Año 1930 |
El 13 de mayo de 1701 se inicia la construcción mirando al
mar, otorgándole la categoría de fortaleza por su tipología de mirador de
influencia militar, rematada con una cúpula o chapitel de mampostería decorada
de azulejos, cerámica azul de Delft, buscando el esplendor producido por los
destellos de luz solar proyectados sobre la brillante materia blanca. Durante
el paso del tiempo se ha ido deteriorando progresivamente estas piezas de
colección, casi invisibles debido a su inaccesibilidad de su emplazamiento.
Para los amantes del arte constituye un atractivo cultural
del primer orden, que nos obliga a estudiar su origen y cuidar de su
conservación. Avanzamos lentamente, pero lo hacemos con criterios fundados en
unos principios de influencia flamenca. En 1513, Jacomo de Monteverde, fue el
primer comerciante de tal origen, que compró tierras y aguas para hacer
florecer la producción del azúcar y, así, extender un intenso comercio a
Europa, dejando imborrables huellas.
Las piezas reseñadas son típicas de los alrededores de Delft
(Holanda Meridional), Países Bajos, caracterizada por el empleo del azul y
blanco pintado, generalmente, a mano. Se conocía desde el XVI y, entre 1600 y
1800, se elaboraban bajo la firma Delft Blauw, que gozó de gran popularidad en
colecciones privadas de familias acaudaladas, aunque los alfareros preferían
llamarlas porcelana, versión más barata de la homóloga china. No se hacía con
el caolín propio de dicho proceso, sino de otro recubierto con vidriado de
plomo tras pasar por el horno. Pese a todo alcanzó una gran importancia y en
su momento de apogeo hubo treinta y tres fábricas en la ciudad. De todas ellas,
sólo, queda actualmente la Royal Delft.
Consta de tres cuerpos con aperturas sin carpintería,
comunicados en su interior por escaleras apoyadas de manera vertical y puerta
cubierta al exterior en el primero. Sus caras sur y norte muestran en el
segundo un balcón con balaustrada de madera en cada uno de ellos, mientras la
del este posee dos, en las respectivas alturas. La culminación de la misma lo
hacen las campanas por ambos frentes reseñados y un pequeño ventanal enrejado
al lado oeste, anteriormente tapiado. Encima de los huecos alineados este y
norte se hallan unos escudos nobiliarios.
Sabido es que el Cabildo Insular de La Palma es dueño del
bien patrimonial por enajenación del cenobio religioso por motivo de la desamortización
de Mendizábal en 1836 de las congregaciones eclesiásticas y a causa del
adecentamiento de los bienes inmuebles por la celebración de la Bajada 2015 de
Nuestra Señora de Las Nieves, Patrona de La Palma, a esta capital acometió,
afortunadamente, su restauración en el mes de junio.
Se ha vuelto a reponer
una copia exacta de la baranda original existente en su día, que parte de ella
se conserva aún. En cuanto a los colores de todos sus elementos se ha hecho
conforme a las acuarelas de Juan Bautista Fierro Vandewalle (1841-1930) y Luis
Pereira, además, de la fotografía publicada en 1930 por la revista Nacional
Geographic.
El asunto como fin es promocionar la vinculación
socioeconómica y urbana de Flandes con la Isla palmense, originada por los
ingenios y trapiches, descubriendo un legado y llegando donde la vista no
alcanza.
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