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Leocrisia Pestana Fierro. La dama de blanco |
Leocrisia Pestana Fierro (1853-1926) fue una mujer adelantada
a sus tiempos, como lo era el Señor Díaz, Manuel Díaz Hernández (1774-1863),
con sus ideas y pensamientos muy diferentes, cuando deberían decir a mi juicio
que se estimaba o se consideraba libre e igual a los hombres de su época,
librepensadora. ¿Tiene mérito? Por supuesto que sí y con tal cualidad merecía
la pena luchar, a pesar de las dificultades surgidas por unos entes sociales
radicales y por otros enemigos adversos a reconocer la verdad por motivos de
envidia u odio, siempre, teniendo en cuenta la marginación de los opositores.
Suscito por criterios propios ser envidiable en su entorno palmero por su
clase, talento y belleza. Proclamó con ímpetu, la inspiración por hombres y
mujeres en libertad de expresión, honrados y de buenas costumbres. En este
trabajo se trata de recuperar la figura rebelde, política y eclesial. En él se
describen sus estudios y el contexto histórico que vivió reflejando, desde el
nacimiento hasta la muerte, inmersa en un medio burgués hostil.
Defendió los estamentos más igualitarios a su condición
femenina y se opuso a las propuestas de la iglesia, que no compartieran sus
deseos de creencia. La libertad, igualdad y fraternidad formó parte de sus
amores predilectos y reconocidos por muchos para ser motivo de homenaje en base
a la concordia, mirando siempre al bienestar del otro y redención del oprimido
por las presiones en contraposición al mal ajeno. Nació y murió en Santa Cruz
de La Palma y desde muy niña se convirtió en una asidua lectora con una pronta
inclinación a la poesía. Su cultura era vasta, sus intenciones firmes y claras,
siendo recordada en su ciudad natal como
una de sus hijas más preclaras.
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La Quinta Verde. Vista parcial |
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Leocrisia Pestana. Posando |
Aquella casona la heredó al morir su hermano Segundo, siendo
ambos masones excepcionales por su actividad intelectual y manifiesta,
adscritos a la logia Abora, convirtiéndola en residencia y en la que recibía
personas ilustres destacadas en el mundillo literario y de otros menesteres,
cubierta de rosales y enredaderas, que trepaban por los muros y que confortaban
su soledad, viuda y sin hijos, en compañía de sus libros, sueños y versos. Una
señora de personalidad muy acusada con carácter jovial, abierta al diálogo. En
dichas dependencias se llegó a celebrar, según la transmisión fidedigna,
reuniones de tipo masónico y refrigerios caritativos a los menesterosos de
cualquier procedencia.
Se le distingue como una inteligente escritora cuando
contempla su existencia. Pudo ser misteriosa, pero se consideró identificarla
como un personaje de leyenda y de cuentos románticos en aquel paraje de
ensueño.
Vino al mundo en la casa de la calle Santiago, nº 43, actual
Pérez de Brito, nº 53, en donde se contempla una nueva edificación con ninguna
placa alusiva a la misma.
Patio interior de la Quinta Verde |
Aún, no se sabe si fue enterrada junto a su esposo, según sus
deseos. Se hizo en el cementerio civil, habiendo un problema de no aparecer su
enterramiento al quererse exhumar su cadáver. En dicho Campo Santo hasta 1930,
cuatro años más tarde, no existe documento acreditativo de registro de
defunciones y puede ser la causa de no constar el lugar, aunque hay una
sepultura señalada en tierra que posee la capacidad de albergar dos cuerpos.
¿Quién era esta privilegiada en medio de un círculo sociocultural
decimonónico? ¿Por qué tantas leyendas han dado de que hablar? Unos decían, que
la habían visto caminando por sus paseos altos y sentada entre las flores o
detrás de las ventanas en las noches iluminadas de luna llena.
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