Girando y trillando. Escena cotidiana |
Se distribuyen a lo largo de toda la geografía insular
teniendo un gran valor etnográfico
en aquellas zonas donde antaño se cultivó los cereales. La construcción de las eras pasa por un previo procesamiento de acondicionamiento del
suelo empedrado, lajas y nivelados, y su delimitación. Primeramente se elegía con muchísimo
cuidado su ubicación, que debiera ser lugares de mucho viento para facilitar la
labor de aventado y próxima a las
vías de comunicación con el consiguiente acceso de las bestias.
Lo esencialmente primordial era limpiar y barrer el terreno
antes de comenzar la faena, que se hacía más fácil cuanto más compacto fuese la
superficie. Son circulares para que
la yunta pudiera ejecutar su trabajo
holgadamente. El borde se marcaba con piedras clavadas o con muros, siempre al
lado que soplara la brisa. Se compone de una pared más baja para ayudar el
lanzamiento al aire de la materia bruta, siendo la de sotavento a mayor altura para no permitir la pérdida del grano,
siendo ejemplos de aprovechamiento de la energía eólica.
Era de trillar. Tarea de campo |
La jornada de trillar la parva se convertía en una reunión
vecinal en la que las diferentes familias aprovechaban para realizar la zafra en común, colaborando unos con
otros. Hecho que favorecía la cohesión
de la comunidad y que hoy se ha creado el “Día
de las Tradiciones” con escenas típicas de la vida rural de mediado de la
centuria del XX.
Tenemos que lamentar la desaparición de algunas por la
edificación de viviendas o carreteras sobre ellas, u otras están abandonadas,
siendo su deterioro muy notable. Las que permanecen constituyen un patrimonio.
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