El título no nos debe despertar suspicacia, ni reacción contraria a la realidad. Nos referimos a la llegada de pateras a nuestras costas. En un fin de semana arribaron a Lanzarote tres pateras, siendo localizados setenta y tres inmigrantes ilegales. La última llegó a la playa de Famara con diecisiete personas a bordo. No se sabe si han llegado otras o estarán haciéndolo ahora no sé donde.
Es bastante serio y preocupante tal problema, que, sin duda, nos está creando otros mayores. Son seres humanos que buscan la tierra prometida en dónde no lo hay y, sólo, hallan desconcierto y soledad. Aumenta y activa el sistema penitenciario con el encarcelamiento de supuestos patrones. La solución no está en deportarlos a sus lugares de origen o admitirlos como “sin papeles”. Las circunstancias adversas a su venida desde el inicio del viaje hasta cualquier isla, algunos han muerto o desaparecido en la travesía, es tragedia con consecuencias traumáticas para los supervivientes, que, después, acarrean secuelas más o menos graves de tipo físico o psíquico. En una comunidad autónoma como es Canarias con una economía desequilibrada constituye un yugo insoportable y una carga difícil de llevar.
Menos demagogia y sí una pronta solución al conflicto para el prestigio de nuestras aguas. Son muchos los nichos de los cementerios sin inscripción, sino una simple numeración por orden de enterramiento. ¡Basta ya! Acabemos con el “mea culpa” de unos y el “lavado de manos” de otros. Asumir la responsabilidad y erradicar el foco en donde se ha producido.
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