Antonio Machado Ruiz |
Antonio Cipriano José María Machado Ruiz (1875-1939),
conocido por Antonio Machado,
sevillano de cuna, perteneciente al movimiento modernista (Modernismo) y a la
generación del 98, siendo el más joven representante. Acreditado en los géneros
de Poesía, dramaturgia y ensayo, estudiante de la Universidad Complutense de
Madrid, licenciado y doctorado en Filosofía y Letras. Profesor de francés por
varias ciudades españolas y francesas, fue Miembro de la Real Academia Española
e Hijo Adoptivo de Soria, entre muchas distinciones. “Por mucho que un hombre valga, nunca tendrá valor más alto
que el de ser hombre”, pronunciado por Juan de Mairena en su semblanza a
Machado. Viajero y poeta enamorado de los campos amarillos castellanos,
recorridos en calma, andariego empedernido que colmaron la sed del alma y las
planicies inclinadas en horizontes difuminados a lo lejos, donde la vista
alcanza y la imaginación se convierte en fuente de inspiración sempiterna.
-“Campos amarillos y en calma/son los llanos/de la tierra
castellana,/que colmaron la sed de tu alma/por los andaluces planos./El
Guadalquivir y el Duero/se dan la plenitud/de arrullar tus versos,/cual cántico
de juventud/suspiros de amores diversos./El verde, azul, amarillo…/Silencio,
remanso, páramos…/Tiempo conjugado y sencillo/que cantados/junto al
campesino/en la era, con el trillo./Mecenas de generaciones ávidas/de saciar su
sed…/de nostálgicos sueños./Tus pies cansinos/por sendas
polvorientas,/suplicios y desencantos/columpiados a merced/de los brazos que
los sueños/nos regalan como hálitos./Pregonero de lo andaluz y castellano,/de
las umbrías márgenes por los chopos/y de los soleados olivares,/de
hijosdalgo…/de música y cantares,/de amores y soledades,/de Bécquer, García Lorca,/Alberti,
Juan Ramón Jiménez…/de enamorados andaluces/por tierras castellanas”. (Poema
mío a su memoria, que me encontré en medio de otros, titulado “Poemas para
recordar”).
Con gran satisfacción leí en la Prensa de que había sido objeto de un homenaje en el patio del palacio de las Dueñas de Sevilla, participando vates, profesores y lectores en el sesenta aniversario de su muerte, que transcurrió en un acto emotivo.
Antonio y Manuel Machado |
Con gran satisfacción leí en la Prensa de que había sido objeto de un homenaje en el patio del palacio de las Dueñas de Sevilla, participando vates, profesores y lectores en el sesenta aniversario de su muerte, que transcurrió en un acto emotivo.
Sigue importando a los españoles, porque era un hombre
sencillo, modesto, que nunca tuvo ocupaciones brillantes, ni demasiada fama,
pero sí fue genial, dándonos una nueva manera de mirar la realidad. Las
palabras de Gerardo Diego lo dice todo: “Hablaba en versos y vivía en poesía”. Acerca del perfil muy singular, alguien puede pensar, si
conoce un poco detalladamente su obra, no sólo por la grandiosidad sino por los
profundos detalles de que está repleta, que haya podido ser elaborada por un
pensamiento frívolo. Pienso que no fuera el criterio, ni las aspiraciones del
mismo.
Escribió claro y transparente para que todos lo entendieran.
Lo hizo de su España y de su pueblo, que tanto amó y por el que fue tan
querido. Está siempre presente en su alma peculiares características como el
gusto por las coplas populares, el tono sentencioso y los temas tradicionales.
Experimenta poco a poco cambios en sus pensamientos, según avanzan las décadas. Quizás, influenciado por ciertas corrientes formativas y de otros intelectuales en el entorno cotidiano. Evoluciona con cierta intensidad en el deseo de luchar por una cultura de masas, no elitista, por lo que hace un repaso de sí mismo y de los años transcurridos. Es fuego y nostalgia, suavidad y pasión incontenible, aún enciende el espíritu, que supo arraigar con entereza el significado fundamental de la vida: “La originalidad de un pueblo se determina, pues, principalmente, en virtud de dos elementos esenciales, a saber, la continuidad de la tradición en cada momento de su historia y la firmeza para mantener la vocación que la inspira y hacerla efectiva en el organismo de la sociedad humana”. Representó una época de la lírica hispano parlante por su pasión y pensar profundo, por ser humano compartió el destino, manteniendo esa esperanza de protagonista:
El poeta y su esposa Leonor |
Experimenta poco a poco cambios en sus pensamientos, según avanzan las décadas. Quizás, influenciado por ciertas corrientes formativas y de otros intelectuales en el entorno cotidiano. Evoluciona con cierta intensidad en el deseo de luchar por una cultura de masas, no elitista, por lo que hace un repaso de sí mismo y de los años transcurridos. Es fuego y nostalgia, suavidad y pasión incontenible, aún enciende el espíritu, que supo arraigar con entereza el significado fundamental de la vida: “La originalidad de un pueblo se determina, pues, principalmente, en virtud de dos elementos esenciales, a saber, la continuidad de la tradición en cada momento de su historia y la firmeza para mantener la vocación que la inspira y hacerla efectiva en el organismo de la sociedad humana”. Representó una época de la lírica hispano parlante por su pasión y pensar profundo, por ser humano compartió el destino, manteniendo esa esperanza de protagonista:
-Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea. (Antonio Machado)
Estatua homenaje en Baeza |
Hay que resaltar las fechas de una biografía que sintetizó
admirablemente: “Nací en Sevilla una noche de julio de 1875, en el célebre
palacio de las Dueñas, sito en la calle del mismo nombre. Mis recuerdos de la
ciudad natal son todos infantiles, porque a los ocho años pasé a Madrid, adonde
mis padres se trasladaron y me eduqué en la Institución Libre de Enseñanza. A
sus maestros guardo vivo afecto y profunda gratitud. Mi adolescencia y mi
juventud son madrileños. He viajado algo por Francia y por España. En 1907
obtuve cátedra de lengua francesa, que profesé durante cinco años en Soria.
Allí me casé, allí murió mi esposa, cuyo recuerdo me acompaña siempre. Me trasladé
a Baeza, donde hoy resido. Mis aficiones son pasear y leer”. Apuntó en el duro, pero alegre ejercicio del vivir. Así fue,
al decir de Manuel Alvar: “No necesitó gritos ni charangas, le bastó caminar
como lo vio Rubén, en silencio y con la mirada profunda, convirtiendo en luz la
propia bondad íntima”. En ese caminar solitario, escuchaba los secretos y la
verdad de la existencia:
-Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar. (Antonio Machado)
Sepultura. Colliure (Francia) |
Murió en el exilio bajo los auspicios de la Segunda República
Española y habiendo llegado al final de éste me dispongo a contar aquel viaje
vacacional con mi señora a Cataluña, hace algunos años, un día se recorrió la
Costa Este fronteriza. Con expectación fuimos contemplando la belleza de una
carretera sinuosa, que dejaba ver en pequeños tramos, a izquierda y derecha,
hasta quedarnos saciados con los ojos embotados del paisaje entre montañas y
mar, hasta llegar a Colliure, comuna de Francia situada en el departamento de
los Pirineos Orientales, situado en el extremo sur del Lanquedor-Roussillon,
comarca de Rossellón. Una vez estando en la localidad fuimos por una callejuela
estrecha, que nos condujo a una bifurcación, originada por la casa-pensión con
un pequeño balcón, en donde estuvo alojado por último el autor de Campos de
Castilla. Llegamos, por fin, cerca de allí, al cementerio antiguo y visitamos
la sepultura, siendo un honor hacerlo y que guardo celosamente el recuerdo
presencial a través del tiempo. ¿Qué se siente cuando uno encuentra algo así?
Lo que sentía, lo que realmente sustituyó a la obsesión, fue un vacío, un
tremendo abismo que me ocupó el ánimo, que posteriormente fui llenando con
orgullo y satisfacción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario