el transcurso del tiempo, antes que los hechos del pasado, es algo distinto a lo relatado en la literatura en muchos momentos. Es empezar un film por el final. El presente es la expresión material de una experiencia juvenil, que muestra el interés de la memoria histórica a una institución religiosa con paso firme, haciéndose necesario el ingenio de convertir en real lo vivido.
                             La plaza de Santo Domingo me trae abundantes recuerdos de mi niñez y juventud cuando paso por ella, diariamente, de camino a mi domicilio familiar. Antaño fue de tierra, arbolada y con un encanto peculiar en su configuración, dándole un cierto aire de abolengo y popularidad en el ambiente ciudadano y festivo. Al igual que yo, muchas generaciones de correligionarios míos, jugaron en ella y en sus aledaños envueltos en el bullicio de la chiquillada de entonces. En un lado u otro, sólo había viejas construcciones conventuales y casas de respetados apellidos. Frente al recinto público, junto a la calle Fernández Ferraz, existió un edificio de paredes centenarias, siendo el exconvento de Santa Catalina de Siena de madres dominicas. Formó un complejo arquitectónico arraigado a la fe cristiana junto al otro de la Orden de Santo Domingo de Guzmán, padres predicadores, del homólogo de San Miguel de las Victorias.
Capilla de Santo Domingo de Guzmán
                             Una vez desamortizado, posiblemente en 1834 a través del Ministro Mendizábal, corrió la misma suerte que los demás y fue cedido al Excmo. Ayuntamiento de esta ciudad por Real Orden de 15 de febrero de 1842. En él, según mis conocimientos existenciales, se ubicó primeramente un destacamento militar hasta que el Ejército de Tierra se reubicó en el acuartelamiento de El Fuerte (Breña Baja). Por último, antes de ser derruido para construirse el Grupo Escolar Sector Sur o Pérez Andreu, actual Concejalía de Cultura y Escuelas Municipales, a finales de la década de los cincuenta, estuvo la prisión.
                             Su antigua fachada tradicional albergaba encima de la puerta principal de un arco de medio punto, mirando al sur, la leyenda “TODO POR LA PATRIA” y, posteriormente, CÁRCEL. Normal por los cuerpos institucionales que regentaron el recinto desacralizado.
                             Eran, dentro del organigrama de la Iglesia Católica, monjas de clausura en misión contemplativa. Las primeras provinieron de la congregación religiosa de La Laguna (Tenerife). Inmediatamente surgieron numerosas vocaciones, que en el interior de los muros, por el tratamiento concedido y las atribuciones al rango familiar, se concebía “una ciudad dentro de la ciudad” por las celdas o habitaciones dormitorio y la servidumbre a ellas, novicias y profesas, asignadas en convivencia.
                             Fundado el 13 de enero de 1624 por don Alonso de Castro Vinatea y su esposa doña Isabel de Espíritu Santo Abreu, en terrenos y casas de su propiedad. El nombre de la calle Huertas, paralela a la de San Sebastián (Camino Real hacia el Valle o La Banda por la cumbre), surge por el oficio desarrollado en tales lindes, y la de San Miguel se llamaba el Callejón de las Monjas. El nuevo trazado urbano afectó al cenobio claustral y de hecho su capilla-iglesia desapareció al ampliarse la calle Virgen de La Luz y, consecuentemente, su plaza donde posteriormente se fabrica el Circo de Marte. El 8 de abril de 1870 comenzaron las obras para dedicarla a tal fin, aunque se inauguró como gallera (competición de peleas de gallos) para el entretenimiento de los lugareños. La primera representación teatral se celebró en el ya llamado Teatro con la compañía de Mme. Turnour.
Los Remedios. Los Llanos
                             El templo era de una sola nave paralela a la plazoleta, manteniendo la disposición de las iglesias monjiles, propia para tales menesteres de servicio, de gran aseo para el Culto Divino y bien alhajada, viva imagen de las pretensiones de calidad y nobleza de sus moradoras, que daba al lateral del saliente mediante dos puertas gemelas, coronadas por los escudos  en mármol blanco pertenecientes a los Señores Fundadores y que se encuentran en la Real Sociedad La Cosmológica (1881). Es semejante a la de Nuestra Señora de los Dolores del complejo fundacional de Santa Clara (Hospital de Dolores). Su Retablo Mayor se halla en la parroquia de la Patrona de Los Llanos de Aridane, Nuestra Señora de Los Remedios, donde se venera el Señor del Huerto.
La Palmaria. Cosmológica
                             La parte alta de la ciudad, sobre el puerto y con hermosas vistas, como se indica en varios documentos escritos y descriptivos, adquirió gran importancia con las fundaciones reseñadas y que una excepcional panorámica de la capital palmera desde el mar, realizada en acuarela y tinta sobre papel en el último tercio del siglo XVIII (La Palmaria), fondos antiguos de la mencionada entidad cultural, nos muestra lo desaparecido sobre una pétrea atalaya. José de Viera y Clavijo (1731-1813) en sus Noticias nos dice: “pero lo restante del pueblo está en la ladera, como en anfiteatro, con callejuelas muy pendientes y de molesto piso”.
                             Las religiosas redactaron una carta a las autoridades eclesiásticas en 1719, mostrando su desconsuelo por no contar con un trono dorado en el frente, principal del recinto sacro, deseando como los que se fabricaban en Tenerife, para festejar a su santa Madre y Patrona y, también, recibir decorosamente a la Virgen de Las Nieves en sus Bajadas.      
                             En el inventario practicado con motivo de la primera supresión de dicho inmueble, datado el 26 de mayo de 1826, se hace referencia a que en el retablo dorado del altar mayor habían y, actualmente, los hay en la primera y tercera calle del segundo cuerpo unas pinturas sobre tablas de Santo Tomás y San Vicente Ferrer, santos preclaros de la Santa Regla, vistiendo el hábito con escapulario blanco y amplias capas negras, siendo autor Bernardo Manuel de Silva Pérez (1655-1721). Utilizó para tales menesteres los mismos tipos ornamentales con motivos básicos, como tallos envolventes en roleo revestidos de hojas, dispuestos en formaciones geométricas y ritmos repetitivos. Las hornacinas se decoran con fondos portugueses, gruesa ejecución con gamas cromáticas combinando el rojo, verde y amarillo, a semejanza del que preside la antigua ermita de San José de Breña Baja, quedando patente su calidad de buen dibujante. En los dos nichos laterales con cristales se encontraban Santa Catalina (Titular del complejo edificado) y Santo Domingo, ambos fundadores, según consta en el legajo “Catalinas” del Archivo Parroquial de El Salvador.
Santa Catalina
                             Catalina Benincasa, más conocida como de Siena, nació en dicha ciudad el 25 de marzo de 1347. Pertenecía a una familia de la clase media, compuesta de fontaneros y notarios. Hija, vigésimo tercera, junto a una hermana gemela, que vivió pocos meses, de un total de veinticinco hermanos. Su padre era tintorero  y su madre hija de un poeta local. No tuvo una educación formal. Desde muy temprana edad fue notable su inclinación por la soledad y la oración. A los siete años se consagró a la mortificación e hizo votos de castidad. Sus inadvertidos padres cuando, aún, tenía doce hicieron planes de matrimonio, pero ella se cortó sus cabellos encerrándose con su rostro cubierto de un velo. A reglón siguiente se le posó una paloma en su cabeza mientras oraba, convenciendo al progenitor cual era la vocación de la pequeña.
                             A los dieciocho tomó el hábito de la Orden Tercera de Santo Domingo de Guzmán, sometiéndose en solitario al cilicio, instrumento visiblemente expuesto en la iglesia con su advocación (Santa Catalina de la Noche del complejo de Santa María de la Escala), y a prolongados periodos de ayunos, que, sólo, muchas veces se alimentaba con la Eucaristía.
Santa Catalina. Detalle
                             En 1370 recibió numerosas visiones del infierno, purgatorio y cielo. Escuchando la indicación de dejar sus intensos retiros espirituales, se dedicó a entablar correspondencia con autoridades italianas por la paz y el regreso de Gregorio XI a Roma y reformar la clerecía y administración de los Estados Pontificios. En la basílica del Santo Fundador de Siena tuvo otras como la de Cristo en su trono con San Pedro y San Pablo, que describió en sus cartas y llamó “Matrimonio Místico” con el Señor. Durante la peste de 1374, a pesar de haber enfermado, socorrió a los más necesitados.
Santa Catalina. Detalle
                             En el cuarto domingo de Cuaresma, Pisa en 1375, recibió los estigmas de la crucifixión y en junio del año siguiente marchó a Avigñon (Francia) como embajadora para obtener la amistad de Florencia con el papado, que fue interrumpida por algunos sediciosos, aunque en 1377 retornaron los papas a la Ciudad Eterna.
                             A consecuencia del cisma de los antipapas apoyó a Urbano VI, muriendo en el centro de la cristiandad (Roma), el 29 de abril de 1380, y fue sepultada en el solar de Santa María Sopra Minerva en dicha urbe. Su cráneo ha sido depositado en el principal templo de su pueblo natal en 1384 y un pie se halla en Venecia. Pío II la canonizó en 1461 y Urbano VIII fijó su fecha en el calendario, el 30 de abril. Junto con Santa Teresa de Jesús y Santa Teresita del Niño Jesús, en 1970, Pablo VI la elevó al rango de Doctora y, por último, el beato Juan Pablo II, en 1999, la consagró co-patrona de Europa. Su obra escrita resalta en los seis “Diálogos sobre la Providencia de Dios”, escritos en los cinco días de éxtasis, del nueve al catorce de octubre de 1378; un discurso sobre la Anunciación de la Virgen y trescientas sesenta y cuatro cartas, ejemplos de la literatura Toscana vernácula.             
                             La imagen de la fundadora es de candelero, depositada en la vecina iglesia de Santo Domingo junto al altar y capilla del mismo, enviada de La Habana en 1779 por Francisco Brito y Leal. Representa a una joven con boca entreabierta con expresión cabizbaja y pensativa, actitud absorta, dispuesta a aconsejar. Se muestra de pie, contemplando el crucifijo, y con los estigmas de la pasión de Jesucristo en sus manos. Era considerada una de las mujeres más notable de la época y consejera de papas y reyes. Sin autoría conocida, es del siglo XVIII y de estilo barroco. Su material es madera policromada con una medida de 133 cm (1,33 m).
                             Su estado de conservación era malo, según el informe y reconocimiento en marzo de 2007, y a partir de abril del mismo año fue restaurada por el palmero Domingo Cabrera (1971), Domingo José Cabrera Benítez, restaurador e imaginero, Licenciado en la Escuela Superior o Facultad de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría por la Universidad de Sevilla.
Arcángel San Rafael
                             La situación de la imagen era bastante estable, ya que no presentaba pérdidas importantes. La mano derecha carecía de su correspondiente pieza metálica simulando el estigma, dejándose tal cual estaba, ya que actualmente no presenta ningún obstáculo para la correcta lectura y, además, atestigua su historial material. En su soporte, de cintura para abajo, se utilizó madera de caoba, sustituyendo el antiguo, inmune al ataque de insectos xilófagos, conservando las mismas medidas y proporciones del original. El resto de la efigie está tallada en cedro cubano de aspecto rojizo y con mucha ductilidad para el empleo de las gubias. Hay que recalcar que las zonas más blandas fueron carcomidas. Se preparó lo necesario o estuco para la consolidación de las partes que lo requiriesen, garantizando la fijación como se ha venido aplicando tradicionalmente a las obras de arte occidental, de color blanco y adherente, relativamente aceptable. Se indica que el tratamiento de la reintegración se hizo con los materiales de costumbre como sulfato de cal, aglutinado con cola animal y convenientemente previsto de fungicidas dando su máxima perdurabilidad. Posteriormente, se procedió al enrasado al nivel de la película pictórica propia de la devoción popular, que estaba afectada por agentes externos y manipulación humana. Fue talla de culto procesional de Semana Santa, figurando como una de las llamadas “Tres Marías” del Viernes.
Santa Rita de Casia
                             La policromía, que no se apreció repintes, sufría pérdidas por desgastes y roces en la cabeza, sien y manos por el uso de alfileres, la incorrecta colocación de sus atributos iconográficos, presencia de hongos, humedad ambiental de estar cubierta por la toca reglar. Se encontraron suciedad acumulada y depósitos de cera, ejecutándose la limpieza general mediante catas. Por supuesto, que se acometió siguiendo los criterios de diferenciación, inalterabilidad y reversibilidad empleando la técnica del “rigattino”, que permitirá observar el conjunto de lo antes indicado, integrando las lagunas existentes y, finalmente, protegerla.
                             Habiendo recibido culto Santa Rita de Casia, Patrona de las viudas y de los casos imposibles, entronizada por Fray Juan de Guisla y Acuña, hacia 1730, se halla en un pequeño altar en la vecina iglesia del XVII. Se sigue celebrando su onomástica, 22 de mayo, con la bendición y reparto de las rosas.
Custodia de plata
                             Continuamos con el destino de varias posesiones, no de todas. La ermita de San Sebastián guarda cuatro lienzos de gran tamaño de Juan  de Silva Vizcaíno (1687-1751), hijo del anterior artista, figuras aisladas y caminando como si formaran parte de un cortejo procesional. Representan al apóstol Santiago Peregrino, San Cristóbal y a los Arcángeles Gabriel y Rafael.
Cruz ceremonial
                             Vestigio de las grandes riquezas artísticas atesorada es una magnífica custodia venezolana de plata sobredorada de 62 cm de altura con un estuche. Fue hecha en Caracapor Francisco de Landaeta en 1772. Contiene un cerco de piedras azules. Se adjudicó, al igual que la pieza siguiente, a El Salvador, según consta en el inventario de 1851. Además, en dicho recinto, se conserva una bella cruz ceremonial del mismo metal precioso en su color natural. Probablemente, es una obra de orfebrería local, fechada en 1670. Fijándonos en su contorno  nos sorprende por su bella composición, cuyo escuadrón contiene pequeños espejos circulares con decoración grabada y relacionada con la iconografía de la titular y en los ángulos del mismo hay pequeños motivos florales. En el anverso, un busto de la santa estigmatizada y coronada de espinas, abrazando un crucifijo, y, en el reverso, un corazón con cinco llagas sangrantes, una corona espinosa, palma y azucenas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario