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domingo, 11 de enero de 2015

LA HUELLA DEL TABACO EN LA PALMA

Labor artesanal del puro
                              La industria tabaquera fue uno de los negocios más prolíficos  de La Palma durante siglos, con prestigio ganado por su esmerada hechura. Esa especial y ganada fama se puede apreciar investigando la historia del tabaco, anterior a nuestros tiempos en la que fumar era un hábito elegante y glamuroso, cuando no había prohibiciones, ni consignas impresas advirtiendo el prejuicio para la salud pública.
                              La costumbre de saborear un buen ejemplar hecho a mano y con la garantía de ricas hojas se extendió en medio de todas las clases sociales, en reuniones de la alta sociedad y en las tertulias callejeras se disfrutaban de un plácido paseo en solitario o acompañado, que nos lo atestigua gráficamente los grabados de épocas pretéritas o por propia experiencia.
Viejas cajetillas de cigarrillos
                              Las grandes empresas tabaqueras hacían inversiones para adquirir los fardos con la materia prima importados, principalmente, de Sumatra, Camerún, Brasil, Cuba y de otros países si era necesario, según conviniera en ese entonces, para elaborar los cigarros puros, que luego serían distribuidos en  el mercado insular y peninsular. Sus fábricas fueron unas de las más valiosas y productivas del archipiélago compitiendo entre ellas para obtener una estupenda imagen con vista al exterior. Daban empleo a cientos de hombres y mujeres de todas las edades en la primera mitad de la centuria pasada, siendo ellas mayoría, que sólo ellos ostentaban los cargos más relevantes, como el de encargado.
                              La edad de mayor esplendor pasó irremediablemente y, poco a poco, las factorías se fueron quedando sin el apreciado elemento básico para liar y, entonces, una tras otra fueron cerrando, desapareciendo por nuevas construcciones o por reubicación de novedosos aires comerciales.
Secadero de tabaco
                              En nuestra Isla se sustentaban de una producción local en las mejores tierras de cultivo de Las Breñas, Mazo, El Paso y Los Llanos, haciendo que los productos tabaqueros fueran uno de los mejores del mundo, porque esta suprema calidad no viene dada, solamente, por la cuidadosa selectividad, sino por la fundamental destreza de aquellos entendidos en la labor, que consiste en componer una delicada gama de sabores y que se asiente en la tradición, secretos y fórmulas susurradas al oído a quienes saben escuchar y disfrutar de la satisfacción de realizar algo insuperable por la razón de estar atado a la idea de la liga de tabaco.
                              Volviendo a un conjunto de cosas referentes a la actividad nos encontramos una arraigada transmisión de muchas generaciones, casi tantas como años hace que dejó de ser un mato silvestre en el país antillano para convertirse en un cultivo especializado, en donde lo iniciaron los emigrantes isleños, que se establecieron, s. XVI, en las ricas vegas, entre ellos palmeros, llamados vegueros isleños y hemos sido los últimos en conservar el espíritu de aquellos.
Caja de madera para puros
                              En realidad fue una planta desconocida en la Europa del XV. No se conoce nada de su llegada y quienes fueron los primeros cultivadores, simplemente se ha hallado indicios de venta en el XVII por Centroamérica y que hubo siembra a finales del XVIII y a lo largo del siglo siguiente. Es penoso decir que se está extinguiendo por su escasa explotación y rentabilidad ante el dominio competitivo nacional e internacional.
                              Se requiere arte y preparación agrícola hasta una manera de conocimiento de cómo finalizar el arduo trabajo. La paciencia es el principal modo de un cosechero para un intenso cuidado de formar las gavillas, partiendo de un excelente terreno, clima, agua y abono. La fase final es la mejor presentación y confección artesanal con vitolas y elegante empaquetado en cajas, mazos y de cualquier artilugio artístico. Se sigue haciendo a mano, a pesar de las renovadas técnicas mecánicas vanguardistas, o mixta. El pasado nos abre una ventana de nuestra memoria con la añoranza del espontáneo lector y la charla del asiduo amigo.
Museo del Puro. Breña Alta
                              Repartido por la geografía palmense se encuentra su nombre escrito en mayúscula proyectando calidad, prosperidad y bienestar. Breña Alta y Baja son artífices, guardianas de una profesión u oficio, que no importa como se quiera llamar, que enriqueció su economía rural y vecinal. La primera ofrece el Museo del Puro Palmero en el Parque de Los Álamos.
                              Mencionamos con todo merecimiento la antigua Fábrica de Tabaco Capote, S.A., El Paso, abierta durante dos décadas y fundada por los miembros de la familia que le concedió su denominación mercantil. Dio muchos puestos obreros a los habitantes de dicha ciudad y de los municipios limítrofes. No cabe la menor duda que sufragó en parte la penuria y dificultades en días difíciles.
Fábrica. Calle Pedro Poggio
                              La actividad y genio de don Juan Cabrera Martín (1838-1916), propietario de La Africana, comerciante con inteligencia y tenacidad sin igual, fundador de la Casa Cabrera, S.A. y de la que se está celebrando los 150º aniversario de la emblemática empresa, después de implantar esa industria en el suelo canario, aprovechando sus numerosas relaciones mundiales y disponiendo de un capital importante, llegó en pocos años a conquistar mercados rebeldes como América del Sur, Inglaterra, Alemania, Bélgica y en todos los puertos importantes de la costa de África. A cuatro grandes eventos acudió y obtuvo la atención y significación de los Jurados calificadores, demostrando así la razón y justicia con que los fumadores agotaban la existencia de los apreciados artículos, contribuyendo al florecimiento de la región. En el último medio siglo se ha caracterizado por la diversificación del sector propiciado por la aparición de cadenas de distribución y la preferencia del público por otro (tabaco rubio), que ocasionó el cierre y en su solar, calle Pedro Poggio, nº 5, antigua casa de Massieu Sotomayor, se construyó un edificio de fachada moderna, que pertenece a la Telefónica de España. Por último, se estableció en otra propiedad, plaza de San Francisco, desaparecida y que tuvo, sin mal no recuerdo, un pequeño conato de fuego.
La Rica Hoja. Calle Virgen de La Luz
                              Llegamos a la vía que cruza el barrio de San Telmo de norte a sur, Virgen de La Luz, junto a la plaza de Santo Domingo. Al lado del saliente se halla la legendaria Casa Van de Walle, nº 13, Actual Museo de Arte Contemporáneo, que en ella funcionaba La Rica Hoja cuando el inmueble quedó destruido por un voraz incendio ocurrido el domingo, 5 de abril de 1970, a las diecinueve horas, siendo Gabriel Duque Acosta (1930-1987) alcalde de la muy Noble y Leal Ciudad de Santa Cruz de La Palma.        

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