¡Que vienen los Reyes! Nos indica que están cerca dicha
fecha. Las ilusiones se arremolinan en nuestra mente. La tardanza de los mismos
se soluciona con el entretenimiento de actividades lúdicas por parte de los más
pequeños y para los mayores alternando con las compras y el ocio.
Son días de intenso ir y venir de un lado para otro,
acechándonos los viejos recuerdos de la infancia, cuando los Reyes Magos venían
en caballos, camellos o en engalanadas carrozas, recogiendo el cariño de los
chiquitines, jóvenes y adultos, repartiendo la felicidad del momento a miles de
brillantes ojos emocionados.
Por la calle de viejos adoquines, a lo lejos, se divisa la
cabalgata y en medio de la algarabía entre los acordes de pasacalles, se oye un
grito: ¡Que vienen los Reyes!
En una gran caravana, cargada de regalos y conducida por los
pajes, inician un largo desfile. Sus Majestades, que comienzan con mucha
antelación a empaquetar los miles de juguetes, que van a dejar a los niños y
niñas, muestran la alegría del recibimiento y reparten la esperanza de que somos
merecedores de un presente.
Todo se transforma en un acontecimiento inigualable en un
despertar de un sueño y los relatos se suceden como el siguiente: “Durante
varias semanas atraviesan grandes montañas, pasan hondos barrancos y cruzan
espesos bosques antes de llegar al muelle o no sé a dónde. Cansados, tras
varios días de ajetreado itinerario, llegan con su séquito y emprenden su
labor”.
Un consejo, para no olvidar en ningún momento, vayan rápido a
casa y acuéstense temprano. Dejar agua a los animales y algo caliente a los
recién llegados de Oriente.
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