Para entender el mundo actual ya no sirven las encuestas, ni
los análisis de los analistas, ni las tertulias de los tertulianos, ni los
estudios de los estudiosos, ni la experiencia de los expertos, ni la
inteligencia de los que hasta hace unos cuantos días considerábamos
inteligentes. Para entender el mundo, el inaprensible presente inmediato, lo
que está pasando ahí fuera, hay que recurrir a algo más que la propia realidad.
Le dije a un amigo cubano que se nos había ido el comandante
y se sorprendió por mi insinuación al ser diferente a los de otros. La historia
pasa las páginas constantemente como la de la muerte de Fidel Alejandro Castro
Ruz (1926-2016).
Me ha motivado escribir estas líneas, porque tengo
procedencia de ese país por parte de mi abuelo materno y, también, le debo la
memoria de dos tías, hermanas de mi madre, con su legado familiar.
Hay variadas opiniones, que se podrán emitir al exdirigente,
que tantos años desafió los intereses ideológicos de otros países. A continuación
haremos mención de dos juicios:
1) Como una sucesión autoritaria, en manos de un liderazgo
pragmático, que podría evolucionar hacia una transición a la democracia.
2) Jorge Mario Pedro Vargas Llosa, Marqués de Vargas Llosa y
premio Nobel de Literatura en 2010, político y escritor peruano, de
nacionalidad española desde 1993, dice en plena sorpresa: “A Fidel Castro no lo
absolverá la historia, aunque él diga que sí. Espero que esta muerte abra en
Cuba un periodo de apertura, tolerancia y democratización. El tiempo hará un
balance de estos 55 años que acaban ahora con el óbito del dictador cubano”.
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