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domingo, 21 de septiembre de 2025

EL MÉDICO QUE NO COBRABA A LOS PACIENTES NECESITADOS


                              Nació en Santa Cruz de La Palma, el 15 de junio de 1930, realizando sus primeros estudios de bachillerato en el Instituto de Enseñanza Media, ubicado en la calle O´Daly, en la principal Calle Real, licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Madrid, capital de España, en 1956. Su domicilio familiar se encuentra en el barrio de San Telmo, precisamente en la calle del mismo nombre, frente a la bifurcación con la homónima de Sol, como vecino y compartiendo la vecindad desempeñó la alcaldía de su ciudad, capital insular, destacando por su profesionalidad y generosidad notablemente demostrada de manera incondicional. En la primera planta de su vivienda instaló su consulta facultativa, ejerciendo la Medicina General, sobresaliendo rápidamente para sus pacientes.

                              Gabriel Duque Acosta (1930-1987), no tardó mucho tiempo en darse a conocer entre sus vecinos y conciudadanos con el sobrenombre del ‘médico de los pobres’ ya que siempre ejerció la gratuidad como lema o consigna, como quieras llamarlo, hacía un bien cristiano como el buen samaritano del Santo Evangelio. Su virtud, elogioso don, se extendió por todas partes de la ciudad, incluso fuera de la frontera insular. Amable con todos los pacientes, no tenía horario prioritario de consulta, sino bien se encontraba atendiendo en su consulta privada como visitando a domicilio a aquellos que lo hubiere solicitado.

                              Anteriormente, este título le fue dado en el siglo XIX y primera década del XX a Francisco Abreu García (1861-1912), también, merecidamente por sus semejantes cualidades humanas y altruistas, cuando el biografiado presente lo lleva asignado desde la última centuria.


                             Gabriel Duque, constituye un referente de la cultura y el arte en general. Poseía unas inquietudes natas impresionantes para unos y, para muchos, cualidades únicas. Era un intelectual de las viejas generaciones forjadas en un mundo sabio en transmitir lo esencial de un bregar incansable, al igual que en una fragua se forjan los metales. Fue un gran lector con una memoria documental y asombrosa por lo que no era muy difícil encontrar algo que le interesara como histórico, artístico, musical, fotográfico y una indeterminada cantidad de hobbies a los que se dedicaba con pasión bastantes horas los fines de semanas u otros días, siempre que pudiera, principalmente fue el aeromodelismo, acuariofilia o mecánica y montañismo.

                              A continuación, hablamos de su etapa política al servicio de los palmeros capitalinos y de otros residentes, afincados en cualquier parte del dominio urbano, siendo consejero del Excmo. Cabildo Insular de La Palma y, en el periodo de 1964 a 1970, alcalde de la Muy Noble y Leal Ciudad de Santa Cruz de La Palma, capital, de la Isla de San Miguel de La Palma.


                              Igualmente, colaboraba con asidua frecuencia con las Fiestas Lustrales, Bajada de la Virgen de Nuestra Señora de Las Nieves, santa Patrona de La Palma. Es coautor, junto a Luis Ortega Abraham (1949), del Carro Alegórico y Triunfal de la Bajada de 1970, que constaba en su primera parte de una recreación histórica de la fundación de dichos festejos por el obispo Bartolomé García Ximénez Rabadán (1622-1690), y, en una segunda, obra poética y musical titulada ‘La espera y la esperanza’.

                              Falleció sin dejar descendencia en la misma ciudad que nació, el 19 de abril de 1987, a los 56 años de edad. Lo más relevante en esa jornada, que se exponía el velatorio en su vivienda familiar, se presentó para homenajearlo .la Corporación en pleno y al frente su alcalde presidente, Antonio Sanjuán Hernández (1930), del Ayuntamiento capitalino.


                              La Semana Santa constituyó en su vida un capítulo aparte en su agenda personal, por ser tradición y herencia de dos sagradas imágenes de suma devoción y popularidad en la semana grande de la Cuaresma.

                              La Procesión del Señor de la Columna y Nuestra Señora de la Esperanza sale por primera vez en 1956, el 27 de marzo, desde la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, exconvento dominico de San Miguel de las Victorias, y su primer horario fue el de las seis y media (18,30 horas), de la tarde, trasladado a las diez de la noche (22 horas), a partir de 1968. En la actualidad se ha vuelto a cambiar para las nueve (21 horas), de la noche.

                              Ambas imágenes se deben al escultor Andrés Falcón San José, de la centuria del XX, decoradas por Manuel Arriaga Berca, y fueron encargadas en los talleres madrileños de Manuel Caderot. La figura del Divino Cautivo en escorzo aparece ligeramente forzada sobre la columna, destacándose en esta escultura el buen acabado de sus pies y manos. Le acompaña la Virgen de la Esperanza, obra de estilo sevillano, denominada cariñosamente por la ‘Señora de San Telmo’, que luce traje de raso blanco bordado en oro, con precioso manto de terciopelo de seda verde, cuya presencia en nuestra Semana Santa se debe a la generosa iniciativa de Dionisio Duque Fernández, padre del biografiado, Duque Acosta. Durante mucho tiempo estuvieron custodiadas celosamente en su domicilio familiar hasta que, fueron cedidas en propiedad del templo dominico, poseyendo ambas efigies sus respectivos retablos de una hornacina central. La del Cristo era ocupada por la homóloga de Santo Tomás de Aquino, capilla de los Vandewalles, herederos de Domingo Van de Walle, el ‘Viejo’, y la Virgen ocupa otro de reciente factura, diseñado por el imaginero, escultor y restaurador Domingo José Cabrera Benítez (DOMINGO CABRERA), ubicado en un lateral del crucero izquierdo en dónde se halla la talla del Fundador de la Orden de Predicadores.

                              Ambos pasos salen acompañados por la Cofradía de Nuestra Señora de la Esperanza, creada en 1992, cuya vestimenta es de color verde esperanza con una toca blanca.

                              El recorrido de siempre era: plaza de Santo Domingo, San Telmo, Pintado, Virgen de La Luz, Blas Simón, O´Daly, Pérez de Brito, Garachico, Pérez Volcán, Vandewalle, San Sebastián y Virgen de La Luz hasta concluir. Hoy, se acorta la distancia, a subir por la avenida El Puente.


                            Gabriel Duque fue un fervoroso cofrade o un cofrade fervoroso que asiduo amante de lo tradicional luchó por el bien de los demás. Defendió la lealtad y los derechos humanos, en pro de la humildad supo ser respetado por los vecinos y conciudadanos, que reconocieron en él un inmenso mosaico de virtudes.

                              A instancia de la Corporación de la que fue su máximo regidor y para perpetuar su memoria, después de su óbito, se llamó al colegio de El Puente como ‘CEIP Gabriel Duque Acosta’.

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