No sé si es un privilegio o un deseo mío de escribir sobre
una mujer de origen palmero por parte de su progenitor, natural de Garafía. Con
su nombre artístico de María Montez
y figura, dotada de un excelente físico y formidable belleza, se asocia al
Hollywood más exótico y ensoñador de la época cuando comenzó con la odisea de
rodar su primer film. Quisiera sólo plasmar unas pinceladas para mencionar el
impacto que causó en las generaciones de la primera mitad del siglo XX.
Fue una musa incombustible en la era del tecnicolor y
endiablada enemiga de la vulgaridad. Podemos decir que se convirtió en una
sensacional promotora de sí misma. Tuvo una corta e intensa carrera cinematográfica,
que podemos calificar de memorable, proyectando en sus fanes (fans) un patrón
de persona cercana al ambiente de la mitología, lejano de la realidad.
Es parte de un idealismo virtual recordada por quienes
supieron valorarla con entereza y perseverancia. Destacó con brillo propio,
atrayendo un gran número de admiradores en todo el mundo, que siguen mostrando
una adhesión inquebrantable.
Mª Montez con su padre |
No cabe la menor duda, que emanaba una extraordinaria fuerza
por su hermosa y electrizante silueta en las pantallas. Levantó pasiones entre
un público dócil que supo sintonizar con su enorme magnetismo en medio de
aquellas cintas de variadas aventuras ficticias y de extraordinarios colores,
nueva técnica del arte en la imagen del celuloides.
Sobresalió como la soberana imbatible en millones de
corazones durante un gran periodo de tiempo, dispuestos a huir de la pesadilla
de los conflictos bélicos, que mantuvo angustiado a los países y,
especialmente, a los estadounidenses. Representó en aquellos difíciles momentos
de reconstrucción y de crisis a la gente distanciada de la realidad, ajena a lo
que sucedía en los escenarios de América. Así, fomentó una imaginaria forma de
subsistir, que perduraría bastantes décadas como un signo inequívoco del
decisivo papel, que desempeñó la actriz en los ambiciosos planes de producción
de su compañía tras su bien ganada popularidad.
Su cariz impactó decisivamente, que sirvió de catapulta a
traspasar fronteras. Pasan los lustros, décadas… y, aún, se admira a la diva.
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