Baja la Virgen desde su casa del monte a recorrer el viejo
camino de La Dehesa, con pasos firmes y pausados, escucha la serpenteante brisa
de la montaña. Vigila el mar azul, acariciado por el cielo, cuál amalgama de
blancos difuminados como si fuese la bóveda de la Capilla Sixtina, envolviendo
el eco del barranco. A lo lejos, apenas se divisa la ciudad que se encuentra
hermosa para recibir a su Reina y Señora, Patrona de los palmeros.
María de Las Nieves nos acompaña en el peregrinar de cada
cinco años, radiante como el sol de verano. Es nuestra Abogada en los buenos y
malos momentos de la vida. Si alguien preguntara el porqué de esta devoción a
la Madre de Dios, quizá nada más perfecto que responder con las palabras del
Concilio Vaticano II: “Asunta a los cielos, María, con su múltiple intercesión,
continúa obteniendo los dones de la salvación eterna. Con su amor materno cuida
de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligro y
ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada”.
El cristiano que se acerca a Ella y llega a un trato íntimo,
siente enseguida el tacto amoroso que le conforta, la mirada maternal que llena
su existencia de ilusiones y esperanzas, los brazos acogedores donde recupera
el coraje para seguir adelante. El amor a la Rosa mística debe ser distintivo
de todo católico.
Los ambiguos deseos de los parroquianos de no tener a su
Santa Virgen de las vírgenes, tantos días ausente, se manifiesta de manera
ostensible. Es verdad que con Ella se va un trozo del corazón de muchos hacia
otros con la fe y la esperanza del recibimiento. Su llegada no se hace esperar
llena de ilusión e interfiriéndose las miradas y aclamaciones recíprocas de
vítores y amor, desbordantes de expectación.
Veladas, jolgorio… abren los labios y rompen el silencio,
producto de la emoción del momento con holgura contenida. Salvas a la Estrella
de la mañana en su entrada triunfal. Engalanadas calles la acogen con acordes
musicales y cantos de salutación y alabanza, reminiscencias de historia, tradición
y popularidad. El tiempo se apresura para tener en su seno el Arca de la
alianza. Vivir esta gran fiesta sea la forma más espléndida en el marco
maravilloso de Santa Cruz de La Palma, compartiendo plenamente aquello que
merece la pena hacerlo intensamente.
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