Es cierto que, un litoral tan corto para una ciudad con honda tradición marítima y ligada a una
vocación marinera, tenga tendencia a transformarse para abastecer las
necesidades de una población exigente en mejorar los espacios para satisfacer
sus momentos de ocio. Sin embargo, el paso del tiempo nos muestra el ansia de
embellecer su entorno y dar a conocer lo novedoso y sensacional de su idiosincrasia
conforme a una estructura de acorde al progreso y engrandecimiento urbano.
A muchos les
encantan los nuevos proyectos, mientras que a otros con preguntas capciosas
pretenden manifestar su desencanto ocultando las opiniones contradictorias.
Tiene que reinar la cordura y el sentido común de una mejor proyección hacia un
futuro más esperanzador y con ofrecimientos concretos basados en medios reales,
puntuales y de calidad asequibles.
Santa Cruz de La
Palma ha gozado de una hegemonía propia por su carácter fundacional, con un
horizonte amplio a los afanes comerciales y con un aumento económico muy
importante dentro del marco empresarial. Posee una incertidumbre marcada por el
drama de la emigración y, hoy, por la inmigración de muchos hombres y mujeres
en busca de refugio, buscando mejores perspectivas. Afortunadamente, en la
actualidad las condiciones de vida nos brindan un panorama distinto,
manteniéndose el litoral abierto a la pesca, los deportes náuticos, el turismo
o el simple disfrute ciudadano.
Siempre vivió para
el mar y gracias a él, a través suyo, todo el suelo isleño se desparramó por
las aguas y las tierras del planeta. Sus barcos construidos en astilleros
locales o adquiridos en otros sitios navegaban a puertos tan lejanos como los
de La Habana y Amberes. Transportaban vinos y brea y, al mismo compás, en su
regreso traían pieles, embarcaciones, plata y objetos suntuarios, especialmente
religiosos.
En los años
cincuenta se construyó la avenida marítima, que sirvió para adecentar el frente
y facilitar el tránsito rodado entre el Norte y el Sur de la Isla. Sucedió, no
cabe la menor duda, un cambio radical disfrutando siempre del olor a salitre y
a la visión de la blanca espuma de un rompiente de olas, que compone una
peculiar marina y un pregón de laboriosidad junto al océano justo en la única
bahía al resguardo de los vientos dominantes, que no tardó en poseer un pequeño
muelle con categoría única de merecer tal nombre en el Archipiélago.
¿Qué posibilidades
nos traerá la nueva playa? La respuesta queda en la mente de nosotros y que
cada cual opine con sinceridad, consecuentemente observando el lado positivo.
El inicio de la obra extenderá, por boca del alcalde, Sergio Matos Castro, aún
más la capital a su elemento sustancial. Con ello se recuperará su costa con
mayor armonía y en consonancia a como lo fue a lo largo de su historia, en
contacto directo con el exterior.
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