Comienza el tiempo de la música navideña. Las calles se
iluminan y aparecen los primeros árboles y belenes. La gente compra en los
comercios atractivos regalos atraídos por el compromiso social de las fiestas.
El ambiente presenta una nueva cara envuelta por el consumo, reinando la
oferta, concurso y participación del cliente. Florece, en el ánimo de todos, el
reencuentro con los que están lejos. Ha llegado la NAVIDAD y las demás fechas.
¿Sientes que eres feliz? ¿Consideras que vives rodeado de
personas felices? Lo cierto es que el concepto de lo que es la felicidad es tan relativo, que me
atrevo a decir que no hay felicidades iguales o que no se puede medir el grado
de esta. Ahora más que nunca es imposible saber si somos o no unos seres
afortunados y entrar en ese mundo tan maravilloso, como nos hemos imaginado.
El deseo de pasar unas semanas en paz, junto a familiares y
amigos, pensando en el estrés, paro, hipoteca, deudas, etc. nos serán
dificultades. Sin embargo, sin ser grandes pensadores, podremos enlazar dos
vocablos fundamentales: aceptación y
esperanza. Construyendo un presente
a nuestro alcance, sin miedo se acepta el pasado tal como indica la realidad
para conseguir un futuro mejor.
El amor va unido a
la felicidad para bien y para mal. Si pierdes uno, conseguirás lo mismo con el
otro. “El amor es sinónimo de felicidad; no puede ocurrir lo uno sin lo otro.
El amor siempre suma. En todo caso, es la falta de amor lo que quita la
felicidad”. Hay múltiples formas efectivas de autoterapia, un kit compuesto por
el mapa y la brújula que conducen al camino de la felicidad.
Lo comentado puede ser la ocasión propicia para tener un
paréntesis en nosotros y andar con firmeza por la vida. Preocupados e inseguros
son signos de inestabilidad, según mi opinión, que no conducen a ninguna parte.
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