Con la nueva Ley Antitabaco el fumar acarrea un desasosiego increíble a los fumadores, que desean satisfacer tal momento de deleite en el exterior de los lugares de ocio y de cualquier otra índole, públicos o privados. Con tal aprobación las encuestas nos suscitan una variada reacción ciudadana. Un 68 % se manifiestan a favor de la restricción y, sólo, un escaso 8 % opinan que causa graves pérdidas.
Un 24 % de los entrevistados consideran que coarta la libertad y no es así. Sólo restringe la zona y los espacios son compartidos por todos sin perjuicios para la salud e integridad personal. El amén no es acatar lo ordenado, sino aceptar un bien común acrecentando las relaciones sociales en un clima de cordialidad. El “quid” de la cuestión no se halla en la negación legislativa, sino en el número de adictos. Lo dicho, sea o no incoherente, sirva para la reflexión y no como motivo de discordia.
Son curiosos los cierres de establecimientos por ausencias de clientes y sorprendentes titulares como “en busca del fumador perdido”. Los empresarios del sector hotelero de Tenerife, por ejemplo, comienzan a explorar alternativas para atraer y combinar con habilitadas terrazas y poder sufragar el descenso de sus ingresos.
A pesar de los temores, un reciente estudio revela que un 15 % de los españoles opinan que los turistas extranjeros preferían no venir a nuestro país por ser a nivel europeo el más flexible con el tabaco. El sondeo fue realizado a 1200 personas y refleja que uno de cada cinco, concretamente el 18 %, cree que habrá efectos positivos y que Madrid, Andalucía, Canarias, Cataluña y Baleares son las regiones que más van a notar el incremento de visitantes por este motivo.
El Vicepresidente de la Asociación de Hoteleros tinerfeña (Ashotel) destaca que la prohibición es demasiado restrictiva, pero reconoce que en el fondo no perjudica excesivamente.
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