No sé si el título del presente trabajo es el de una historia
que parece un cuento o un cuento que parece historia, como diría Gustavo Adolfo
Bécquer (1836-1870). Es la realidad encerrada en una vida dedicada al diseño de
lo esencial en sus conocimientos natos, llevados en su mente y vocación con la
elegancia que lo caracteriza en todo momento al artista palmero.
Manuel Blahnik Rodríguez (1942) es un personaje que va desde
lo sublime a lo efímero, tal como suena. No sigue las tendencias, sino crea
piezas que sobrepasan el concepto de moda para convertirse en obras de arte. Su
innovación se debe a la mezcla de estilos y referencias artísticas del pasado.
Gama de bellos colores, texturas, tejidos y formas que hacen experimentar la
misma sensación que si admiraras un cuadro y cierta teatralidad en cada
detalle, incluidos los nombres con los que bautiza sus creaciones, que son su
sello característico.
El 11 de mayo del presente año fue investido Doctor Honoris
Causa por la Universidad de La Laguna en medio de un gran regocijo, envuelto de
expectación, disfrutando de una maratoniana jornada. El genio con la sonrisa en
sus labios se expresa de forma sencilla: “Vengo con gran placer a recoger este
premio. Otros no” y “un día como hoy es maravilloso”.
Los “manolos” y
Blahnik son una misma cosa, universal y arraigado a sí mismo por fuertes lazos,
ataduras enlazadas por intensas uniones de creatividad en un mundo único y
novedoso. El artista se mueve en el entorno que él quiere, independientemente a
intereses externos a sus pretensiones. Caprichoso en darle a lo surgido por
impulso la necesaria coherencia no reglada en algo cotidiano y conocido de
antemano, sino distinto a los demás, aunque sean ideas propias, pero reales y
exigentes a la vista hasta enamorar a cualquiera. El valor no está en la firma,
ni en el nombre, se halla en la seducción del modelo.
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