La montaña de La Centinela |
La historia de La Palma está forjada en el marco infinito
del océano Atlántico, que la vio nacer, siendo esta muy próspera como hemos
dicho anteriormente. La tradición oral transmitida de sucesivas generaciones es
una de las fuentes en las que se tiene en cuenta para reconstruir el pasado,
como en el caso que vamos a tratar.
Paisaje del pago Juan Adalid |
El paisaje colmado por pequeñas huertas sobre tierras
pedregosas, junto con el contorno de alguna era de trillar el grano en el
tiempo de ciega, era hecho con pobres herramientas de confección artesanal,
casera. Palos y cuernos de cabras se utilizaban para cavar. Las humildes
moradas eran cuevas, excepto algunas casas de los más pudientes. Desde la
montaña de La Centinela, un sitio esculpido por la naturaleza a modo de atalaya
o fortín de vigilancia para avisar el peligro de naves enemigas, galeones y
carabelas, acercándose a tierra con fines ilícitos o surcando la mar para dar
forma e impulso al Nuevo Mundo. Poco se imaginaban sus residentes que los
sucesos ocurridos en aquel verano, tras el ataque del corsario normando
François Le Clerc (1577-1638), a la entonces Santa Cruz de La Palma, iban a
unir su nombre para siempre a la historia de esta ciudad capital.
Juan Adalid. Agricultura de secano |
Sobre el origen Gaspar Frutuoso (1522-1591), nos dice: “Garafía,
que está debajo de S(an). Antonio más de media legua, poblado de
habitantes ricos portugueses, donde hay también una fuente del Pinar, que se
llama Juan Dalid, por un hombre de este nombre”. En este sentido se ha
identificado a Juan Adalidcon o Juan de La Palma, awara cristianizado, reclutado
por Fernández de Lugo para la conquista de la isla, quien obtuvo repartimientos
en esta zona, pariente de Tanausú, jefe guanche, fue uno de los reyes o jefes
aborígenes benahoaritas durante la conquista castellana de las islas Canarias a
fines del siglo XV, fallecido en mayo de 1493, en plena travesía atlántica por
inanición, casado con Acerina, rey o jefe de Aceró.
Costa de Juan Adalid. Vista general |
Un matrimonio con gran descendencia en la zona fueron el
formado por Juan Díaz de Juan Adalid y Catalina González, quienes eran
residentes antes de 1553. El 26 de septiembre de 1556 la viuda de Marcos de
Almao, Jerónima Benavente Cabeza de Vaca, arrendó por periodo de 9 años a los
hermanos Cristóbal, casado con Ginebra Díaz, y a Pedro Hernández, casado con
Eva Díaz: “unas tierras limpias y montes, casas, atahonas y pomar que tienen
en dicho término de Juanadalid”.
Después de esta descripción de ciertos retales notariales,
tomados con sumo interés de dar a conocer para difundir una parte de la vida de
los pobladores, se completa por su contenido parte de los retazos del pueblo
garafiano.
Fortín de vigilancia permanente |
Es durante la centuria decimonónica (s. XIX), cuando dos
insignes historiadores insulares, Juan Bautista Lorenzo Rodríguez (1841-1908) y
Pedro José de Las Casas Pestana (1856-1927), recuperan la memoria de este héroe
olvidado. Sobre la existencia del mismo, autores posteriores la niegan,
argumentando el origen de la leyenda en una mala interpretación realizada por
parte del marino escocés George Glas (1725-1765). Lorenzo Rodríguez y de Las
Casas Pestana, según los postulados existentes, inmersos en un posromanticismo
tardío, intentan buscar una figura legendaria para el 1 de agosto, final
apoteósico del ataque pirático de Le Clerc.
Uno de los mejores historiadores canarios contemporáneo (s.
XX), Antonio Rumeu de Armas (1912- 2006), en su conocida obra “Canarias y el
Atlántico. Piratería y ataques navales”, rechaza totalmente la existencia
de la dicha presentación del mito palmero.
La causa del presente desaguisado no es otro que, al leer el
primer libro sacramental de bautismos de la iglesia parroquial de Nuestra
Señora de La Luz, desde 1560 al 1625, se confabuló alguna esperanza a su
nacimiento.
Senderos para recorrer Juan Adalid |
El historiador Gaspar Frutuoso, más cercano en el tiempo,
analizó el ataque del corsario otomano, ca. 1568, quien argumentó que fue,
principalmente, la población oriunda, awaras, los que reaccionaron ante la
situación.
Está liderada por Pedro (Pero) Hernández de Justa, nieto del
último jefe awara Maxerco. Fue junto con el capitán flamenco Hans Vantrilla
quienes comenzaron las escaramuzas: “[…] los isleños que traían por capitán
un hombre valeroso, Pero Fernández de Justa, de gran cuerpo y animoso como un
Alejandro […]. Más allá está el lugar de Tigualate, donde hay otras casas y
corrales de ganado y residen los isleños más ricos…, como son el capitán, Pero
Fernández de Justa, y sus hermanos”. Esto está corroborado, también, por
fray Juan de Abreu y Galindo, quien habla de la gran valentía de los naturales,
y además nos da información sobre la muerte de tres hijos de Maxerco, tíos de
Pedro Hernández de Justa, citados por Frutuoso.
Busto de Baltasar Martín |
Una vez expuestos los extractos históricos de ese pedazo de
suelo patrio, que de una forma u otra nos ha servido para obtener una idea de cómo
se desarrollaba la vida, cuáles eran los medios al alcance de unos y otros, ricos
y pobres, hacendados y menesterosos, etc.
Recreación histórica. Año 1553 |
Para finalizar la tarea gratificadora de un sitio tan
legendario como lo es el pago de Juan Adalid de la villa de Garafía, isla del
señor San Miguel de La Palma, hacemos referencia con todo merecimiento a otro
ilustre hijo nacido en él, Anselmo Pérez de Brito (1728-1772), hijo de
Silvestre Francisco Pérez y Magdalena Brito. Se le ha considerado uno de los
personajes importantes de la historia isleña. Huérfano de madre antes de
cumplir sus dos meses de vida, pasó a residir en la ciudad capital, acogido por
la familia de Tomás Rexe Méndez y en ella se crío como si de un hijo se
tratara. Sus primeros estudios los hizo con los frailes franciscanos y logró
una preparación profunda de lo que era normal en un joven de su posición en
aquellos años del segundo cuarto del XVIII.
C.E.I.P. Un paladín de libertades |
Con las elecciones llevadas a cabo en virtud del real auto,
acordado por el rey Carlos III, promulgado el 5 de mayo de 1766, por el que se
daba entrada a la vecindad en los ayuntamientos para desempeñar temporalmente
los cargos de diputado del común y síndico personero, sin derecho a voto,
empezó su vida azarosa al resultar elegido como diputado. Dentro ya del consejo
capitular pronto surgió su voz crítica contra los regidores perpetuos y los que
consideraban sus abusos.
El descubrimiento de una placa |
Se le ha considerado un adelantado de su época, un paladín de libertades que se atrevió a enfrentarse a aquella situación de privilegio del estamento noble en el Cabildo y conseguir que el pueblo llano tomara conciencia de su derecho para regir su destino. Al haber logrado que el Consejo de Castilla, por resolución de 3 de diciembre de 1771, aboliera el gobierno de los regidores perpetuos, […], murió el 14 de mayo del año siguiente […]. Con ello La Palma fue la adelantada de la democracia, pues tuvo al primer Ayuntamiento de la España moderna, elegido por voto popular. Casó con María Teresa Aubert, hija de Santiago Albertos Álvarez, escribano público, y de María Josefa Lorenzo de Covos. Dejó descendencia. El Consistorio de Santa Cruz de La Palma ha perpetuado su nombre, dándoselo a un colegio de Enseñanza Infantil y Primaria (CEIP) y a una de sus dos principales calles. (JAIME PÉREZ GARCÍA (1930-2009). Excronista oficial de Santa Cruz de La Palma).
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