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domingo, 23 de octubre de 2016

LAS ERAS DE TRILLAR

Girando y trillando. Escena cotidiana
                                Se distribuyen a lo largo de toda la geografía insular teniendo un gran valor etnográfico en aquellas zonas donde antaño se cultivó los cereales. La construcción de las eras pasa por un previo procesamiento de acondicionamiento del suelo empedrado, lajas y nivelados, y su delimitación. Primeramente se elegía con muchísimo cuidado su ubicación, que debiera ser lugares de mucho viento para facilitar la labor de aventado y próxima a las vías de comunicación con el consiguiente acceso de las bestias.
                              Lo esencialmente primordial era limpiar y barrer el terreno antes de comenzar la faena, que se hacía más fácil cuanto más compacto fuese la superficie. Son circulares para que la yunta pudiera ejecutar su trabajo holgadamente. El borde se marcaba con piedras clavadas o con muros, siempre al lado que soplara la brisa. Se compone de una pared más baja para ayudar el lanzamiento al aire de la materia bruta, siendo la de sotavento a mayor altura para no permitir la pérdida del grano, siendo ejemplos de aprovechamiento de la energía eólica.
Era de trillar. Tarea de campo
                              La jornada de trillar la parva se convertía en una reunión vecinal en la que las diferentes familias aprovechaban para realizar la zafra en común, colaborando unos con otros. Hecho que favorecía la cohesión de la comunidad y que hoy se ha creado el “Día de las Tradiciones” con escenas típicas de la vida rural de mediado de la centuria del XX.
                              Tenemos que lamentar la desaparición de algunas por la edificación de viviendas o carreteras sobre ellas, u otras están abandonadas, siendo su deterioro muy notable. Las que permanecen constituyen un patrimonio.

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