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domingo, 27 de diciembre de 2020

CONSERVACIÓN PATRIMONIAL EN EL SALVADOR

Parroquia Matriz de El Salvador. Santa Cruz de La Palma
                               El celo por nuestro amor a lo nuestro nos hace ser peculiares, a la hora de actuar con cautela en momentos claves, que no nos sorprende, sino lo contrario, para quedar satisfechos de algo bien ejecutado. A la luz de los círculos sociales salió a relucir la restauración del retablo de San Juan Bautista, el Precursor, de la parroquia Matriz de El Salvador de Santa Cruz de La Palma con la pertinente curiosidad despertada la anterior acometida al gemelo del lado opuesto, del Cristo de los Mulatos o Calvario.                       
                                 En las naves del templo de composición basilical, las respectivas capillas laterales, diseñadas por el inolvidable presbítero José Joaquín Martín de Justa (1784-1843), la del Evangelio, lado izquierdo, la preside la efigie del santo titular adscrita a la influencia de Martínez Montañés, ataviado con pieles y un amplio manto rojo, que se halla en una hornacina central. Con su mano derecha señala el Cordero habitual de su iconografía, que sujeta con la izquierda. Lleva una cruz con filacteria en la que se lee “Agnus Dei”, madera tallada (cedro) y policromada, que mide 120 centímetros, aproximadamente. La no existencia de la falange del delo meñique de la mano derecha y del signo eucarístico, se hizo necesario tallarlos por el imaginero local DOMINGO CABRERA.    
Cartel publicitario
                Se halla constituido por diversos ensambles unidos por espigas o clavos con el fin de contrarrestar los movimientos habituales del material. En la zona de la peana se apreciaba la separación de lo tratado en este párrafo debido a los cambios de temperatura y humedad, así como a la manipulación a lo largo de su dilatada existencia. La carencia observada del estrato superficial se calculó en un 20% con una adhesión en su totalidad con respecto al soporte aceptable.
                              Su presentación fue el jueves, 24 de septiembre de 2020, por parte de los restauradores Domingo José Cabrera Benítez (1971) y Nieves Luisa Cabrera Castro (1972), que llevaron el proceso, siendo una oportunidad para conocer un poco más la riqueza artística y catequética del recinto sagrado.
                              Acentuemos la duración del tiempo transcurrido, sin que no tuviera intervención alguna en mejorar la obra, su conservación y desaparición de los añadidos en pro de la belleza ornamental del conjunto.
                              El estado de conservación era regular y conforme a la introducción hecha en el informe, que dice así: “España fue una de las bases más importantes de la Contrarreforma Católica. Tanto la lucha de los jesuitas españoles en el Concilio de Trento para defender lo indiscutible del dogma, como el poder de la iglesia, marcarían las más notorias características del arte barroco español.
                              Entre otras muchas características barrocas destacamos el carácter sacro de la temática plástica, […] utilización casi exclusiva de la madera, de honda tradición castellana, desarrollo del sentido realista, las imágenes aparecen con ricas vestiduras, más color y pliegues, rostros expresivos […].
                            Dos escuelas destacadas surgen de esa nueva corriente en España: la castellana y la andaluza. […] florecieron también los talleres isleños, que hasta entonces habían permanecido en el anonimato. Santa Cruz de La Palma, junto con La Laguna, Garachico y Las Palmas, se erige en uno de los principales centros artísticos de las Islas Canarias.
                              Una de sus importantes muestras dentro de la suntuosa parroquia Matriz de El Salvador de la capital palmera es el magnífico San Juan Bautista que preside la capilla que lleva su nombre. Su expresión serena y su actitud reposada y majestuosa, que recuerda un idealismo de origen clásico, la bien acabada anatomía de las partes visibles y el magnífico tratamiento de los ropajes, búsqueda del realismo, reflejan las características de la escuela sevillana de la primera mitad del siglo XVII, formada en torno al maestro imaginero Juan Martínez Montañés […].
                              El santo mártir se presenta como un hombre maduro, de pie, que mira al frente orgulloso mientras señala al Divino Cordero que porta sobre un libro en su brazo izquierdo. El afamado artista palmero Bernardo Manuel de Silva (1655-1721) reprodujo, con ligeras variantes, la imagen del mismo tema para la iglesia de San Blas de la villa de Mazo […].
                              Esta talla presenta similitudes con una obra de Francisco de Ocampo y Felguera (1579-1639), imaginero que también ejecutó varios encargos para La Palma y Tenerife. […] Esta imagen parece corresponderse con la existente en el Convento de Santa Catalina de La Laguna.
                              […] Se construyeron en 1813 los dos retablos de las capillas laterales de las naves. […] diseñado por Martín de Justa dentro de un clasicismo barroco. Ambos se componen de una gran hornacina flanqueada por columnas corintias pareadas que soportan un entablamento y un frontón curvo partido, con pedestal. Todo es de madera pintada en tono azules, naranjas y verdes, imitando los jaspeados mármoles. Su esquema es a modo de frontispicio de templo clásico, con grandes columnas […]”.
                              A principios del XIX, en la parroquia coinciden en el ejercicio de su ministerio varios clérigos, que emprenden diversas actividades y reformas en el templo, adecuando su estética y presentación formal a los cambios de mentalidad impuestos por la consolidación de los ideales del movimiento ilustrado en el seno de la iglesia canaria.
Presentación de la obra
                              Entre estas premisas ilustradas, por lo que afectan a las modificaciones hechas en el culto preferente a la imagen de Cristo y misterio de la Eucaristía, en el que radica la esencia misma del Cristianismo, destierro de los modos artísticos del periodo barroco con su tendencia al horror vacui y a representar con pinturas y esculturas de toda clase de santos mediadores y, por otra parte, la vuelta al Clasicismo artístico, que desde cierto punto de vista subraya el gusto por lo académico, orden simétrico y el conjunto de elementos tomados directamente del mundo grecolatino; la defensa de la emoción contenida y una inclinación hacia la funcionalidad, un rechazo a los excesos de ornato, que contribuyera a dispersar y entretener a los fieles asistentes a los oficios sacros con la finalidad de moverlos a la conversión.
                              Los retablos gemelos de las capillas del Bautista y el del Calvario, antes denominado de las Ánimas o del Cristo, están integrados dentro del plan de actuación reformista de 1813, dirigido por el padre Manuel Díaz Hernández (1774-1863), asesorado por su estimable amigo José Joaquín, naturales de la capital palmera, como principal artífice de diseños novedosos y codirector de buena parte de las obras.    
                              La hechura aludida anteriormente, la conocemos gracias al testimonio aportado por su patrón el capitán de milicias José María Fierro y Fierro (1791-1876), del mismo origen de los anteriores. Este declaró en 1833 que en aquel mismo año se habían invertido 850 pesos en las ejecuciones del nuevo cometido y en el aumento de la pared y tejado, según ha informado el profesor Jesús Pérez Morera (1963), Departamento de Historia del Arte y Filosofía.
                              Así, entre las piezas de madera e imágenes del templo, se indicaba que la del titular se le rendía culto en su respectiva capilla en un “tabernáculo dorado” y sobre él, en un nicho pintado, a la de Nuestra Señora de los Reyes, en talla dorada y estofada, además de otras como San Fernando Rey. En notas posteriores se señalaba que existía un retablo y dos urnas colaterales con las tallas de san Ignacio de Loyola y san Juan Nepomuceno, subrayando que la figura mariana tampoco se conservaba en su nicho.
Retablo restaurado
                              El retablo constituye una obra claramente marcada por la monumentalidad. Consta de banco o predela, una sola calle y un único cuerpo con nicho central, destinado a albergar la talla del Bautista. Se apoya sobre un sotabanco, decorado en los extremos laterales con sendos paneles hexagonales que rematan el frontal, resuelto en una urna de cristal destinada a contener un Cristo Yacente, conocido entre los palmeros como el “Señor Muertito” (ca. 1835), cuyo autor es el cura Díaz. Hoy, en día, se conserva en la Gomera, iglesia parroquial de la Asunción de San Sebastián, sustituida por otra, en serie, procedente de Olot (Barcelona), que se halla cedida al culto a la parroquia de La Luz en Santo Domingo (Garafía). Por último, contamos con una impresionante iconografía del Cristo del Clavo, hecha por el artista malagueño Francisco Palma Burgos (1918-1985). En la actualidad el receptáculo en su interior está cubierto por un paño rojo, ya que la talla fue trasladada, junto a las Tres Marías, al coro bajo formando una escena pasionista. El banco consta de dos parejas de paneles rectangulares hacia los extremos, sobre los que se apoyan un par de columnas del cuerpo principal, siendo cuadrangular hacia la mitad, entre los que se abre un nicho con arco de medio punto y pilastras acanaladas en blanco con basas y capiteles jónicos dorados, apoyados sobre ménsulas. En su hueco contenía un san José con el Niño Jesús, conservada en la sala capitular, sustituida por otra de santa Gertrudis. La profundidad y elegancia del conjunto están logrados con la combinación cromática del blanco para el arco pintado al fondo del hueco, cornisa dorada, techo y peana en verde-azulón imitando mármol. Flanquean la hornacina dos pares de columnas de fuste liso y capitel corintio en oro. El cuerpo se remata mediante un entablamento formado por un friso de jaspe con cornisa de dentellones y arquitrabe blancos. Sobre éste descansa el ático, resuelto en frontón curvo partido, sujeto a un pedestal trapezoidal con capitel jónico. Destaca el juego polícromo de la imitación de mármoles de tonos verde-azulados y tierra-rojos combinados con el blanco y amarillo.
Imagen del Bautista
                              Según el informe preliminar referente a la documentación existente y la observación pertinente, se ha dictaminado el respectivo diagnóstico, en el que se enumeran los daños principales: colonización y ataque de insectos xilófagos; pérdida total de varias cornisas en el lateral izquierdo del sotabanco, interior de la hornacina de mayor tamaño y la peana que sustenta al santo titular; de forma menos acusada en los plintos de los pares de columnas, fustes y algún otro elemento decorativo; podríamos comentar notables pérdidas de soporte ígneo en ciertas zonas puntuales, afectando a la estabilidad estructural. Se encontró agujeros de salida, de diferente calibre y longitud, de la carcoma común y concreta en varias piezas, empleadas para el anclaje al muro; suciedad con mayor o menor grado de adhesión a la película pictórica en superficies horizontales, oculta en el cromatismo original, que no sólo se trata de un problema estético, sino que con el paso del tiempo ha facilitado la colonización de ácaros e insectos con sus patologías asociadas; oxidación, amarilleamiento y oscurecimiento, de la capa de barniz aplicada a la totalidad de la superficie como protección, siendo más evidente en las zonas de imitación a mármol y jaspe; levantamientos puntuales de policromía y dorado, provocados por el efecto de la humedad del medio ambiente, retenida en los puntos de mayor acumulación de residuos, derivando en algunos sitios en desprendimientos de la misma y aparición del estucado blanco de la preparación o la propia madera. Escorrentías sobre la capa pictórica por efecto de goteras, dejando en muchos de los casos al descubierto el soporte ígneo del lateral derecho; por tratarse de tal retablo que alberga santos devocionales, existen varios daños antrópicos derivados de su uso como huellas de dedos y manos en el arco de la hornacina, infinidad de clavos, alcayatas, chinchetas, tachuelas… En el interior del referido hueco, se halló en los laterales y columnas, goterones y salpicaduras de pintura, quemaduras del soporte y restos de cera. Desgastes y desaparición de volumen en la moldura que alberga el suelo, que sustenta a Juan Bautista, abrasiones en lugares más accesibles derivadas de fricciones en la limpieza, repintes en los blancos de sotabanco y banco, sujeciones obsoletas de antiguo cableado eléctrico, ya en desuso, y el jarrón de plástico, que remataba el atrio por no pertenecer a la iconografía original y, por último, desplazamiento de algunas piezas al apreciarse ligeros desajustes respecto en la estructura, manifestándose de este modo en el movimiento que han sufrido.
El Calvario. Retablo gemelo
                              Las distintas fases de intervención del proceso se han simultaneado por la propia dinámica del trabajo, según su estado de conservación: la
limpieza se ha realizado con aspiración general del polvo no adherido con ayuda de brochas planas, penetrando en recovecos y fondos de talla. En algunas zonas horizontales se recurrió al uso de cepillos de cerdas de acero inoxidable, por acumulación de excrementos de insectos y humedad ambiental.
                              Un dato curioso es el refuerzo de varios anclajes de sostén al muro con elementos de hierro forjado, de los cuales se procedió a su tratamiento. Se encontraron numerosos útiles referente a la actividad habida, todo ello bajo la suciedad y escombros de siglos. Otro matiz de este apartado es la eliminación de accesorios en desuso y cableado eléctrico obsoleto.
                              En cuanto al empleo y susceptibilidad de sustancias químicas en las superficies de policromía y dorado se hicieron tres tratamientos específicos para cada campo, que respetasen la pátina de envejecimiento de los materiales empleados.
                              Acentuando el conjunto de actuaciones en los mármoles, dorados y blancos señalizamos con criterios de concreción en la eliminación de los agentes causantes del bio-deterioro; consolidación de soporte y policromía; reintegración de volumen; estucado de lagunas de policromía y/o dorado; reintegración cromática de lagunas; protección final limitando la absorción de suciedad; servir de capa de aislamiento frente a futuras intervenciones de reintegración cromática; potenciar las calidades cromáticas y curiosidades.

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