Las aguas termales de dicho manantial sepultado por la erupción (1677) del volcán de San Antonio, 13 de junio, con sus peculiares dotes curativas las hacen únicas en el mundo. Hace muy pocos días la prensa escrita provincial (Diario de avisos del 4 de febrero) sorprendió con la puesta en marcha de su venta en calidad de embotellada, diciendo: “Un pleno urgente y extraordinario del ayuntamiento de Fuencaliente aprueba el proyecto, que autoriza la primera acción empresarial en el manantial desde su hallazgo”.
Abundan, según ciertos comentarios, los debates unilaterales entre los ediles fuencalenteros, Cabildo Insular y empresarios privados ofreciendo grandes inversiones de capital para su sustanciosa rentabilidad. Las pretensiones de convertirla en un atractivo balneario equipado de restaurante, sala de conferencias, centro de visitantes… no nos haga olvidar que se trata de una zona protegida y con impacto medioambiental.
Seamos sensatos y no fomentemos la avaricia, ya que en la antigüedad los imperios sucumbieron por ambición. Cuidado con las aberraciones paisajísticas y los adeudamientos del erario público.
La tinta quede en el tintero y las buenas intenciones prevalezcan en la mente de quienes prefieren un equilibrio de la naturaleza. Queremos una isla que se valga por si misma para ofrecer lo mejor y, así, ser sostenible en sus recursos. Las ideas se aúnen cuando se hace un consenso de fundadas razones. No lamentemos fracasos a causa de las precipitaciones, porque el tiempo será juez y fiel testigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario