Descendido, fruto fecundo,
en los brazos de su Madre
lo pusieron
y la Cruz quedó vacía
para ser sagrado signo
de salvación.
En lo alto de la cima
está fuertemente erguida,
señala cruce de caminos
y un destino.
A los extremos del madero
fueron clavadas las manos
y pies
del Hijo de Dios, el Mesías.
Resplandor divino se desprende,
Luz celeste y sempiterna.
Agua y sangre manan del Cordero
inmolado,
ofrendas de amor,
fuente de savia concebida
que fluye de su corazón
quebrantado.
Sólo quiero abrazar
al Jesús Resucitado
y no al que estuvo por mí crucificado.
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