Me balanceo en su agua azul y mansa
burbujeante de espuma y furia
en la orilla del lejano y mítico atlante
remanso de paz y armonía y luz del mediodía,
playas de arena negra y amarilla
a los pies de acantilados erosionados.
Hasta él llegan mis
fantasías, penas del alma mía,
que desde niño anidé en mi corazón compungido
sin saber hasta dónde me conducían
las ilusiones liberadas con signos de melancolía.
Igual que en una
fragua se forjan los metales
en un ser humano se acunan las pasiones
transformadas en sentimentales emociones
que con las manos temblorosas las recojo
y las abrazo a mi vida con aliento,
que en mí lo sembraste
sin saberlo lo guardé junto al mar
de las mil maravillas como lazos de amistad.
Olas van y vienen
entre mis ojos contenido llanto
satinando las mejillas de sonrosado semblante
con los desnudos remos de tus brazos
para ahogar en tu fondo tu angustia.
En el espejo turbio
del agua y tu conciencia
buscar la orilla del olvido con desesperación
y con tristeza, el sufrimiento apenas te reconoce.
Hoy tengo el
corazón roto, la cabeza me amenaza
a no ser mía, ser de otro, añorar la tirana lejanía.
Las brisas me
acarician las suaves curvas de mi cuerpo
y del tuyo, queriendo festejar tus aventuras, día a día,
envueltas de mágicos destellos enamorados del sol,
la luna y las estrellas anacaradas por caracolas
y barcos fondeados en medio de la serena bahía
junto al mar nos pusimos a dar formas al dolor,
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