Cuando surgen las
ideas hay que aprovechar la ocasión y luego manifestarlas. Es lo que voy a
redactar a continuación, con el fin de que sirvan de proyecto o plan de mejora.
El motivo de mi opinión no es otro, sino que se proceda a enriquecer el litoral
de Santa Cruz de La Palma en su historia cívico-militar y que sea un atrayente
turístico-social de la conciencia ciudadana.
Se han celebrado
unas jornadas sobre la defensa de La Palma contra la piratería en el siglo XVI,
desde el 8 hasta el 28 de noviembre en la casa Salazar de la calle O´Daly, relacionado
con el ataque del corsario inglés Sir Francis Drake (Draeck), el 13 de
noviembre de 1585. Fue una hazaña memorable para los anales de nuestra ciudad y
para los aguerridos compatriotas isleños, digna de mencionar por las
consecuencias que pudo acarrear. La experiencia de otras invasiones sirvió a
fortalecer de fortificaciones de defensa las costas palmeras.
Las leyendas de piratas son
evocadoras, siendo Canarias un objetivo constante de tales personajes para la
destrucción y saqueo. Según referencias históricas las Islas, durante el
periodo entre las centurias del XV y XVI, se consideraron como “el gran
escenario de la piratería mundial. Fundamentalmente por su situación en la ruta
de la Indias”.
Con el reseñado
relato quiero indicar algunos capítulos que marcan el devenir de unos hombres. Pasajes
que constituyen hitos en la evolución de una sociedad que con el tiempo vale la
pena traerlos al presente, no sólo para satisfacer la curiosidad pretérita,
sino para recrear también ese pensamiento comunitario.
Trato de ofrecer
una sencilla y honesta propuesta sobre la reconstrucción del castillo de San
Miguel o Torre del Puerto, que fue edificado en 1515, y de las baterías de
Santa María de Saboya, San Pedro, San Felipe y de la portada Sur y Norte de la
muralla, aunque esta última habrá de situarla en un lugar distinto a su enclave
original por el actual entramado vial, en sus primitivas ubicaciones. Hoy, más
que nunca puede ser el momento propicio para realizarlo, aprovechando la
remodelación del litoral capitalino. Dichos elementos o baluartes no serán
únicamente decorativos, porque servirán de pequeños miradores y espacios de
ocio recreando una guía turística y fuente de educación e historia con paneles
de información para futuros visitantes.
Un paseo por la
Avenida Marítima nos traslada a una época pasada. A unos de manera vivencial y,
a otros, a través de fotos. Cualquier forma de carencia en el tiempo y en el espacio la podríamos suplantar con el volver atrás la mirada nostálgica y
engrosar el presente con nuevas secuencias del ayer pletórico lleno de euforia.
Todo encajará en
el nuevo entorno. Un pueblo debe ser fiel a lo ancestral y al compromiso
perpetuo de citar los hechos más relevantes acaecidos en su seno. La modernidad
no se concibe sin pilares fundamentales, que consigan una armonía con un
porvenir progresista.
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