Cuantos recuerdos se agolpan en mi mente, cada vez que paso por sus dominios, por esa plaza que es mirador de lejanas ilusiones, que se pierden en el horizonte abierto a la imaginación y al progreso de nuevos medios. Hoy, se accede desde Santa Cruz de La Palma por el peculiar puente de Los Tilos de un solo arco, de un extremo a otro del barranco del Agua. Inmensa obra de ingeniería implantada en una singular orografía comarcal necesitada de mejorar la comunicación de servidumbre. Es un espacio dividido en una serie de lomos o lomadas de diferente amplitud, constituyendo una zona caracterizada por el modelado erosivo. La impermeabilidad de los materiales del complejo basal permite el afloramiento de las aguas infiltradas, dando por hecho la aparición de los nacientes Marcos y Cordero, que son los dos manantiales más importantes de Canarias.
Hacemos mención a la Data de 29 de enero de 1503, que dice: “Yo el dicho Alonso de Lugo en remuneración y galardón de lo susodicho, usando el poder y la facultad por sus Altezas a mí dado, que de suso va incorporado, hago repartimiento a vos el dicho Pedro de Benavente, que sois ausente, bien así como si fueras presente, e a vos el dicho Gabriel de Socarrás, en su nombre, que sois presente, por el poder que del dicho Pedro Benavente tenéis […] de la mitad del río de Los Sauces con toda la tierra que con ella se pudiere e pudiéredes aprovechar e aprovecharéis con la dicha mitad de agua que dicho es, conviene a saber: todas las tierras de esta banda de luengo del dicho río de Los Sauces”.
Recién finalizada
la conquista de La Palma, se procede a los repartimientos de tierras y aguas.
Una mitad se la reservó para sí el Adelantado y la otra para el comendador
citado de origen catalán. Pronto se instalan ingenios azucareros, que dan gran
actividad y desarrollo económico a la zona.
Por el motivo antes aludido sobre el
asentamiento de los moradores catalanes, notable fue el arraigo a la devoción
de Nuestra Señora de Montserrat, cuya onomástica se celebra el 27 de abril,
conocida popularmente como “La Morenita” y es la patrona de Cataluña. Se halla
en el Monasterio del mismo nombre, siendo un símbolo para dicha comunidad autonómica,
convirtiéndose en un punto de peregrinaje para los creyentes y de visitas para
los turistas.
La iglesia
parroquial fue edificada inicialmente una vez anexionada La Palma a la corona
de Castilla. Ha sufrido grandes modificaciones a través del tiempo, pero la
última efectuada a mediado del siglo XX y que es la construcción actual se
inauguró en la celebración del día de la Virgen de 1968 (27 de abril). Para
muchos investigadores del arte fue una aberración, según las críticas recogidas
de numerosos expertos en la materia, porque se perdieron numerosas obras de un
valor artístico incalculable.
En otro capítulo
la cultura popular se hace patente con las producciones locales, destacando los
ñames que se pueden comer de distintas maneras como guisados y acompañados con
pescado, mojo o miel. De los productos elaborados mencionamos un magnífico ron
y las rapaduras. El aprovechamiento de los cañaverales es muy antiguo. A principios
del XVI ya ocupaban estas tierras. En el XIX la cosecha de azúcar se dedicaba a
la elaboración de la indicada bebida. En 1883 se fundó la Destilería del Valle,
que ha pervivido hasta mediados de los años noventa de la pasada centuria. Otra
vieja industria, que fabricaba Ron del Puerto y miel para la repostería
insular, cambió a partir de 1950 su marca por la de Ron La Aldea , que se comercializa, conjuntamente, con la otra productora denominada
Ron Espíndola. Hubo moderna maquinaria a vapor y alambiques franceses con
rectificadores para destilar el innovador licor a partir de la melaza. La caña
dulce como materia prima se sigue cultivando a una escala muy variable.
Volviendo a la
reseña de la presente imagen mariana venerada en las fiestas patronales de
septiembre con el mayor fervor y patrocinio de un pueblo, volcado a ella con
todo entusiasmo y cariño, que convocan a sauceros de dentro y fuera de la Isla.
Su presencia virginal suscita devoción y respeto al pasado con proyección de
futuro. Mirando la perspectiva atlántica de Andalucía, que propició su
prolongación en el Archipiélago de un extenso catálogo de imaginería sevillana.
La ciudad hispalense puede ser la procedencia de la talla atribuida al círculo
del maestro Juan Bautista Vázquez El Viejo, escultor abulense, avecindado en
Sevilla desde 1557 hasta su muerte en 1589.
Hasta finales del
siglo XVII una tabla flamenca, que por su alegoría se denomina “la Virgen de la
Montaña” hace referencia a dicha advocación y presidió el oratorio en la
explotación de azúcar de Los Sauces. Durante una centuria estuvo colocada en el
altar mayor del templo hasta que en 1686 fuera sustituida por un retablo con
tres nichos y un sagrario, procedente del desamortizado convento de Santa Clara
de Santa Cruz de La Palma, siendo, por último, instalado en el coro bajo de la
inexistente edificación y que actualmente se haya en el baptisterio.
Prestando la
atención debida a la bella efigie, que durante algún tiempo estuvo delante del
cuadro comentado y encima del tabernáculo, caracterizada por el candor y el
coloquio que mantiene la Madre con el Hijo, presenta una escena plena de
ternura y poesía, es de madera policromada y del XVI. Antes de ubicarse en su
nueva hornacina estaba en el testero de la capilla central sobre una gran ménsula
triangular. Lamentablemente no se conservan dos ángeles que aserraban una
montaña bajo sus pies, símbolo del marianismo catalán.
Bajo un magnífico baldaquino dorado y rojo,
al igual que muchas otras, con columnas salomónicas y con decoración pictórica
en su techo, complementado por un sol, que la nimba en su paseo a hombros. En
sus ricos ropajes blanco, verde… le cuelgan las numerosas joyas, que son
dádivas de devotos feligreses para sufragar los favores recibidos por Ella a
cambio de la divina providencia y de un Dios misericordioso.
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