El Crucificado. San Francisco |
La realidad de nuestros problemas nos conduce a la cima
incomprensible de la cruz del Gólgota.
Comprensible para un Dios único, inamovible en su decisión de sufrir la muerte
a causa de la redención, discutible por muchos y aceptada por otros. Es
pantalla para unos a cambiar la manera de reconocer el valor de una vida y
escándalo a aquellos esclavizados en módulos sociales, que les hacen
encadenarse en un medio de repulsa y cumplimiento a la vieja usanza.
“Mira, este está puesto para que todos en Israel caigan o se
levanten; será una bandera discutida, mientras que a ti una espada te
traspasará el corazón; así quedará patente lo que todos piensan” (Lc 2, 34-35).
Fijándonos en los brazos del madero, nos indican la
verticalidad del camino a recorrer hacia la eternidad y el abrazo del padre al
hijo pródigo: "porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a vivir; se había
perdido y se le ha encontrado" (Lc 15, 24).
Cristo de las Siete Palabras. El Salvador |
Abraham vio al Cordero
suspendido en lo alto del monte Moría dispuesto para el sacrificio,
ofreciéndose como víctima expiatoria. Todo un compendio de fuerza divina, humildad,
arrepentimiento y salvación durante el tiempo de Semana Santa 2015. Cuál sería el inmenso amor de Cristo, para que
aceptara voluntariamente la voluntad del Padre, que se ciñe por el odio
irracional del hombre contra él y que vino al mundo para hacer el bien a la
humanidad.
“A pesar de todas las miserias, las injusticias y la
monstruosidad existentes sobre la tierra, en Él se han inaugurado ya el orden
definitivo del mundo. Lo que vemos con nuestros ojos puede sugerirnos lo
contrario, pero el mal y la muerte están realmente derrotados para siempre. Sus
fuentes se han secado: la realidad es que Jesús es el Señor del mundo. El mal ha
sido radicalmente vencido por la redención que Él obra. El mundo nuevo ya ha
comenzado” (Papa Francisco).
Grabado. Detalle |
La escena del crucificado no se quede como un hecho
histórico, acaecido hace más de dos mil años, sino un pórtico de esperanza y fe
del primer apóstol negando al Maestro y, al último, vendiéndolo vilmente a los
verdugos.
“En esta noche de luz pidamos al Señor que nos haga
partícipes de su resurrección: nos abra a su novedad que transforma, a las
sorpresas de Dios, tan bellas, que nos haga hombres y mujeres capaces de hacer
memoria de lo que él hace en nuestra historia personal y la del mundo” (Papa
Francisco).
Con la Vigilia Pascual en la noche santa se cumple lo dicho:
¡Ha resucitado! y ¡está vivo entre nosotros y no nos ha defraudado! Abrir un
mundo de Pascua con María, la Virgen Madre suya y nuestra, creyente y esperando
a comprender la grandeza de un amor sin límite y gratuito.
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