¿Cuál es tu estación favorita? Una pregunta que siempre tuvo
una respuesta preestablecida, como diría cualquiera de nosotros con decisión y
con la sabia afirmación de manifestar la preferencia del intelecto ubicado en
la persona de un ser humano. Se nos ha ido el verano, que significaba tiempo en
familia, tiempo libre, ocio, playas, montes, en definitiva, vacaciones. Una
pregunta y una respuesta sencilla en una época en la que éramos estudiantes
sometidos a un mundo estudiantil e integración a una sociedad más exigente,
pero voraz en su contenido y formación tecnológica a gran escala, comenzando
otra totalmente diferente.
El otoño nos envuelve en su atmósfera y nos traza una ruta a
seguir con la lluvia intermitente, lloviznas, la mezcla de los bikinis y los abrigos
en los armarios repletos de blusas, camisas, trajes, pantalones, vaqueros… el
caer de las hojas, los caminos o sendas, rincones llenos de hojarascas,
formando alfombras de color marrón, simplemente de tonalidad canela, numerosas
e interminables.
Es una de las cuatro estaciones del año de las zonas
templadas, y de las dos estaciones de la zona intertropical. Sigue al verano y
precede al invierno. Es un conjunto de frentes atmosféricos con características
distintas y puntuales para indicar una variación de la naturaleza.
Astronómicamente comienza con el equinoccio de otoño, alrededor del 22 o 23 de
septiembre en el hemisferio norte y del 20 o 21 de marzo en el hemisferio sur y
termina con el solsticio de invierno, alrededor del 21 o 22 de diciembre en el
hemisferio boreal y del 20 o 21 de junio en el hemisferio austral. En la zona intertropical
boreal comienza el 22 o 23 de septiembre hasta el 19 o 20 de marzo y en la zona
intertropical austral va desde el 19 o 20 de marzo hasta el 22 o 23 de
septiembre, abarcando nueve meses.
Sin embargo, habitualmente se conoce como otoño al periodo
que comprende los meses de septiembre, octubre y noviembre en el hemisferio
norte y marzo, abril y mayo en el hemisferio sur.
La estación otoñal empieza el día en el que el sol sale
justo por el este y se oculta justo por el oeste. El fenómeno astronómico que
lo inicia es el equinoccio de otoño. Apenas unos días después se da el día en
que se tiene exactamente el mismo número de horas de día que de noche.
La estación que describimos termina el día con menos horas
de luz solar, solsticio de invierno. A medida que avanza los días son más
cortos y las noches más largas.
Es importante diferenciar el
otoño astronómico, alineación y visualidad de los astros, del meteorológico,
sucediéndose inestabilidad en régimen lluvioso u otros fenómenos. Este último,
comprende los meses de septiembre, octubre y noviembre en su completitud en el
hemisferio norte y en el del sur los meses de marzo, abril y mayo.
A lo largo y ancho del periodo estacional la duración de las
jornadas va disminuyendo, ya que la intensidad solar, insolación, disminuye. Es
decir, los rayos solares inciden con menor grado de inclinación a medida que
avanza el tiempo.
Suele llover, siendo beneficiosa en parte para la reseca
tierra, desprendiendo el olor característico de humedad, de suelo o tierra
mojada. Estas precipitaciones indicadas, junto con la disminución de las horas
solares diarias, favorecen que se incremente la humedad ambiental.
La mayor duración de las noches y el enfriamiento nocturno combinados
con la presencia de un anticiclón, altas presiones y vientos en calma da lugar
a la aparición frecuente de nieblas y brumas.
Otra circunstancia notable es la migración de las aves hacia
lugares más meridionales, huyendo del frío. Las islas constituyen un sitio de
descanso en una de la ruta común y periódica, noviembre, de las pardelas. Es
habitual que migren hacia el norte de África desde España, la península,
especies como las golondrinas, las tórtolas o las cigüeñas.
También, es temporada de setas y vendimia, de moras y frambuesas.
Los frutos rojos es la delicia de muchos, a veces se catalogan como
exquisiteces para el paladar más exigente.
Al comienzo de la estación, el cielo tras la puesta del sol,
tendrá la visión de los planetas Venus y Saturno. En noviembre Mercurio,
visible durante unas semanas hacia el oeste, mientras que, a finales de
noviembre lo hará Júpiter por el este.
En 2024 habrá los amaneceres y constelaciones,
eclipses de luna y sol, lluvias intermitentes con cierta frecuencia, las
lluvias de meteoros de las dracónidas, las Oriónidas, las Leónidas y Gemínidas.
Las lunas llenas tienen lugar el 17 de octubre, el 15 de noviembre y el mismo
día de diciembre.
Se rumorea que se suprimiría el cambio de hora, último
domingo de octubre, aunque tanto el Parlamento Europeo como la Comisión se han
pronunciado a favor de eliminar los cambios horarios en el futuro, pero no
existe, todavía, una decisión definitiva al respecto.
‘El caer de las hojas’ es un trabajo que recluta muchas
coincidencias o similitudes con los parajes, aptitudes, mociones del tiempo,
caricaturas emocionales y carismáticas del mundo en personas, hechos y objetos
propios de la naturaleza, circunstancias probables de asumir en un entorno del
medio ambiente, familiar, religioso, político, social, cultural, sanitario y de
supervivencia.
Durante el siglo XXI los cambios en las condiciones
climáticas y atmosféricas causados por el calentamiento global han generado
alteraciones en los cambios estacionarios, incluido el tránsito del verano al
otoño.
La asociación con la transición del tiempo cálido al frío,
entretiempo, y su condición de estación de la cosecha primaria han dominado
temas e imágenes populares. En las culturas occidentales, las personificaciones
del otoño suelen ser mujeres guapas y bien alimentadas, adornadas con frutas,
verduras y cereales que maduran en esta época. Muchas culturas celebran fiestas
de las cosechas otoñales, como la vendimia, popularmente conocida por ‘abrir la
pipa’ y ‘las tablas de San Andrés’, en las islas de La Palma, los sanmartines,
e Icod de los Vinos en la de Tenerife, respectivamente, con castañas y vino
nuevo, a menudo las más importantes de sus calendarios.
En Norteamérica, aunque la mayoría de los alimentos se
cosechan durante el otoño, entre los que suelen asociarse a esta estación se
encuentran las calabazas, que forman parte integral tanto de Acción de Gracias
como de Halloween y las manzanas, que se utilizan para elaborar la sidra,
bebida de temporada.
Especialmente, en poesía se ha asociado con la melancolía.
Las posibilidades y oportunidades del verano han desaparecido, el frío del
invierno se vislumbra en el horizonte. Los cielos se vuelven grises, la
cantidad de luz diurna utilizable disminuye rápidamente.
Durante esta estación la temperatura comienza a descender
paulatinamente. Las hojas de los árboles de hojas caducas se caen y los mismos
se quedan desnudos, mostrando su estructura arbórea con ramas sin su cuerpo
verdoso vivo lleno de vida, sino transformado en alfombras de hojarascas,
siendo un paisaje desolador y sutil hasta la primavera, que desbordarán alegría
y un sinfín de sensaciones positivas como diría las creencias en general ‘la
sangre altera’. Lo cambia por tonos ocres y caen ayudadas por el viento, que
sopla con mayor fuerza. Este cambio de color se observa más claramente en
diversas regiones del mundo, en unas más que en otras, como América del Norte,
el Asia Oriental, incluyendo China, Corea y Japón, Europa, medio oeste, sudeste
y sur de Brasil, zonas centro, sur y austral de Chile y Argentina, así como al
sur de Australia oriental y la isla sur de Nueva Zelanda.
Con las primeras lluvias de forma intermitente, empieza la
susodicha sección invernal, como si fuera la antesala de un preludio. La mezcla
de los bikinis y los abrigos, cuidadosamente guardados, abrir los paraguas,
poner los chubasqueros… quitarse los polos, camisetas de mangas cortas y
sustituirlas por las homólogas largas, suéteres, etc. por ropas adecuadas,
supone un nuevo acomodo a las inclemencias del tiempo. Habrá que llevarlos en
el bolso o mochila por el ‘deja ver’.
Una estación quizá algo subestimada. Con ella comienza
nuestra temporada de moda, disfrutamos de la naturaleza de una manera especial,
viajamos a sitios encantadores, que durante el verano quedan relegados a un
segundo plano y durante el invierno apenas se plantean, si no están inundados
de luces navideñas. Con ello llega las novedosas telas, los fascinantes
colores, en definitiva, las jóvenes tendencias.
Seguimos soñando y disfrutando a partes iguales con casi
todo. Soñando mientras pasamos las hojas de un periódico, revista de moda o
miramos el móvil y con la otra mano sujetamos un cortado natural o una cerveza,
tras una ventana entreabierta o al socaire de una terraza del bar…, que deja
penetrar en nuestras vías respiratorias el olor al asfalto o tierra mojada,
mezclado con los humos contaminantes de los vehículos de ruedas. Disfrutemos del
sol, de lo apacible de un entorno custodiado por un mar de nubes, de los largos
paseos por las playas y las largas caminatas por nuestros montes, del chocolate
con churros, las mañanas de los domingos y de los helados con sirope en sus
tardes.
No quepa la menor duda, el otoño es sinónimo de salir a
la calle a gozar de conciertos, representaciones teatrales, ferias y
exposiciones, pero, también, lo es de quedarse en casa para ver una buena
película en la tele, un partido de fútbol con nuestro club favorito, un
concurso de actualidad y de múltiples espacios culturales y de cualquier otro
estilo, para cocinar recetas de la abuela o de reciente creación… El otoño es
sinónimo de libertad, de hacer lo que nos apetezca, lo que nos dé la gana: refugiarnos
en los museos, restaurantes, eventos deportivos, reuniones familiares en zonas
recreativas alrededor de una parrilla o de una apetitosa paella de mariscos, de
pollos o mixta. Lo importante es pasarlo bien.
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