fecha

 

domingo, 23 de octubre de 2011

LA AVENTURA DE UN LITORAL

                             Es cierto que, un litoral tan corto para una ciudad con honda tradición marítima y ligada a una vocación marinera, tenga tendencia a transformarse para abastecer las necesidades de una población exigente en mejorar los espacios para satisfacer sus momentos de ocio. Sin embargo, el paso del tiempo nos muestra el ansia de embellecer su entorno y dar a conocer lo novedoso y sensacional de su idiosincrasia conforme a una estructura de acorde al progreso y engrandecimiento urbano.     
                       A muchos les encantan los nuevos proyectos, mientras que a otros con preguntas capciosas pretenden manifestar su desencanto ocultando las opiniones contradictorias. Tiene que reinar la cordura y el sentido común de una mejor proyección hacia un futuro más esperanzador y con ofrecimientos concretos basados en medios reales, puntuales y de calidad asequibles.
                             Santa Cruz de La Palma ha gozado de una hegemonía propia por su carácter fundacional, con un horizonte amplio a los afanes comerciales y con un aumento económico muy importante dentro del marco empresarial. Posee una incertidumbre marcada por el drama de la emigración y, hoy, por la inmigración de muchos hombres y mujeres en busca de refugio, buscando mejores perspectivas. Afortunadamente, en la actualidad las condiciones de vida nos brindan un panorama distinto, manteniéndose el litoral abierto a la pesca, los deportes náuticos, el turismo o el simple disfrute ciudadano.
                             Siempre vivió para el mar y gracias a él, a través suyo, todo el suelo isleño se desparramó por las aguas y las tierras del planeta. Sus barcos construidos en astilleros locales o adquiridos en otros sitios navegaban a puertos tan lejanos como los de La Habana y Amberes. Transportaban vinos y brea y, al mismo compás, en su regreso traían pieles, embarcaciones, plata y objetos suntuarios, especialmente religiosos.
                             En los años cincuenta se construyó la avenida marítima, que sirvió para adecentar el frente y facilitar el tránsito rodado entre el Norte y el Sur de la Isla. Sucedió, no cabe la menor duda, un cambio radical disfrutando siempre del olor a salitre y a la visión de la blanca espuma de un rompiente de olas, que compone una peculiar marina y un pregón de laboriosidad junto al océano justo en la única bahía al resguardo de los vientos dominantes, que no tardó en poseer un pequeño muelle con categoría única de merecer tal nombre en el Archipiélago.
                             ¿Qué posibilidades nos traerá la nueva playa? La respuesta queda en la mente de nosotros y que cada cual opine con sinceridad, consecuentemente observando el lado positivo. El inicio de la obra extenderá, por boca del alcalde, Sergio Matos Castro, aún más la capital a su elemento sustancial. Con ello se recuperará su costa con mayor armonía y en consonancia a como lo fue a lo largo de su historia, en contacto directo con el exterior.
                             Surgirá una nueva fisonomía de sus alrededores y contribuirá al desarrollo promocional de los touroperadores. Generará una metamorfosis en el hábito. En definitiva, habrá una apertura con holgura y se integrará en el entendimiento de aquellos con deseos de conocerla en un contexto más extenso, útil, moderno y vanguardista mereciendo ser divulgado con admiración.

No hay comentarios:

Publicar un comentario