Las flores de los almendros brotan como preludio de la
primavera. La comarca noroeste palmera ha iniciado la cuenta atrás para una de
sus festividades más esperadas. Comienzan a tener el color rosa los paisajes de
Tijarafe, Garafía y Puntagorda, en general, toda la isla, que se preparan para
celebrar este encantador y sublime hecho con esperanza de prosperidad y
sosiego.
Se estima de gran valor, porque los visitantes pueden quedar
prendados de los recursos naturales ofertados durante el año, variedades del
fruto y artesanía.
-Melancolía me inspira tu belleza
cuando contemplo la luz desparramada,
reflejada en tus pétalos rosas
como alas que abren a los vientos.
En ti busco al Hacedor
que te ha creado
y lo encuentro escondido en tu existencia
cuando me pregunto, Dios mío, dónde estás
que te busco y no te encuentro.
Tú llenas las ramas
desnudas
de un árbol perdido en la llanura
esperando paciente la hermosura
del color y fruto que le da vida.
Flor que en febrero
despiertas
en los campos la tez ilusionada
de una pronta primavera afanada
ofreciendo lo mejor de sus entrañas.
Pintores te miman en
oleos y acuarelas
con tu faz sonriente y matizada
para disfrutar en suaves resplandores
el oculto secreto de tu naturaleza. (Flor del almendro)
El trinomio (febrero, belleza, almendros) forman una trilogía
con aire a olor de remanso entre alcores y llanuras bajo un cielo iluminados
por la ilusión y esperanza de las islas. Al contemplar el color suave y extenso
del fruto floreciente para después oscurecerse en el marrón del exquisito
manjar, que nos transporta a alisios de páramos celestes. Deleite de belleza en
estas fechas en medio de rincones del entorno.
Parecen hálitos sempiternos de dioses enamorados de pupilas
revoleteando las afanadas y laboriosas musas, que adornan el medio ambiente
como antesala de la nueva estación. Portada de un futuro merecedor de elogios a
la elaboración de productos con prestigio de buen sabor y arraigo artesanal,
siendo las delicias gastronómicas.
Alucinante es permanecer despierto en el esplendor de un día
cualquiera guardando silencio y agudizando el oído al rumor del incontenible
aleteo de la brisa. Un fulgor interno te abraza, que invade la sorpresa e
imaginación en pro de la beldad.
-A través de los cristales del ventanal
miro las flores rojas y lilas
de no sé qué árboles.
No me importan sus
nombres
ni, tampoco, sus orígenes.
Sólo me importa la
vida
que de ellos brota en sus ramas.
Una vez más, llegas
como otras veces,
puntual a tu cita y te conviertes en poesía
y la poesía en primavera.
El Génesis abre sus
páginas
y ríe al crearse miles de vidas
sin saber cómo, ni cuándo…
De qué manera… es un
misterio
y vistes con un delantal de colores
los apagados campos extensos.
En ellos el arcoíris
de vuelos
y la melodía de trinos
llenan los nidos de amor.
Amo al ventanal y
cuando lo abro
la brisa acaricia las
mejillas,
que con el alma fría responde
a la avidez de mis labios.
¡Qué, como fuente de
inspiración,
cuántos te nombran… gozosos! (El ventanal)
Recuerdo aquellos sitios cubiertos de semejantes mantos y que
mis ojos quedaban paralizados. Lo amado y la paz en ellos hacen que la suavidad
del viento hable como un triunfo en mi mente. En ese momento, tanto esfuerzo en
rescatar la frecuencia de imágenes, me obliga a ser eco en la visión de sueños,
que vuelan y arrojan en mí un loco deseo, que me hace palpitar y comprender que
he sido recompensado.
-¡Oh, cuánta belleza guarda mi cielo!,
los campos de mis pueblos palmesanos,
plasmados en sus lienzos por las manos
de pintores amantes de su anhelo.
La vista se recrea con
recelo
al contemplar lo más bello y lozano,
que a los vientos de La Palma es ufano
pregonar y sentir lo que desvelo.
¡Febrero, mes de los
almendros en flor,
anuncia ya la pronta primavera
llenando mi alma, cuál dulce primor!
Las flores caen y
marcan la frontera
dejando saturada de color
a esta tierra de esperanza y de espera. (soneto)
Atraviesa el olvido la grandeza de un cielo biológico. Es
cierto, que este encuentro anual con lo divino se fortalece en la tierra rural
junto al folclore y del buen vino:
-Bendita tierra canaria
donde florece el almendro
con eco de melodía
en suelo árido y fértil,
y al rumor del aire frío
tan sonriente y orgulloso
surge del monte a la orilla.
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