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domingo, 4 de enero de 2015

JUAN DE MIRANDA Y SANTA CRUZ DE LA PALMA

Juan de Miranda. Retrato
                              A lo largo de una dilatada existencia, buscando hasta los inicios del XIX, Juan Buenaventura de Miranda Cejas y Guerra (1723-1805), conocido por el pintor Juan de Miranda, consiguió alcanzar el reconocimiento suficiente a su talento extraordinario, que a su maestría dieron sus coetáneos. Es medianamente percibido entre quien siente interés por el arte canario de la época moderna y, sobre todo, por especialistas y estudiosos de nuestro pasado.
                              El grancanario fue el más notable exponente durante la Ilustración, ya que la prestación dada a él tiene su origen en sus estudios por el arte en Canarias. Poseyó un buen dominio del dibujo y en sus composiciones se valió de múltiples influencias, propias del gusto neoclásico. Los colores cálidos, aplicados lisamente, con pincelada fundida nunca fueron completamente desplazados.
San José. Las Nieves
                              La muerte de su madre y el casamiento de su hija, a partir de 1777, fueron acontecimientos que marcaron la vida del artista, que lo convierte triste, sombrío y excéntrico. Los años setenta y ochenta, se ha considerado como su etapa más floreciente. La clientela no fue exclusivamente tinerfeña, sino de otras islas como La Palma. Desde su juventud mereció la atención de las clases influyentes de la sociedad isleña con las que permanentemente estuvo en contacto.
                              La relación eclesial fue un elemento primordial a la hora de investigar la actividad artística de los pasados siglos por la demanda de trabajos, que exigía la práctica religiosa y que, aún, requería los servicios de él, que no vendría determinado por los encargos de cofradías y hermandades, sino por las solicitudes de óleos y restauraciones hechas a través de las instituciones. Con su espíritu inquieto de renovación e influencia con el clero, depositando su confianza y amistad, llegó a la cercanía de los círculos de la aristocracia y burguesía. Su calidad le hizo gozar de buen prestigio, siendo uno de los primeros artistas isleños consciente de su propio valor. Merecidamente ha sido denominado el “Murillo canario” y principal exponente barroco del XVIII.
San Joaquín. Las Nieves
                              Usó más la tela frente al escaso empleo de la tabla y el mural, aunque su técnica es posible conocerla. Los temas relacionados con Jesucristo suscita el interés los dedicados a la vida pública, infancia y a la Pasión y a los santos con sus características iconográficas o aislados. Muestra especial cuidado el capítulo sobre la Virgen por la que, desde el punto de vista estético, la hace protagonista de cualquier tema en que aparezca, aunque repita un mismo modelo de mujer. Fiel al impulso dado a esta devoción mariana en tiempos de Carlos III, más veces será al modo en que desde el Seiscientos se hizo, rodeada de ángeles; otras haciéndola acompañar de aquel monarca y de su ministro preferido, Manuel de Roda, o con la alegoría de España conforme con el patronato concedido desde 1763.
La Purísima. Las Nieves
                              El retrato ocupa un lugar destacado por la dignidad  con que lo plantea, dándoles a sus personajes la categoría que ellos requerían, sobre todo, en aquellos cuya principal preocupación era comunicar al espectador la clase social, que les correspondían. Los paisajes fueron testimoniales, carecemos de información, que no sea la proporcionada por los fondos de algunas de sus obras. Lo hacía para los salones de las casas principales, algunos tomados de grabados, que conservaba en su poder, y otros de su caprichosa fantasía. En cuanto a los de historia vuelve a ser responsable de las nuevas formas introducidas en el archipiélago.
                              Llegamos a Santa Cruz de La Palma para comentar su presencia en muchas creaciones atribuidas a su quehacer. Ningunas de ellas aparecen firmadas o certificadas documentalmente. Son piezas que desde una observación, seriamente estudiadas, nos conducen a una conclusión convincente.
San Felipe Neri. El Salvador
                              Parroquia Matriz de El Salvador. A buen recaudo está un óleo sobre lienzo (119x95 cm), San Felipe Neri (c. 1782), con toda la circunstancia escénica del martirio,
                              Real Santuario de Nuestra Señora de Las Nieves. Sus autorías nos resultan dudosas por diversas razones. Corresponden a las que se conocen por la cita de algún autor, por reproducciones que no permiten una valoración y filiación  estética o son cuadros que, en tanto no nos aporten algún dato más, pensamos que no encuentran una vinculación directa.
                              - San José con el Niño, óleo sobre lienzo.
                              - El alumbramiento de Santa Ana, óleo sobre lienzo.
                              - San Joaquín con la Virgen Niña, óleo sobre lienzo.
                              - La presentación de la Virgen en el Templo, óleo sobre lienzo.
                              - Purísima Concepción, óleo sobre tabla.
La Inmaculada (c. privada)
                              Colección particular. Hemos llegado al número estelar de los existentes. Se trata de una Inmaculada, óleo sobre lienzo, acompañada de San Miguel en actitud de lucha, iconografía habitual, y al Creador en acción paternal. El Niño se encuentra libre en los brazos de María queriendo unirse a los grupos de ángeles dispersos por la tela. Lo visto anteriormente como la presencia o explosión de gozo celestial es la señal de atribuírselo a Miranda por su parecido y la técnica usada en toda la gama del mismo sentido u objetivo pictórico. Fue restaurado por Domingo José Cabrera Benítez (1971), Domingo Cabrera, restaurador e imaginero, entre los años 1998-1999 en su taller estudio valiéndose de los conocimientos aplicables a un cometido de gran envergadura.
                               Siempre hemos sido prolífero en atesorar las mejores o sí no gran cantidad de producción creativa de grandes maestros locales, nacionales e internacionales como en este caso. Histórica en el tiempo y por su importancia, mostrándonos un sello manifiestamente personal, que incluye su aportación. Sin duda alguna lo más sobresaliente de la investigación y de los contribuyentes flujos del momento, con lo que la llegada de nuestro personaje a los principales medios culturales palmeros no pudo estar mejor arropada en el conocimiento intelectual. Pronto habría ocasión de comprobar su contribución, que no fue reflejo de la casualidad. Ello nos obliga a leer el mensaje y la enseñanza que subyace en sus realizaciones.

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