El Borrachito Fogatero. Mazo |
El verano nos abre las puertas desbordantes de sorpresas,
repletas de tradiciones ancestrales, con carisma extraordinario, que año tras
año, nos invitan a aquellas ocasiones
donde el fuego juega un papel fundamental en el transcurso del evento.
Obviamente, en junio, sirve de elemento purificador y reparador con las
hogueras de San Juan, que iluminan la noche de víspera por toda la geografía
isleña. La Palma se transforma en belleza ofrecida por el inmenso resplandor
lejano, reflejando el jolgorio de los corazones de miles de participantes.
Nos estamos refiriendo, sin más rodeo, a costumbres
pueblerinas dentro del calendario festivo con gran arraigo en celebraciones
populares, perdurando con altibajos a consecuencia de restricciones para
afianzar la seguridad ciudadana.
Danza del Diablo. Tijarafe |
Salta a la palestra en el marco de lo que tratamos de
argumentar con énfasis y con simple intención de resaltar las mismas, las de
agosto y septiembre, respectivamente, en la Villa de Mazo y Tijarafe. En el
primer lugar, destacamos ‘el Borrachito y la Libélula fogateros’ por las
fiestas en honor de la Virgen de los Dolores, Nuestra Señora de Lodero. Y, en
el lado opuesto, noroeste de la Isla, ‘la Danza del Diablo’, que consiste en
transmisión pagana para simbolizar el triunfo del bien y del mal, de su
Patrona, Santa María de Candelaria, sobre las maléficas acciones del Maligno. Tanto
uno y otro, conforman el programa de festejos costumbristas, siendo estelar en
las respectivas madrugadas del Día principal con sabor mariano, estallando
en vistosos agasajos de pirotecnia,
fantasmagóricos y luminosos destellos, al compás de las letras de animados
pasacalles, envueltos en un ambiente alegre y socarrón del momento. Por su
afluencia de foráneos, cada vez mayor, se han convertido en multitudinarios.
El complemento lo dan los llamados ‘Gigantes y
Cabezudos’ y otras caprichosas figuras,
que muchas se han perdido o deteriorado. Cada una tiene una historia a su
espalda, pues sus rostros han sido calcos de naturales y vecinos de distintas
edades y etapas. Bailan sin parar hasta que el último cartucho diga el adiós
hasta la próxima ocasión.
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