El silencio mejor
pronunciado como si fuera de una lección magistral en la cátedra del tiempo y
el paréntesis prolongado en las miradas de quienes asistieron a la parroquia de
San Francisco de Asís de Santa Cruz de La Palma, 31 de marzo de 2012, se dio en
el disfrute de un extenso y completo programa lleno de belleza, armonía y de un
sentimiento musical y cultural.
Los motetes del
Padre Díaz (1774-1863) subrayaron el aire y la paz asimilados en el espíritu
inmortal del hombre en tránsito al amor y de la concordia consigo mismo. Sus
acordes acompasados fueron sintonizados en la sincronización del teclado y la
coral de Kant i Corum, que contagiaron el entendimiento por lo sacro en un
ámbito selecto y esencial para servir de pórtico y fin de un trascendental
acto.
“La Quinta
Angustia”, “La Lanzada”, “Descendimiento”, “Caridad del Guadalquivir”, “Atado a
la Columna” y “La muerte no es el final” constituyeron el marco insustituible
de una magnífica velada. Ese arte huidizo, intangible y, a la vez, tan presente
en nuestras vidas nos pareció muy interesante. La Banda Municipal de Música San
Miguel y la Sección de Tambores de la Cofradía de la Pasión finalizaron
señalando la diferencia entre lo literario y artístico en la que la concepción
espacio-temporal se identificó con el poema como verdadero protagonista del
encuentro con Dios.
Los poetas y la
voz de quienes dieron la magia de lo
inanimado al alma penetrante del eco y la fuerza de la persuasión, que movió el
corazón más restringente en mil gracias derramadas, vestidos nos dejó de su
hermosura.
El ambiente in
extremis influyeron en lo acontecido y, también, se creó una escena interesante
entre los medios de expresión. La mente extasiada en lo genuino e impersonal
despertaba el sentido, que junto a la austeridad envolvente del templo emanaba
una reacción extraordinaria del público.
La noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.
La Semana Santa
nos haya traído el compromiso fiel por mantener ese necesario equilibrio entre
tradición y contemporaneidad, que se traduzca en un interés común para expresar
desde dentro y hacia fuera una necesidad de búsqueda.
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